Una mujer de mediana edad, desaliñada, que rehuye el contacto humano porque prefiere la compañía de decenas de animales domésticos a los que cuida con devoción: se trata de un estereotipo asentado y popularizado por uno de los personajes recurrentes de Los Simpson más memorables. Pero una persona de estas características no sería una simple excéntrica: estaría padeciendo una patología psiquiátrica específica y poco investigada.
Así lo afirma un reciente estudio publicado en Psychiatry Research, que aborda el caso de 33 individuos de ambos sexos que llegaron a recolectar a 1.400 animales en el sur de Brasil. No se puede hablar de "amor por sus mascotas": fueron diagnosticados con trastorno de acaparamiento de animales, algo muy similar a los casos de acaparamiento de objetos o Síndrome de Diógenes. De hecho, ya en el año 2014 este trastorno se llegó a describir como "Síndrome de Noé".
La obsesión por recoger animales
De hecho, los primeros hallazgos relacionados con personas que acumulan un número excesivo de animales datan del año 1981, según publica Discover Magazine. La acumulación de animales se ha estado tratando hasta ahora como una variante del trastorno de acaparamiento de objetos. El impulso compulsivo lleva al individuo a acumular animales de los que no es capaz de hacerse cargo adecuadamente, provocado una situación de insalubridad y desamparo.
Sin embargo, este trastorno aún no está reconocido como tal. Pero debería serlo, según concluyen la psicóloga Elisa Arrienti Ferreira y sus colegas de la Universidad Católica de Rio Grande do Sul (Brasil). Los sujetos del estudio acapararon 915 perros, 382 gatos y 50 patos en la ciudad de Porto Alegre; tenían en casa 41 animales de media, pero en el caso más destacado, un hombre convivía con 170 perros y una treintena de gatos.
Cómo es el Síndrome de Noé
Así, en los casos del trastorno por acaparamiento de animales o Síndrome de Noé estudiados se pudo comprobar que muchos de los animales en posesión de estos individuos estaban desnutridos y en malas condiciones higiénicas. No habían sido objeto, asimismo, de un seguimiento mínimo por parte de un veterinario.
Según los investigadores, entre los 1.400 animales estudiados se encontraron muchos casos de ejemplares heridos e incluso enfermos. Las peleas y el canibalismo se habían hecho habituales y cuando morían, los dueños no llegaban a enterarse, con los que sus cadáveres quedaban expuestos a descomponerse si no eran antes comidos por los demás.
Según los datos de los investigadores brasileños, casi el 73% de los individuos acaparadores de animales eran mujeres, con una media de 61 años de edad. Los investigadores no han llegado a establecer una predisposición directa por la edad y el sexo, pero lo cierto es que en la mayoría de casos el trastorno se había desencadenado más de 20 años atrás.
Por otro lado, hasta el 90% de los acaparadores de animales vivían solos. Sus relaciones familiares eran esporádicas o inexistentes. En algunos casos empezaron a sufrir el trastorno tras algún evento traumático, como la muerte de algún ser querido o tras sufrir un accidente que les impidió una correcta inserción laboral.
Diferencias con el Síndrome de Diógenes
En el caso del acaparamiento de objetos (Diógenes), la obsesión que domina a los individuos se basa en que dichos objetos "pueden ser necesarios algún día". Sin embargo, en el caso del acaparamiento de animales (Noé) los individuos afirman que ellos necesitan a los animales y que dichos animales les necesitan a ellos; llegan a afirmar que su misión en la vida es protegerlos.
Otro hecho que diferencia ambos trastornos es que los acaparadores de animales no son conscientes del verdadero estado de salud de dichos animales y rechazan la ayuda. Una persona con Diógenes no tendría la misma incapacidad para atender correctamente a su mascota, más allá de la propia insalubridad que el acaparamiento de objetos provoca en su domicilio.
Precisamente, el equipo de Ferreira había identificado a 75 acaparadores de animales como sujetos de investigación. Pero más de la mitad rechazó atenderles, circunscribiéndose finalmente el estudio a los 33 con los que consiguieron colaborar. El siguiente paso de los terapeutas será el de diseñar un tratamiento para este trastorno basado en la psicoterapia.