Imagínese que se va de vacaciones y cuando abre la nevera tiene un montón de fruta, verduras, fiambre y otros productos que ya estarán malos para cuando vuelva. Hasta ahora las opciones eran: congelarlo o tirarlo a la basura. Lo mismo ocurre si tiene un negocio de comida o restauración. ¿Qué hacer con el excedente? Desde ahora, algunos vecinos de Londres pueden llevárselo a Freddie y limpiar así su conciencia para una problemática cada vez más presente en la agenda social.
Con un desperdicio de comida que cuesta a las autoridades cerca de 60 millones de euros al año y siendo una de las ciudades más contaminantes del continente europeo cada vez son más las iniciativas que intentan reducir el problema. En algunas se ha involucrado incluso el alcalde de Londres, Sadiq Khan.
Freddie vive en Brixton, un barrio londinense de moda y con mucha mezcla cultural y es el primer frigorífico comunitario de la capital británica. Abre sus puertas cada día de 9 a 7 aproximadamente y dos voluntarios vigilan que los alimentos tengan las etiquetas adecuadas y se cumplan las normas: nada de carne cruda, ni productos lácteos abiertos o comida elaborada si no proviene de un establecimiento autorizado.
Muchos restaurantes del moderno espacio en el que Freddie tiene su casa lo nutren y lo cuidan. Yeray es dominicano y trabaja en un local de hamburguesas que está frente a la nevera: "Cada día al acabar el trabajo siempre dejamos algo de pan o verduras que vamos a tirar porque no valen para el día siguiente".
Los días más populares son los fines de semana, nos dice Jo, una voluntaria y vecina del barrio muy implicada en el proyecto. "Todo nació a través de un foro que tenemos en la comunidad y en el que decidimos qué contribución podríamos hacer al barrio. Alguien sugirió la idea de un frigorífico comunitario y a todos nos encantó".
Para financiarlo llevaron a cabo una campaña de crowdfunding y alguna ayuda de lo que equivaldría a una Junta de Distrito. La acogida ha sido muy positiva. Emily es una turista australiana: "Me parece una idea estupenda, ¿para qué vas a tirarlo si está en buen estado y puedes dárselo a alguien que lo necesite?". Giovanni es uno de los voluntarios que vigila que el frigorífico esté en buen estado: "Hay gente de todo tipo que viene hasta aquí: abuelos con sus nietos, madres, jóvenes, sin techo. Hasta yo mismo lo uso cuando me voy a casa y sé que no tengo nada en mi nevera para cenar".
Un problema real
Las llamadas neveras solidarias o comunitarias son cada vez más frecuentes en nuestro paisaje. Su intención no es otra que la de impedir que la comida acabe en la basura. Dentro de estos frigoríficos hay productos en buen estado que, quizás, han perdido el atractivo para su comercialización pero que son perfectamente aprovechables.
Cada año se tiran a la basura 1.300 millones de toneladas de comida. O lo que es lo mismo, una tercera parte de los productos aptos para consumo acaban en el vertedero. Son datos de la FAO que también menciona las emisiones de CO2 y el gasto de agua que eso conlleva. En dinero contante y sonante, cada año 705.000 millones de euros acaban en la basura.
España, modelo de éxito
Álvaro Saiz instaló la primera nevera solidaria en España en 2015. Ahora ya hay15 repartidas por toda el país. Explica a EL ESPAÑOL que tras fundar un banco de alimentos en Galdakao (Bizkaia) vio que en muchas ocasiones tenía excedente de productos. La nevera servía para colocar parte de esos alimentos y hacerlos accesibles para quienes fueran al local. En poco tiempo la nevera estaba en la calle, sin candados, y a la vista de todo el mundo para que la usase quien quisiera.
El concepto de Álvaro y su equipo de voluntarios va mucho más allá de acabar con el despilfarro alimentario. Ellos reciclan tápers, neveras e involucran a todo el que pueden para que eche una mano con el transporte, almacenaje o reparaciones. Se trata, como él lo define, de " recuperar, reciclar y reutilizar".
Tras más de dos años de experiencia, Álvaro dice que ha visto a muchos que han querido seguir sus pasos pero han fallado en el intento. "Nosotros ofrecemos asesoramiento de forma gratuita para que copien el modelo pero la gente no hace caso y le cierran las neveras". Ellos aseguran que no han tenido problemas con ninguna en los más de dos años que llevan con el proyecto.
Su secreto es "irrevelable", señala, pero sí dice que se escudan en una laguna legal de la normativa europea que hace que las neveras "no sean ilegales". Saiz critica a aquellos que crean las neveras solidarias con el único fin de alcanzar la fama, o lo que es peor, obtener subvenciones.
Todas las personas con las que hemos hablado insisten en que la batalla más dura de librar, tanto con las autoridades como con el público, es la de cambiar la mentalidad para hacer entender que los productos que no "lucen bien" no son una amenaza para la salud pública.