Si ya de por sí los casos de gemelos siameses en la especie humana se consideran algo extraordinario, por lo poco común de su nacimiento, todavía lo es más en otros animales, como los cetáceos. No sólo por la poca probabilidad de que ocurra; sino también por lo difícil que será hallarlos en la inmensidad del océano.
Por eso, el reciente descubrimiento hallado por un grupo de pescadores en las costas de los Países Bajos es un gran hito para la biología. Desgraciadamente, los científicos sólo disponen de unas pocos fotos para investigarlo.
Un cuerpo y dos cabezas
Estos pescadores se encontraban faenando cuando hallaron un curioso cuerpo de marsopa del que nacían dos cabezas totalmente formadas.
Se trataba de un raro caso de gemelos siameses, posiblemente ya muertos antes de su captura. Inmediatamente se dispusieron a inmortalizar su hallazgo en fotos, para después devolverlo al mar, por miedo a que fuese ilegal mantenerlo con ellos.
Por lo tanto, los investigadores de la Universidad de Rotterdam, que han contado el hallazgo en un artículo de la revista Deinsea, sólo disponen de unas pocas instantáneas para estudiar el que sería el décimo caso de cetáceos siameses de la historia.
La morfología del cuerpo de los cetáceos es muy distinta a la de los mamíferos terrestres. Necesitan modificaciones que les permitan vivir en ambientes acuáticos. Por eso, un hallazgo como éste es todo un regalo para científicos como los que ahora se encuentran analizándolo.
De momento han podido concluir que se trata de recién nacidos por distintos motivos. Por un lado, su cola nunca llegó a endurecerse, algo que ocurre en los cetáceos poco después de su alumbramiento.
Por otro, su aleta dorsal, que poco después de comenzar a nadar se torna vertical, aún era plana.
Además, aún quedaban sobre su labio superior algunos pelos, un rasgo común en los cetáceos recién nacidos, ya que se cae cuando tienen muy poco tiempo de vida.
Dos teorías sobre su formación
Los gemelos siameses nacen de este modo por algún error durante su desarrollo, que podría haber sido de dos tipos: la fusión de dos discos embrionarios originalmente separados o la separación incompleta del cigoto durante el desarrollo temprano.
Lo que está claro es que se trata de un caso muy raro. Seguramente haya habido mucho más que diez pares de cetáceos siameses a lo largo de la historia, pero estar junto a ellos en el lugar adecuado y en el momento adecuado es casi como encontrar una aguja en un pajar. Todo un logro.