La crisis climática no puede esperar. Ni siquiera a una pandemia. Es el mensaje de auxilio que han lanzado este lunes más de 200 revistas científicas en un editorial sin precedentes en el que advierten que las promesas de reducción de emisiones de gases actuales "no son suficientes" y "no pueden esperar". La mayor amenaza para la salud pública mundial en el futuro, aseguran, es el continuo fracaso de los líderes mundiales para tomar las medidas adecuadas y mantener el aumento de la temperatura global por debajo de 1,5°C.
El editorial, publicado de manera simultánea por importantes revistas médicas y de salud como The Lancet, New England Journal of Medicine, The British Medical Journal o International Nursing Review, insta así a los gobiernos a intervenir de manera urgente para transformar sociedades y economías, apoyando el rediseño de los sistemas de transporte, las ciudades, la producción y distribución de alimentos, los mercados para inversiones financieras y los sistemas de salud.
Una mejor calidad del aire, por ejemplo, generaría por sí sola beneficios para la salud que compensarían fácilmente los costos globales de la reducción de emisiones. Medidas que también mejorarían los índices sociales y económicos relacionados con la salud, que pueden haber provocado que las poblaciones hayan sido más vulnerables a la pandemia de la Covid-19.
"La pandemia de Covid-19 terminará, pero no hay vacuna para la crisis climática", dice Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que recuerda cómo el informe del IPCC muestra que cada fracción de grado más caliente "pone en peligro nuestra salud y nuestro futuro". El máximo mandatario de la OMS sostiene que los riesgos que plantea el cambio climático podrían empequeñecer los de cualquier enfermedad.
Este histórico editorial se publica antes de la Asamblea General de la ONU, una de las últimas reuniones internacionales que tiene lugar antes de la conferencia climática (COP26) en Glasgow, Reino Unido, en noviembre. Por este motivo, es un momento crucial para instar a todos los países a emprender planes climáticos ambiciosos y cumplir con los objetivos del Acuerdo de París.
Algo que, aseguran, sólo se podrá lograr si hay una acción global suficiente de los países más desarrollados para sumar más esfuerzos en la reducción de sus emisiones. Para ello, los gobiernos deben comprometerse a aumentar la financiación climática y cumplir con su compromiso excepcional de proporcionar 100.000 millones de dólares al año, o reunir fondos adicionales para compensar las pérdidas y daños inevitables causados por las consecuencias de la crisis ambiental.
La doctora Fiona Godlee, editora en jefe de The BMJ y una de las coautoras del editorial, asegura que los profesionales de la salud han estado en primera línea de la crisis de la Covid-19, y son los mismos que ahora se unen a la advertencia de que superar los 1,5ºC y permitir la destrucción continua de la naturaleza "traerá la próxima crisis, mucho más mortal". Además, añade que "las naciones más ricas deben actuar más rápido y hacer más para apoyar a los países que ya están sufriendo por las temperaturas más altas. 2021 tiene que ser el año en que el mundo cambie de rumbo, nuestra salud depende de ello".
Consecuencias catastróficas e irreversibles
La pandemia de coronavirus y el enorme impacto que ha tenido sobre la vida y la salud de la población mundial ha proyectado una sombra sobre otros peligros importantes como el calentamiento global. Amenazas que el último informe sobre cambio climático de Naciones Unidas estableció que se deben únicamente a la acción humana y a su incapacidad de controlar las emisiones de gases de efecto invernadero. Las consecuencias, plasmaban, pueden llegar a ser catastróficas e irreversibles, con graves pérdidas humanas y económicas.
Pero esto no es algo nuevo. Durante décadas, científicos de todo el mundo han advertido acerca de los severos y crecientes impactos del cambio climático en el planeta e, incluso, sobre ámbitos específicos como la salud. La mortalidad relacionada con el calor, los efectos de los eventos climáticos destructivos sobre la vida de las personas y la degradación generalizada de los ecosistemas esenciales para la salud humana son solo algunas de las consecuencias que se están percibiendo en mayor medida por los eventos cada vez más extremos que están teniendo lugar. Episodios, además, que afectan de manera desigual: los más vulnerables, incluidos los niños y los ancianos, las minorías étnicas, las comunidades más pobres y las personas con problemas de salud subyacentes se convierten en el paciente grave de esta crisis climática.
Este verano, la avalancha de olas de calor extremas que se han vivido en zonas como Canadá, Estados Unidos y el mediterráneo oriental, con temperaturas superiores en muchos casos a los 45ºC, ha aflorado la preocupación por la crisis climática y el interés por realizar estudios de atribución que han relacionado directamente eventos como estos con el cambio climático. Es el caso de un estudio elaborado por científicos del World Weather Attribution (WWA), un grupo internacional dedicado a analizar la influencia del calentamiento global en fenómenos meteorológicos extremos. En él analizaron la ola de calor ocurrida a finales del pasado junio en Canadá y al noroeste de Estados Unidos y determinaron que este episodio habría sido "casi imposible" si el planeta no estuviera atravesando un proceso de cambio climático.
El propio borrador del último informe del IPCC que publicó Naciones Unidas el pasado agosto repasó toda la literatura científica existente sobre cambio climático para acabar señalando que eventos como las olas de calor, sequías, incendios extremos e inundaciones serán cada vez más recurrentes, más extensos en el tiempo y más intensos como resultado de acción humana sobre la atmósfera. En España, en particular, alertaba de las fuertes sequías, inundaciones y megaincendios que podría sufrir de no llegar a mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 1,5ºC en las próximas décadas.
Límites a las emisiones que ya se establecieron en los Acuerdos de París en 2015, pero que, sin embargo, quedaron en papel mojado. La propia Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), en su último informe, explicaba que España es uno de los países que más sufre el calentamiento global, con temperaturas que han subido hasta 1,7ºC desde la época preindustrial, y 1,3ºC en los últimos 60 años.
Las conclusiones son claras: cualquier calentamiento hace que nuestro planeta sea más inseguro, y el reciente informe del IPCC muestra que hasta que el mundo no alcance los gases de efecto invernadero netos, el planeta seguirá calentándose. Ya estamos viendo estos impactos a nivel mundial y ya sabemos que las consecuencias de la crisis ambiental recaen de manera desproporcionada en aquellos países y comunidades que menos han contribuido al problema. Un escenario de emisiones igual al creado hasta ahora significa un desastre para el planeta. Los gobiernos deben aprovechar esta oportunidad, explican, para proponer ambiciosos objetivos climáticos por el bien de la salud de la población mundial y de las generaciones futuras.