Hasta 26.500 especies se encuentran en peligro de extinción, de acuerdo con los datos de la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). Esta cifra representa un 40% del total de anfibios, un tercio de los arrecifes marinos o una cuarta parte de los mamíferos de la Tierra.
Uno de los estudios científicos más sonados de 2017 advertía de que el planeta azul afronta su sexta extinción masiva. Según sus autores, se trata de un período en la historia de la biología terrestre en el que los vertebrados del planeta desaparecen de forma acelerada. Al no tratarse de una desaparición brusca, argumentan los investigadores, pasa de forma inadvertida pese a su grave incidencia en la biodiversidad terrestre.
Algunas de las especies que se han extinguido en lo que llevamos de siglo incluyen al bucardo de los Pirineos, el delfín baiji del río Yangtsé -en su cuenca habita el 12% de la población humana- o el rinoceronte negro del África occidental. Desde el 1 de enero de este año, un nuevo miembro pasa a formar parte de esta lista negra: el caracol arbóreo hawaiano Achatinella apexfulva.
Este molusco residía desde el año 2000 en las instalaciones de la Universidad de Hawai, en el valle de Manoa. Criado en captividad, sus padres fueron recogidos en 1997 cerca del sendero Poamoho, al norte de la isla de Oahu. Los biólogos encargados de su cuidado estuvieron alrededor de una década buscándole una pareja adecuada.
Sin embargo, todos los miembros de su especie parecían haber desaparecido. Esto provocó que se conociese al caracol por el sobrenombre de George El Solitario. Finalmente falleció el pasado día de Año Nuevo a la avanzada edad de 14 años sin haber conocido a otros compañeros. Su muerte representa la extinción de A. apexfulva.
"Estoy triste pero sobre todo cabreada: era una especie muy especial y muy pocas personas conocían su existencia", lamenta Rebecca Rundell en declaraciones a National Geographic. Ella era una bióloga evolutiva de la Universidad Estatal de Nueva York encargada de cuidar del caracol George.
Hasta el siglo XX, Hawai representaba un ecosistema paradisíaco para los caracoles. Según este estudio, las islas aglutinaban alrededor de 750 especies terrestres y 200 arbóreas. La primera mención de A. apexfulva aparece a finales del siglo XVIII, cuando el explorador George Dixon desembarcó en Oahu. El británico recibió un lei -una corona de flores de los nativos hawaianos- como regalo de bienvenida, que incluía el caparazón de un antepasado de George El Solitario.
Las distintas especies de caracoles suponen el 40% de las extinciones desde el año 1500, de acuerdo con los datos de esta investigación. Una de las causas son el repunte de las especies invasoras, fundamentalmente caracoles más grandes, mejor adaptados a las variaciones climáticas producidas por el efecto invernadero.
Los restos de George El Solitario serán preservados en etanol y enviados uno de los museos más grande del estado de Hawai. Su ADN ya se registró en 2017, en caso de que en un futuro sea posible clonarlo para revivir su especie, hoy extinta.
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