Rajendra Pachauri (India, 1940), el expresidente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC según sus siglas en inglés) –la organización internacional de Naciones Unidas que estudian y evalúan el riesgo del cambio climático–, no necesita utilizar estadísticas científicas e informes meteorológicos para demostrar el impacto que tiene el calentamiento global. El ingeniero industrial cita los efectos devastadores de este fenómeno que ha visto de primera mano en su aldea natal de Nainital, situada a los pies del Himalaya.
"Cuando era niño era una especie de paraíso, un sitio fértil y hermoso, con fantásticas vistas del eje central de la cordillera", explica Pachauri. "Recuerdo que proliferaban unas manzanas fantásticas que sólo crecen en zonas frescas de la sierra".
"Hoy en día las vistas siguen siendo las mismas, pero las manzanas y muchas otras frutas que encontrabas en el valle han desaparecido por completo. Son incapaces de sobrevivir, porque incluso a esa altura la temperatura ha subido de una manera dramática".
"El calentamiento global ha acabado con la paz en la zona. Las inundaciones y derrumbamientos de tierra son cada vez más frecuentes, provocados por el descongelamiento del hielo de la cordillera. Mi aldea ha pasado de ser un paraíso a ser un infierno para muchos, que han perdido sus casas o sus vidas por culpa de estos nuevos desastres naturales".
La conciencia climática
Como sumo responsable del IPCC durante 13 años, Pachauri llamó la atención sobre la actividad humana que provoca los efectos devastadores del cambio climático, no sólo en Nainital, sino por todo el mundo. Bajo su mandato, en 2007 se publicó el Cuarto Informe del IPCC, texto revolucionario al ser tajante en sus principales conclusiones: el calentamiento global es "inequívoco" y el incremento de las temperaturas globales se debe a las concentraciones de gases de efecto invernadero.
Aunque había dirigido el Instituto de Energía y Recursos Naturales (TERI, según sus siglas en inglés) durante décadas y había participado en las investigaciones científicas que sirvieron como base de los Acuerdos de Kioto, muchos habían dudado de sus capacidades cuando fue elegido para encabezar la organización internacional en 2002.
Se rumoreaba que era el candidato de la Administración Bush, que quería reemplazar al entonces jefe de la IPCC, el británico Robert Wilson, con alguien de un entorno más humilde y menos crítico con las grandes petroleras. Sin embargo, Pachauri sorprendió a todos al resultar ser mucho más energético que su predecesor en su censura de las grandes empresas y estados contaminadores.
Lejos de ser un hándicap, Pachauri utilizó su experiencia personal en la India para dar nueva vida a la campaña contra el calentamiento global. Invocando el concepto hindú de Vasudhaiva Kutumbakam, según el cual todo el universo pertenece a una misma familia unida ante una lucha común, el ingeniero destacó por promover grandes investigaciones internacionales, con la participación de científicos de todo el mundo. A la vez, presumió de su autoridad moral como el primer presidente del IPCC de un país en vías de desarrollo para dialogar con los líderes del continente africano, consiguiendo los primeros compromisos serios de la región en la campaña contra el cambio climático.
Tras la publicación del Cuarto Informe, el Comité del Nobel Noruego otorgó el Nobel de la Paz al IPCC y al ex vicepresidente estadounidense Al Gore por "promover y diseminar información sobre el cambio climático producido, y por fijar las bases para las medidas que son necesarias para contrarrestar dicho cambio".
Obligado a dimitir
Los problemas para Pachauri comenzaron poco después de ganar el Nobel. En 2010 fue duramente criticado por un error descubierto en el informe del IPCC, según el cual se afirmaba erróneamente que los glaciares del Himalaya desaparecerían antes de 2035. Simultáneamente, el Daily Telegraph alegó que se había enriquecido ilegalmente como director del TERI.
Pachauri pidió disculpas por el error en el informe –"algo inevitable en un texto de 3.000 páginas, y que es una anécdota que no quita nada a las conclusiones de la investigación"– pero se querelló contra el periódico británico. Una investigación de la auditora KPMG demostró que no se había producido irregularidad alguna, y el periódico se vio obligado a retirar la noticia, pedir perdón y pagar los gastos legales del ingeniero.
En su momento, Pachauri atribuyó las acusaciones que aparecieron en el Telegraph a una campaña organizada por parte de los escépticos del clima para desacreditarle. Cinco años después, el indio utilizó el mismo argumento al surgir una nueva acusación en su contra, esta vez de acoso sexual. Según la denuncia presentada ante las autoridades de Delhi, una compañera del TERI acusaba a Pachauri de acoso sexual persistente y aseguraba que el eminente ingeniero le había bombardeado con mensajes subidos de tono, y que en más de en una ocasión la había tocado de manera inapropiada.
Poco después Pachauri decidió dimitir de su cargo al frente del IPCC para evitar que la reputación de la institución sufriera por su culpa durante el lento proceso legal. Sin embargo, mientras el caso sigue su curso por las vías judiciales, el indio no se ha alejado del escenario público, y hoy sigue siendo una de las voces más destacadas del ámbito de la protección medioambiental. El Nobel de la Paz recibe a EL ESPAÑOL en la ciudad portuguesa de Estoril, donde acaba de presentar la iniciativa POP (Protect our Planet), proyecto que intenta convertir a los más jóvenes en los grandes abanderados de la lucha contra el calentamiento global.
Como ex presidente del IPCC y uno de los arquitectos de los Acuerdos de París, ¿cómo reacciona ante la noticia de que Donald Trump haya decidido retirar a los Estados Unidos del pacto para reducir la quema de combustibles fósiles?
