Mar Gómez, climatóloga: "Las cabañuelas no tienen fundamento: si predijeron Filomena sería casualidad"
"Es coherente tener síntomas mentales y físicos cuando cambia el tiempo" / "Muchos negacionistas, si les informas, cambian de parecer y lo agradecen" / "Lo grave es que los fenómenos extremos son cada vez más frecuentes".
12 febrero, 2023 02:47La información meteorológica está inmersa en una paradoja: nunca hemos tenido tanta, precisa y actualizada en nuestros dispositivos, mientras que al mismo tiempo la desinformación se cuela sin ambages. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) tuvo que lanzar recientemente una inédita alerta contra las pseudociencias de predicción, las famosas cabañuelas, que acaparan la atención de las búsquedas en la red. Los efectos del cambio climático se hacen notar en veranos cada vez más tórridos y largos seguidos de eventos invernales insólitos como la borrasca Filomena, pero el debate se enreda en la negación de lo evidente y las polémicas capciosas.
Por eso, voces como la de Mar Gómez, doctora Cum Laude y licenciada en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense de Madrid, investigadora de Física Atmosférica y Climatología, y responsable de meteorología de eltiempo.es, son tan reconocidas. Desde sus redes sociales, la experta divulga con cercanía y rigor. Este enfoque científico es el que traslada a su última obra, Meteoro-sensibles [Península]. Si los cambios de tiempo alteran mi humor o mi ánimo, o me provocan dolores, ¿es un fenómeno natural y físico o nos condicionan otros factores? Con la bibliografía científica en la mano, estos son los resultados de su indagación.
¿Cómo definiríamos en términos científicos a una persona 'meteorosensible'?
Es una persona que sufre unos síntomas físicos o mentales ante determinados cambios de variables meteorológicas, como pueden ser la temperatura, la humedad, el viento o la presión cuando salimos de nuestra zona de confort climática. Esta suele estar entre los 20 y 25ºC de temperatura, con poco viento y una presión atmosférica normal.
¿Hay una relación fuerte entre la meteorología y los dolores articulares e inflamatorios?
Sí, y es una de las cosas que me propuse investigar porque yo misma sufría dolencias articulares. Siempre he escuchado a personas decir: 'Oye, parece que va a llover, me duele la pierna, la rodilla...'. Había que averiguar si realmente tiene un fundamento científico. Y para dos grandes enfermedades reumatoides, la artrosis y la artritis reumatoide, se ha determinado que los cambios de presión -la llegada de un anticiclón o una borrasca- pueden empeorar los síntomas aunque no la enfermedad. Además, la inactividad en casa por el mal tiempo puede empeorar el dolor articular.
El concepto de 'confort climático' es clave. ¿Vamos hacia una situación climática de mayor estrés y tensión?
Sí, y España es uno de los países en los que más empeora, con las olas de calor en verano. Los próximos años serán decisivos para adaptarnos al calentamiento, pero es muy posible que muchas personas no lo consigan. En algunas regiones va a dejar de llover, y eso afecta tanto a nuestra salud física como a la mental. A nivel corporal, no sabemos cómo va a evolucionar esta situación de calor extremo, que se relaciona con dolores de cabeza, insomnio, problemas musculares calambres. Y también en lo emocional con un ánimo más alterado, ira e irritabilidad.
Esas alteraciones en la salud mental y emocional, según recoge, se relacionan también con la inseguridad y la criminalidad.
Obviamente, el calor no es el responsable de que tú cometas un crimen o delincas, pero sí es un factor importante a la hora de desencadenar ese comportamiento. En personas que tengan esas tendencias y sean meteorosensibles, es posible que se encuentren más coléricas durante las olas de calor. Dormimos peor, nuestro cerebro se hiperactiva. Descansamos mucho peor con noches tropicales en las que la temperatura no baja de los 20 grados, incluso de los 25ºC de mínima como ha pasado en el Mediterráneo. Es un impacto totalmente devastador. Pero no es la única variable meteorológica, otra muy importante es el viento.
Hay toda una tradición cultural y simbólica sobre los 'vientos de la locura'. ¿Tiene base científica?
Yo empecé a sentirlo cuando me mudé fuera de la ciudad, el viento me impedía tener confort en mi casa. Encontré un ejemplar de El efecto de los iones de Fred Soyka. Él se mudó a Ginebra y empezó a experimentar problemas en su salud física y mental. En esa ciudad hay un potente efecto Foehn: cuando una masa de aire se comprime contra la cima de una montaña, baja por la otra ladera con una temperatura muy alta, muy poquita humedad y una carga eléctrica de ionización positiva. En Israel, el médico Felix Gad Sulman había investigado los efectos de un viento del desierto similar, el sharav. Estos estudios y otros que aparecen en el libro nos confirman que ese tipo de vientos afectan a la salud de parte de la población, incluso a las tasas de suicidio.
Una réplica habitual entre los círculos negacionistas es que "si estas cosas llevan sucediendo desde siempre, ¿por qué preocuparnos ahora?"
¡Yo tengo la respuesta! [ríe] El planeta ha pasado obviamente por muchísimos cambios climáticos, pero todos se han producido a lo largo de miles de años. Nosotros afrontamos un calentamiento global muy rápido y provocado por nosotros mismos. Si hubiéramos vivido los cambios climáticos anteriores, el aumento de temperatura habría sido tan gradual que no nos hubiera dado tiempo a percibirlo, salvo catástrofes como el impacto de un meteorito.
