Pasaban las diez de la mañana cuando la presidenta de la COP25 y ministra chilena de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, pronunciaba aliviada las palabras "It's done" [Está hecho], anunciando así que finalmente se había alcanzado un acuerdo tras una prórroga de un día y medio en las negociaciones, que había convertido a la Cumbre del Clima de Madrid en la más larga de toda la historia.
Pero una vez hecho el anuncio de que se ha conseguido un acuerdo, quedaba analizar la letra pequeña del documento. En este artículo señalamos las seis claves del acuerdo -Chile-Madrid, tiempo de actuar- que ha sido calificado por las ONG ecologistas como "demasiado débil" para garantizar que todos los países presenten compromisos más ambiciosos y en línea con la ciencia en 2020.
El escollo de los mercados de carbono
Cerrar el artículo 6 del Acuerdo de París, sobre la regulación de los mercados de carbono, ha sido uno de los puntos de enfrentamiento en las negociaciones. Se trata de un mecanismo internacional para el intercambio de derechos de emisión de CO2 entre países y empresas, que permitirá compensar los gases de efecto invernadero que se expulsan a la atmósfera.
La principal dificultad reside en asegurar que son transparentes y fiables desde el punto de vista de la contabilidad de los créditos y permisos para contaminar, es decir, para evitar trampas o contabilidades opacas. El segundo escollo es el relativo a la transición de los remanentes derechos de emisiones que algunos Estados conservan del Protocolo de Kioto, como Brasil, y que pretenden mantener en la transición al Acuerdo de París. Pero finalmente no se ha conseguido un acuerdo sobre su regulación y se ha pospuesto para la cumbre del año que viene en Glasgow. Este objetivo también fracasó en la COP24 en Katowice (Polonia).
Mar Asunción, responsable de Clima y Energía de WWF, ha señalado que se trata de "un mal menor", pues lo peor es que hubieran salido reglas "que no garantizasen la salvaguarda, ni ambiental ni social", de esos mercados. En este sentido, Javier Andaluz, representante de Ecologistas en Acción, ha aplaudido que "no se haya desarrollado", pues los mercados de carbono bajo el paraguas de Kioto "ya habían supuesto la vulneración de los derechos humanos".
Mayor ambición
El objetivo de aumentar la ambición en los planes nacionales de recortes de emisiones ha sido otro cuello de botella en las negociaciones. En este punto hay dos bloques de países con intereses muy diferentes. Unos que buscan ir más rápido, como las islas del Pacífico o países de la Unión Europea, que se han comprometido a revisar sus planes de recorte de emisiones en 2020 para cumplir el objetivo del Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura del planeta a 1,5 grados. Por otro lado, están los Estados que por ahora no tienen intención de ser más ambiciosos. Entre estos últimos se encuentran grandes emisores como EEUU, que ha iniciado los trámites para salir del Acuerdo de París, China, India o Rusia.
En este sentido, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, ha dicho este domingo que está "decepcionado con los resultados". No obstante, no se da por vencido y ha apuntado que está más "decidido que nunca" a trabajar para que 2020 "sea el año en el que todos los países se comprometan a hacer lo que la ciencia nos está diciendo": ser neutrales en carbono para 2050 y no superar los 1,5 grados de aumento de la temperatura del planeta.
El papel de la mujer
Si hay algo de lo que se ha hablado más en esta Cumbre que en las anteriores, ha sido del papel de la mujer en la lucha contra el cambio climático. Aunque todos los países parecían estar de acuerdo en este punto, había que plasmarlo en el documento final y así se ha hecho. Se ha acordado un nuevo Plan de Acción de Género para impulsar la participación de la mujeres en la negociación internacional del clima, desarrollar medidas que permitan dar respuesta al desigual efecto del cambio climático en mujeres y niñas, y promover su papel como agentes del cambio hacia un mundo libre de emisiones. Estará vigente hasta el año 2025 en el que se revisará.
El papel de la ciencia
Aunque el acuerdo de la COP25 reconoce que las políticas climáticas deben ser permanentemente actualizadas en base a las recomendaciones científicas, el resultado final no está a la altura en este sentido. La presidenta de la cumbre y ministra de Medio Ambiente de Chile, Carolina Schmidt, ha asegurado este domingo que no está satisfecha con los resultados y pidió "una respuesta más solida, urgente y ambiciosa" para enfrentar la crisis climática.
El director de Greenpeace en España, Mario Rodríguez, ha incidido en que la clase política "no puede seguir haciendo oídos sordos a la evidencia científica y al clamor social que exige una respuesta contundente". Desde la organización ecologista consideran que se ha cerrado la puerta a la ciencia y a las exigencias de la sociedad civil, que reclaman soluciones urgentes y ambiciosas, mientras los políticos se pelean por el modelo de tráfico de emisiones del artículo 6, que "amenaza los derechos de los pueblos indígenas y pone un precio al medio ambiente".
El océano y los usos del suelo
Cuando todo parecía indicar que el acuerdo estaba próximo, Brasil se empeñaba en no aprobar los puntos sobre este asunto. Los países pequeños, como Tuvalu y Belice, que pueden desaparecer con el tiempo por culpa de la subida del nivel del mar, suplicaban todavía a primera hora de este domingo al país latinoamericano que cediera en sus postura. Finalmente, lo conseguían. El texto reconoce la importancia de los océanos en el sistema climático y como respuesta a los informes especiales del IPCC publicados durante 2019, la Convención de Clima celebrará un diálogo de océanos y otro sobre usos del suelo una sesión de junio de 2020.
Pérdidas y daños
El acuerdo contempla dar directrices al Fondo Verde del Clima para que, por primera vez, destine recursos frente a las pérdidas y daños que sufren los países más vulnerables a los fenómenos climáticos extremos. Esta era una de las cuestiones más solicitadas por los pequeños estados insulares que padecen de manera más directa estos efectos. Supone ampliar el ámbito de financiación de este Fondo más allá de las acciones de mitigación y adaptación. Así, se insta a los países desarrollados a que proporcionen recursos financieros para ayudar a los países en desarrollo.