Hubo un tiempo en que uno de los vídeos virales más vistos de Internet fue el de dos tortugas que copulaban emitiendo un curioso sonido, no demasiado diferente al que algunos seres humanos podrían emitir durante el acto sexual. Se demostraba así que los humanos no están solos en lo que a interferir grititos durante el coito se refiere, pero lo que pocos sabían es que también algunos peces pueden hacerlo.
De hecho, una especie concreta de pez, la corvina, forma grandes grupos en la época de apareamiento, generando entre todos un curioso sonido de tal intensidad que puede llegar a dañar el oído de mamíferos marinos, como las focas o los delfines. Puedes escucharlo - sin temor para tus oídos - aquí.
Un estudio recientemente publicado en Biology Letters de la mano de investigadores de la Universidad de San Diego ha puesto de manifiesto los pormenores de este curioso ritual de apareamiento. Para ello han hecho un seguimiento de un banco de corvinas del Golfo, una especie concreta que cada año se concentra en grupos en el delta del Río Colorado para participar en un proceso conocido como desove.
Durante el tiempo que dura la "orgía", los machos emiten unas fuertes llamadas de apareamiento que reverberan en los cascos de los barcos e incluso pueden oírse por encima del agua. Tanto es así que se ha comprobado que los delfines y otros mamíferos depredadores de la corvina pueden quedar temporalmente sordos cuando se acercan hasta ellas en busca de comida.
Los pone en peligro de extinción
Pero lo que podría ser un maravilloso espectáculo digno de presenciar se convierte en la táctica perfecta de los pescadores para hacerse con botines de peces de forma indiscriminada. La desmesura en la pesca está llevando a la corvina rápidamente hacia la extinción
Se unen para ello varios factores. Por un lado, el ruido hace que unos peces que en condiciones normales se mimetizarían con las aguas turbias del Golfo de California sean fácilmente localizables. Por otro, se llegan a reunir millones de ejemplares, que pueden llegar a medir un metro y pesar 12 kilos, por lo que suponen todo un regalo para los pescadores.
Por eso, deben intensificarse los esfuerzos por conservar esta especie de pez, concienciando a los pescadores de los problemas que ocasionaría pescarla y tomando directrices legales contra ellos si fuese necesario. Sólo así, el magnífico espectáculo ofrecido por el apareamiento de la corvina podrá seguir ofreciéndose cada año a los amantes de la naturaleza.
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