Hace unas semanas, Vancouver alcanzaba temperaturas típicas de zonas desérticas, cercanas a los 48ºC. El pasado enero, ciudades como Madrid sufrían una de las mayores nevadas de su historia, Filomena, que obligó a paralizar toda actividad durante unos días. En Australia, hace un par de años, la persistencia de altas temperaturas y las condiciones de sequía abrían la puerta a una cadena de incendios forestales que arrasaron el país.
Son solo algunos ejemplos de las consecuencias devastadoras del cambio climático en los últimos años. El último se produjo esta semana cuando el desplazamiento de una DANA hacia el sur de Alemania ha provocado las lluvias más intensas medidas en 24 horas desde que hay registros. Las consecuencias: decenas de fallecidos en Alemania y Bélgica.
Como informan desde la agencia meteorológica eltiempo.es, esta DANA, por sí sola, no produce inundaciones y catástrofes como la vivida estos días en el país germano. El peligro está cuando además de este fenómeno meteorológico, se dan las condiciones e ingredientes propicios para ello.
Así lo explica también en un tuit Olaya Dorado, geóloga del CSIC, que subraya la necesidad de estudios de riesgos de inundación, porque la geomorfología puede advertirnos sobre las zonas que pueden verse afectadas por fenómenos meteorológicos adversos. Algo, escribe, que "en un contexto de cambio climático, va a ser cada vez más importante".
En la imagen que cita la geóloga, se puede ver un ejemplo de las consecuencias de las tormentas acaecidas esta semana sobre municipios como Altenahr, en Alemania. En zonas como esta, los importantes focos de tormentas generados -con descargas de entre 50 y 100 litros por metro cuadrado- se han visto potenciados por la orografía de la zona. Tanto en el país germano como en Bélgica, la tromba de agua ha provocado el desbordamiento de ríos y arrastrado varias casas. Algunas personas han muerto ahogadas en el interior de ellas.
La huella del cambio climático
No sería riguroso afirmar que este evento se debe únicamente al cambio climático, pero tampoco lo sería negar que este tipo de fenómenos tienden a hacerse más habituales y más devastadores a consecuencia de él.
Este factor intensificador de estos eventos meteorológicos extremos sí encuentra su explicación en el calentamiento global que está experimentando el planeta, en tanto que amplifica las sequías y las inundaciones severas al interrumpir y modificar la corriente de chorro polar.
Las corrientes de chorro (polar) son corrientes de aire en forma de cinta que serpentean a través de la mitad norte (y sur) del globo alrededor de 8 a 11 kilómetros sobre la superficie de la Tierra. La corriente en chorro polar determina el tiempo en nuestras latitudes y se genera por el contraste entre el aire del polo y el aire más cálido tropical.
Cuando se mueven, se ondulan y aplanan creando patrones de tiempo, incluidos sistemas de bajas y altas presiones, entradas de aire frío de los polos, vaguadas y dorsales, etc. Cuando estas se ralentizan o se ondulan más de la cuenta, los sistemas meteorológicos pueden ser más extremos.
Esto puede ocasionarse debido a la diferencia de temperatura entre el aire Ártico y el tropical: el gradiente térmico. Sabemos que el Ártico se calienta tres veces más que el resto del planeta, de modo que esta diferencia empieza a reducirse por lo que cambios en la corriente en chorro podrían inducir condiciones de tiempo más adverso.
¿Puede ocurrir en España?
La evidencia científica dice que sí, que los mismos sucesos acontecidos en Alemania y Bélgica pueden replicarse en España. De hecho, como apuntan desde la agencia meteorológica eltiempo.es, ya se han registrado episodios de lluvias torrenciales muy dramáticos. Tanto es así que las inundaciones son el desastre natural que más fallecidos causa en el país.
Entre los casos que se han dado destacan las inundaciones del río Turia en el año 1957, que dejaron 81 muertos en Valencia; o las del 25 de septiembre de 1962, cuando las intensas lluvias de hasta 250 l/m2 sobre la comarca del Vallés Occidental, Vallés Oriental, Bajo Llobregat y Maresme hicieron crecer el caudal de los ríos Llobregat, Besós y afluentes. Estas inundaciones causaron más de 800 víctimas mortales en localidades como Tarrasa, Sabadell y Rubí.
Otros dos eventos muy destacados se encuentran las lluvias torrenciales caídas el 20 de octubre de 1982 en las provincias de Valencia, Alicante y Murcia. Estas tormentas provocaron la rotura de la presa de Tous en el río Júcar, dando lugar a una catastrófica inundación con más de 30 muertos.
No obstante, el puesto más reciente de esta lista lo ocupan las inundaciones producidas por las lluvias caídas entre el 16 y el 19 de diciembre de 2016 en el sureste peninsular. El temporal de Levante que afectó a la Comunidad Valenciana, Murcia, Almería y Baleares dejó cinco muertos y cantidades de lluvia en algunos puntos por encima de los 600 l/m2.