La Cumbre del Clima de la ONU, que debería haber acabado este viernes, se ha alargado hasta este domingo por la mañana por el desacuerdo entre los negociadores de casi 200 países para hacer frente a la crisis climática. Con más de un día y medio de retraso, se ha cerrado un texto que se limita a pedir a los países más ambición en sus planes de recorte de emisiones en 2020, pero no ha conseguido cerrar el artículo 6 del Acuerdo de París sobre los mercados de carbono. Este punto se pospone para la próxima cumbre, la COP26, que se celebra en noviembre de 2020 en Glasgow (Escocia). Un resultado que no está a la altura de las recomendaciones científicas ni de las demandas sociales.
Tras muchas horas de negociaciones frustradas y mucho cansancio, este domingo por la mañana se reanudaba el plenario pospuesto una y mil veces desde la tarde del viernes, cuando estaba programado el cierre oficial de la cumbre. Pero como es habitual en estas complejas negociaciones globales, en las que se llega a acuerdo por consenso, los flecos suelen cerrarse pasada la madrugada o incluso días después de la clausura oficial. Y así ha sido. Encontrar un punto de entendimiento no ha sido fácil.
"No estamos satisfechos", ha dicho este domingo Carolina Schmidt, presidenta de la COP25 y ministra chilena de Medio Ambiente."El mundo nos está mirando y los acuerdos alcanzados por las partes no son suficientes para abordar con sentido de urgencia la crisis del cambio climático", ya que "aún no existen los consensos para aumentar la ambición en los niveles que necesitamos", ha añadido.
Esta complicada cumbre tenía dos objetivos: por un lado, que los gobiernos se comprometieran con planes de recortes de emisiones de gases de efecto invernadero más ambiciosos, porque los previstos hasta ahora no son suficientes, y cerrar el artículo 6 del Acuerdo de París sobre los mercados de carbono, los dos puntos que han tensado y alargado las negociaciones.
Ambición insuficiente
Sobre el objetivo de aumentar la ambición climática, hay dos bloques de países con intereses muy diferentes. Unos que buscan ir más rápido, como las islas del Pacífico o países de la Unión Europea, que se han comprometido a revisar sus planes de recorte de emisiones en 2020, y otro bloque de Estados que no tiene ninguna prisa. Entre estos últimos se encuentran grandes emisores como EEUU, que ha iniciado los trámites para salir del Acuerdo de París, China, India o Rusia, que durante la COP25 han dejado claro que no tienen intención de ser más ambiciosos por ahora. La ONU, en estas dos semanas de cumbre, no ha dejado de exigir "acciones urgentes" y el "compromiso de todos", en especial de los países más contaminantes, para evitar las peores previsiones de la ciencia.
La necesidad de aumentar la ambición climática entró con fuerza en esta COP tras los informes del último año del IPCC, panel intergubernamental de científicos que asesora a la ONU. La ciencia es muy clara: no hay tiempo que perder para frenar el cambio climático. Los próximos diez años son determinantes para limitar el irreversible aumento de la temperatura a un límite manejable de 1,5 grados, un objetivo fijado en el Acuerdo de París, firmado en 2015 y que debería entrar en vigor en 2020. En este texto, los países firmantes se comprometen a resisar al alza sus compromisos para, entre todos, frenar el calentamiento irreversible del planeta dentro de un margen no catastrófico. Pero por ahora los esfuerzos de los países no son suficientes. De seguir emitiendo gases de efecto invernadero al ritmo actual llegaríamos a más de tres grados a final de siglo, de ahí la urgencia y la necesidad de aprovechar esta conferencia para aumentar la ambición y no posponerla un año más, hasta la próxima cumbre en Glasgow.
Pero lamentablemente, el documento final de la COP25 solo ha conseguido instar a los Estados a aumentar la ambición. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha asegurado este domingo que está "decepcionado con los resultados". "La comunidad internacional ha perdido una oportunidad importante", ha sentenciado.
Fracaso en los mercados de carbono
Sobre la regulación de los mercados de carbono, un mecanismo internacional para el intercambio de derechos de emisión de CO2 entre países y empresas, ha sido imposible llegar a acuerdo. Se trata de una herramienta que permitirá compensar los gases de efecto invernadero que se expulsan a la atmósfera. La principal dificultad reside en asegurar que son transparentes y fiables desde el punto de vista de la contabilidad de los créditos y permisos para contaminar, es decir, para evitar trampas o contabilidades opacas. El segundo escollo es el relativo a la transición de los remanentes derechos de emisiones que algunos Estados conservan del Protocolo de Kioto, como Brasil, y que pretenden mantener en la transición al Acuerdo de París.
Los observadores valoraron durante la cumbre que es "mejor no tener acuerdo, que tener uno malo". Desde las presidencia de la COP ya se inclinaban este viernes por cerrar un acuerdo muy general sobre este artículo y aplazar las cuestiones más técnicas para la próxima cumbre. Así ha sido. "Se trabajó intensamente para asegurar unos mercados de carbono globales que aseguren una contabilidad robusta respetuosa de la integridad ambiental. Algunos no se sintieron cómodos, así que queda pendiente para el año que viene", señaló la ministra Ribera.
Por su parte, las organizaciones ecologistas españolas han lamentado la "gran brecha" entre las demandas de la sociedad y la "inacción" de los gobiernos con una declaración final que "no ha estado a la altura de la urgencia". La directora ejecutiva de SEO/BirdLife, Asunción Ruiz, ha dicho que "lamentablemente, los resultados no han estado a la altura ni de la ciencia ni de los gritos de la calle". Mar Asunción, responsable de Clima y Energía de WWF, ha asegurado que la sociedad está "bastante decepcionada", porque después de dos semanas "pidiendo mayor ambición", ésta no está garantizada.
El poder de la gente
Los activistas de Fridays for Future y Extinction Rebellion abandonaban la cumbre este viernes por la tarde entonando por última vez su consigna estrella: "¿Qué queremos? Justicia climática ¿Cuándo? Ahora". No se han cansado de repetirla desde que el pasado 2 de diciembre arrancó la COP25 en Madrid. Aunque con poca esperanza de que los políticos fueran a escuchar sus exigencias, no faltaba el ambiente festivo y la emoción. En medio de bailes y abrazos entre unos y otros, los jóvenes aprovecharon hasta el último momento para pedir "acción" real contra la crisis climática.
Tras abandonar Ifema, estos chicos y chicas protagonizaron una sentada frente a las puertas de centro de congresos para denunciar "la desconexión entre lo que pasa dentro y las demandas sociales". Una vez más apuntaron que habrá que confiar en el "poder de la gente" para presionar a los gobiernos que hacen oídos sordos ante el cambio climático. Greta Thunberg lo dejó claro en la masiva manifestación del pasado 6 de diciembre en Madrid: "La esperanza no reside dentro de los muros de la COP, sino en la calle con todos vosotros".