Las medias verdades, los datos parciales y las informaciones incompletas producen monstruos en la era de la viralidad, especialmente ante acontecimientos dramáticos como la erupción del volcán de Cumbre Vieja en la isla de La Palma en Canarias. La teoría sobre un potencial megatsunami capaz de alcanzar Nueva York se revitalizaba pronto en las redes sociales, solo para ser descartada por los especialistas. Sin embargo, días después, Joan Martí, director del Instituto Geociencias Barcelona del CSIC, declaraba a EL ESPAÑOL que "el megatsunami es posible, aunque poco probable". '¿Con qué nos quedamos?', se preguntará con razón el lector.
La realidad es que los expertos no pueden descartar la posibilidad de potentes tsunamis en el archipiélago, porque la historia geológica de las islas demuestra que han ocurrido con anterioridad. Un estudio publicado este mismo verano en la revista GeoHazards revelaba que el inconfundible paisaje canario está marcado por las potentes catástrofes naturales que lo han esculpido en el último millón de años. Los investigadores documentaban en base a sedimentos que algunos tsunamis habían alcanzado los 290 metros por encima del nivel del mar, "algunos de los más altos conocidos sobre la Tierra en épocas geológicas recientes".
Esto no significa, sin embargo, que todas las erupciones en Canarias conlleven riesgo de tsunami. Es necesario que se produzca un "gran deslizamiento de tierra" al mar -en la teoría del megatsunami de La Palma, tendría que desprenderse "el flanco oeste" de la isla- que vendría anunciado por una elevada sismicidad, síntoma de "inestabilidad". Tal y cómo explicaba Martí a este diario, estas circunstancias no se están dando en la erupción de Cumbre Vieja. "¿Sería posible, que no quiere decir probable? Sí, porque se ha producido. Ahora, que sea probable que se produzca ahora... yo diría que la probabilidad es muy baja".
A dónde mira Martí es hacia otra isla: Tenerife, hogar del Teide, un volcán "intrigante" y vivo que podría causar una "catástrofe descomunal" en caso de entrar en erupción. Incluido el megatsunami: según revelaba en La Vanguardia, el próximo trabajo que publicará Journal of Geophysical Research: Solid Earth plantea que el terrorífico fenómeno en cadena acontecido hace 170.000 años -una erupción que barrió "a ras de suelo" con gases hirvientes, colapsó un flanco entero cavando lo que hoy es el valle de Icod, y levantó olas de más de cien metros- puede volver a ocurrir como parte de la "evolución geológica" de la isla.
Así fue el megatsunami de Tenerife
La gran catástrofe había sido descrita en un artículo publicado en 2017 en Nature Communications por investigadores del Instituto Volcanológico de Canarias y del Museo Nacional de Ciencias Naturales, en colaboración con el 'Laboratoire Magmas & Volcans' francés. El estudio de las capas de sedimentos en la costa noroeste de Tenerife permitió a los geólogos delimitar cuántos fenómenos sísmicos habían desplazado material significativo: rocas volcánicas, fósiles marinos (bivalvos, corales) o restos continentales (lagartos, gasterópodos).
Así, sus excavaciones revelaron que el evento había constado no solo de un tsunami, sino de dos. Con el primero, las olas habían llevado restos marinos a 50 metros por encima del nivel del mar; con el segundo, hasta los 132 metros. Además, los sedimentos rocosos de la segunda oleada no correspondían con el sustrato de material basáltico local, sino que se relacionaban con una erupción explosiva registrada a kilómetros de distancia en El Abrigo, parte del edificio volcánico que también sustenta al Teide y Pico Viejo.
Aunque persisten incertidumbres sobre el evento, la evidencia apunta a que el primer tsunami partió del debilitamiento del flanco de la costa norte de Tenerife a nivel submarino, lo que provocó un deslizamiento de tierras que cayeron al mar y azotaron las costas depositando el sustrato basáltico. La eruptividad prosiguió en lo que entonces era el volcán de Las Cañadas, que acabó reventando por el lado norte, formando la depresión que ahora conocemos y derrumbando un centenar de km3 en forma de escombros por una ladera ya arrasada. En un escenario apocalíptico, el segundo tsunami alcanza los 130 metros de altura.
Un fenómeno en proceso
La circunstancias de la formación Las Cañadas han sido objeto de controversia hasta fecha reciente. Concurrían dos teorías: la primera respalda la versión del deslizamiento de tierras que derrumbó un flanco del volcán y formó el valle de Icod, mientras que la segunda plantea un derrumbe del edificio volcánico sobre sí mismo cuando la cámara magmática perdió presión tras la erupción. Tal y cómo publicó Martí en 2019, no hay contradicción entre ambas hipótesis si se asume que ambos acontecimientos estuvieron "temporalmente e incluso mecánicamente relacionados".
En el nuevo trabajo, el investigador parte de esta base para simular qué pasaría si se repitiera a partir de un hundimiento del Teide, con corrimientos de tierras y la formación de un nuevo valle de Icod, aunque precisa que la cámara del volcán está todavía "en fase de desarrollo y crecimiento", y no estará justificada su "hundimiento en forma de caldera".
"Los modelos están ahí. Hay uno para Tenerife basado en un evento ocurrido hace años y también genera un tsunami muy grande, que llegaría a Estados Unidos. La otra cuestión es: ¿eso podría ser? ¿Se puede producir y, si se produce, sería así? A esto hay que responder "sí". ¿Qué probabilidad tengo de que esto ocurra? Aquí hay que responder que es muy, muy baja", declaraba a este diario.