Desde que comenzó el siglo XXI, de hecho, encadenamos récords de temperaturas anuales en todo el mundo.
Ha habido récords de temperatura en Canadá, olas de calor en Europa, hemos tenido más de 45 grados en el sur de España... nos estamos enfrentando a temperaturas muy elevadas. Y tiene un impacto en otros ámbitos meteorológicos más extremos, como las lluvias torrenciales en Pakistán que han sufrido este año y no se habían vivido en décadas. Son fenómenos que entran dentro de la normalidad cuando ocurren cada X años, pero cada vez son más frecuentes, y eso es lo grave.
Y esto colabora con otros factores dañinos para la salud pública, como son la contaminación y las epidemias.
Está demostrado que las micropartículas de la contaminación provocan un deterioro cognitivo, pérdida de memoria y de concentración, y alteraciones del comportamiento sobre todo en niños y adolescentes. En cuanto a las pandemias, el calentamiento global está fundiendo el permafrost, la capa de terreno congelada en las zonas más frías del planeta. Dentro hemos encontrado de todo, incluso virus prehistóricos. Otro peligro es la deforestación. Los animales que ya no pueden residir ahí se tienen que mover a otra zona, interactúan con otros animales y con personas, y eso puede favorecer la aparición de enfermedades zoonóticas.
Como científica y divulgadora, ¿ha percibido un aumento de la agresividad en los mensajes negacionistas que recibe en redes?
No sé por qué, pero a las personas que defendemos la lucha contra el cambio climático y un modo de vida más sostenible se nos tiende a vincular con ideas políticas. Se nos acusa de un trasfondo oculto: "te están pagando por decir esto", "estás engañando"... Yo siempre me baso en la ciencia, en los datos que tenemos del IPCC de la ONU o la NOAA de Estados Unidos, que miden las concentraciones de CO2 a lo largo de las últimas décadas. Hay un porcentaje importante de negacionistas, sí. Pero he de decir que también hay muchos que, cuando les das argumentos y les informas, cambian de parecer y te agradecen la labor.
Pero estamos asistiendo a polémicas inconcebibles en otra época, como si los colores en los mapas del tiempo son alarmistas o no.
¡Es que, desafortunadamente, nos quedamos sin escala de colores! Obviamente, no ponemos un rojo más intenso porque queramos asustar a la gente. Pero si antes el rojo correspondía a los 40 grados, y ahora pronosticamos entre 45 y 50ºC, hay que buscar un tono más granate, mucho más oscuro en la paleta de color. Si fuera frío, haríamos lo mismo. De hecho, para Siberia hemos ampliado esa escala de colores fríos porque realmente la de España no nos llega.
Un fenómeno alternativo es el de la popularización de las pseudociencias basadas en tradiciones. ¿Por qué no paramos oír hablar de las cabañuelas?
¡Ni yo misma sé lo que está pasando! Nosotros proporcionamos pronósticos basados en ciencia, con un equipo de expertos meteorólogos, físicos, geógrafos... y se está dando cabida a una información que no tiene ningún fundamento científico. Se dice que las cabañuelas pronosticaron la borrasca Filomena. Bueno, yo no vi ese pronóstico por ningún sitio, pero si hubiera sido así, sería mera casualidad. He visto previsiones de cabañuelas que dicen que en enero va a nevar. Yo también te puedo decir que en verano va a hacer calor. Si nos regimos por la climatología, es obvio lo que va a pasar en determinados meses. No sé por qué se le da tanta cabida.
¿Pero no causa confusión decir que algunos saberes tradicionales sí tienen base, como los dolores y el cambio del tiempo, pero las cabañuelas no?
Bueno, el libro está basado en papers y artículos científicos, así como en estudios que se han hecho con pacientes clínicos. Vivimos inmersos en una atmósfera. Cuando hay cambios atmosféricos, nuestra salud lo percibe. Hay una larga biografía, un trabajo de décadas con mucha investigación por delante porque algunos estudios que están del todo alineados. Las cabañuelas no hablan de nada eso: aseguran que, en función de cómo se comporta el tiempo en determinados días del mes de agosto, así se va a comportar a lo largo de los meses del año.
Incluso cuando hablemos de la astenia primaveral que está a punto de llegar, las voces médicas nos dirán que tiene mucho de mito.
La astenia no es una enfermedad sino una serie de síntomas que tu cuerpo puede experimentar en relación a varios factores: el aumento de la radiación solar, más horas de luz, las alergias que nos hacen sentir peor... Uno puede percibir coherentemente que está reaccionando con respecto a los cambios de tiempo. No es un motivo para ir al médico, pero hay que ser conscientes de que estos procesos fisiológicos naturales. Si tengo tendencia a sufrir migrañas, puedo anticiparme si sé que viene una borrasca.
¿Estamos dando suficiente importancia a los eventos extremos en España? Las olas de calor este verano han tenido una mortalidad terrible.
Hay algo que no funciona: yo me he encontrado con gente haciendo deporte a las tres de la tarde con más de 40 grados en la calle. Hay que empezar a pensar en crear una infraestructura frente a los fenómenos extremos, igual que tenemos protocolos de calidad del aire. Con Filomena, se dio la información una semana antes, y aún así hubo gente que se quedó atrapada en carretera. España va a necesitar un sistema de emergencias como otros países con meteorología extrema. ¡Si tuviera tiempo, lo montaba yo misma!