El otoño es una de las estaciones que más gustan a la gente en todo el mundo. Son muchas las personas que esperan con ilusión esa época de días lluviosos y crujidos de hojas en el suelo, aunque éste de 2017 haya empezado de forma atípica en muchas partes de España.
Sin embargo, pocos se paran a pensar en la causa de muchos de los fenómenos asociados a ella. Desde la caída de las hojas, hasta los cambios de humor de los seres humanos, todos tienen una explicación científica que convierte a esta estación en una de las más mágicas del año.
Empieza con un equinoccio
Junto a la primavera, el otoño es una de las dos estaciones del año que comienzan con un equinoccio, un fenómeno meteorológico que se da cuando el Sol se sitúa sobre el plano del Ecuador, dando lugar a días y noches con una duración similar.
Concretamente, el equinoccio de otoño se da cuando el Sol cruza dicho plano de norte a sur, y comienzan en el hemisferio norte las bajadas de temperaturas que terminarán conduciendo al invierno.
Diversos factores explican la caída de las hojas
Sin duda, una de las imágenes más características del otoño es la de los suelos de parques y bosques tapizados de hojas secas al pie de árboles que poco a poco se desnudan preparándose para el invierno.
Esto se debe, entre otros factores, a los pigmentos que se encuentran en las hojas. Concretamente, estos pigmentos son tres: las antocianinas, los carotenos y la clorofila. Esta última es la que se encarga de absorber la luz del Sol necesaria para la realización de la fotosíntesis, por lo que en épocas soleadas predomina, dando a las hojas su característico color verde. Sin embargo, en estaciones más sombrías, como el otoño, la planta no sintetiza tanta clorofila, por lo que los colores marrones y anaranjados, típicos de las antocianinas y los carotenos, pasan a predominar sobre los verdes.
Por último, la caída de las hojas es un recurso empleado por el árbol para ahorrar energía, ya que los suelos helados dificultan la absorción de nutrientes y agua, haciendo necesario optimizar los recursos disponibles al máximo.
Influye (para mal) en el estado de ánimo
Aunque muchas personas adoran el otoño, para otras es una época triste, propicia a la aparición de depresiones.
Esto puede deberse a dos razones. Por un lado, el otoño es la estación inmediatamente posterior al verano, por lo que conlleva una vuelta a la rutina que para algunos puede suponer nuevos retos y olor a nuevo, pero para otros ansiedad y la inexistente (pero extrañamente prevalente) depresión postvacacional.
Por otro lado, en otoño se da una disminución de las horas de Sol que puede afectar a los ritmos circadianos, dando lugar a síntomas como cansancio, mal humor y apatía.
El pelo se cae, pero no hay de qué preocuparse
Otra imagen frecuente, pero menos agradable del otoño es la las cerdas de los cepillos con unos cuantos pelos de más enredados entre ellas.
En contra de lo que muchos piensan, no se tratan de un preámbulo a la alopecia, sino de un proceso natural del cabello, que se cae para dejar paso al nacimiento de pelos nuevos.
Aunque esto ocurre de forma aleatoria durante todo el año, en otoño se da con algo más de frecuencia por factores como el estrés propio de la vuelta a la rutina o el estado de deterioro resultante de la exposición al Sol y a sustancias como el cloro de las piscinas durante el verano.
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