Es bastante desolador. Está claro que Trump está sometido a la presión de los lobbies que financiaron su campaña y se siente obligado a cumplir con ellos. El resto del mundo tiene que seguir adelante. Estoy convencido que EEUU se dará cuenta del error que se está cometiendo en, como mucho, cinco años, pues los grandes empresarios notarán cómo el mercado de las renovables les elude. Será en ese momento cuando los lobbies presionen en la otra dirección.
¿Le sorprende ver a un autoproclamado escéptico del cambio climático en la Casa Blanca, rodeado por asesores que dudan sobre las causas del calentamiento global?
Me sorprende que Trump no acepte informes que han sido aceptados por todos los otros gobiernos del mundo. No entiendo cómo puede rechazar conclusiones que hasta la Administración Bush aceptó. Veo al director de la Agencia de Protección del Medioambiente, cuyas campañas han sido financiadas por el lobby petrolero, y que presume de no creer en la necesidad de proteger a nuestro entorno natural. Es como tener al gato dentro de una jaula de palomas. Es una lástima que Trump decida ser tan irresponsable en un ámbito que no sólo afecta a la comunidad global, sino a los propios estadounidenses. Pero si es tan ciego como para decidir que los intereses de los lobbies de los escépticos son más importantes que los de la sociedad, allá él…
¿Qué pasará ahora con los Acuerdos de París?
Sobrevivirán. Los otros países del mundo siguen comprometidos. China está avanzando muchísimo, pues se ha dado cuenta que si no lo hacen, se quedarán atrás. India, también. Y muchos de los estados de EEUU –como California, por ejemplo– han creado legislación propia implementando muchos de los objetivos de París ante la indiferencia del Gobierno federal. EEUU sufrirá consecuencias como país, pero muchos estados avanzarán por su cuenta.
En la era de las fake news, en la que individuos como Trump pueden alegar que el cambio climático es algo inventado por los chinos para sacar ventaja comercial a los estadounidenses, ¿cómo se defiende la ciencia legítima?
Los escépticos del cambio climático harán cualquier cosa para hacerse con la suya, y no tienen ningún problema con mentir. Ante la mentira lo mejor es plantar cara y mostrar los datos. En mi caso, llevé a quienes me calumniaban a los tribunales, y ellos fueron obligados a retirar lo dicho.
¿Considera que las acusaciones de acoso sexual que se han presentado en su contra forman parte de esa misma campaña de desacreditación?
Los escépticos saben que no nos pueden ganar con datos. Durante mi etapa en el IPCC los informes que publicamos eran incuestionables, aceptados por científicos del mundo entero. Intentaron desacreditarnos buscando errores en nuestros informes y sólo encontraron cosas menores, que no sirvieron para tumbar las conclusiones. Luego me acusaron de enriquecimiento ilícito, y los datos mostraron que era una acusación falsa. No quiero entrar en los detalles de este asunto, pues se trata de un caso judicial que sigue en curso, pero tengo toda confianza que cuando el proceso llegue a su fin el mundo verá esto por lo que es: un burdo montaje para intentar desacreditarme.
¿Considera que el IPCC le abandonó, forzando su dimisión cuando surgió la acusación en su contra?
Para nada: fui yo quien decidí dimitir del cargo. Quedaba menos de un año para que terminara mi segundo mandato y ya habíamos concluido el Quinto Informe –aquel que fue la base de los Acuerdos de París–. Mi trabajo había terminado, y antes de ver al IPCC manchado por este asunto, y nuestras conclusiones puestas en duda por ello, decidí marcharme.
¿El puesto de presidente del IPCC siempre será uno de alto riesgo y presión para quién lo desempeña?
Siempre hay presión, pero la clave es ser profesional. Yo lidié con la Administración Bush –y todos sabemos las creencias que tenían algunos de sus integrantes–, pero me mantuve firme, manteniendo las conclusiones íntegras de los científicos. Ese es nuestro trabajo.
Aunque su tiempo al frente del IPCC supuso lidiar con acusaciones de corrupción y acoso, también le llevó a ser galardonado con el Nobel de la Paz. ¿Qué le supuso ganar el premio?
Me dio una plataforma para dejar claro que todos estamos en el mismo barco, y que el cambio climático es algo que no sólo nos afecta a todos, sino que influye en casi todas las grandes crisis a las que nos enfrentamos hoy en día. La crisis de los refugiados es buen ejemplo, pues uno de los impactos del cambio climático es, precisamente, el desplazamiento de grandes números de personas. El cambio climático provocará las guerras del futuro, y está detrás de los conflictos en sitios como Darfur y Siria. Tenemos que cambiar la forma en la que vivimos y dejar de ser una sociedad que gasta demasiado, que consume demasiado. Tenemos que cambiar nuestro sistema de valores.
¿Es posible ese cambio, o comparte la opinión de Stephen Hawking, que ha declarado que, debido al cambio climático, a los seres humanos les quedaba, como mucho, un siglo en este planeta?
Yo creo que el pronóstico de Hawking se tiene que tomar muy en serio. Tiene toda la razón en que vamos por una carretera que nos conduce al desastre, a la extinción. No obstante, tengo la esperanza de que la inteligencia humana triunfará, y que lograremos cambiar las cosas antes de que sea muy tarde. Yo mantengo la esperanza que el cambio es posible, y que vendrá desde abajo, de la mano de los jóvenes. Los gobiernos formados por viejos no harán nada. Son los jóvenes los que tienen que mostrar su compromiso con su propia supervivencia, tienen que hacer presión. Es su futuro el que está en juego; serán ellos que tendrán que tomar medidas para defenderlo.