El agua de la superficie del Atlántico nunca ha estado tan caliente: la tragedia que se avecina
Los termómetros registran estos días 20,3ºC, muy por encima de los 19,8ºC que marcaban en estas mismas fechas en 2023.
27 febrero, 2024 01:34"El agua es como caldo" ha sido una de las frases más repetidas por los bañistas este verano. No sólo el Mediterráneo alcanzó su temperatura media más alta de las últimas cuatro décadas, zonas del Atlántico Norte se colocaron entre 5º y 7º por encima de la media, hecho que preocupa a los científicos. Aunque a los fans del agua caliente reciban esta noticia a las mil maravillas, los expertos avisan que este fenómeno tendrá consecuencias inmediatas graves y consecuencias futuras impredecibles.
Por desgracia, la tónica parece que no va a cambiar. Es más, parece ir a peor. Según los datos que actualiza diariamente el Instituto del Cambio Climático de la Universidad de Maine (Estados Unidos), 2024 ha comenzado con unos datos mucho más altos que con los que empezó 2023, cuando batió todos los récords. "Ahora mismo está en unos 20,3º; el año pasado estaba en 19,8º. Medio grado puede no parecer mucho, pero hay que tener en cuenta que el Atlántico es una superficie enorme", explica a EL ESPAÑOL Roberto Granda, meteorólogo en eltiempo.es.
Tal y como arrojan los datos de la Universidad, el peor momento del año pasado tuvo lugar el 30 de agosto de 2023. La superficie del Atlántico Norte alcanzó su temperatura más alta jamás registrada, 25,4º. El dato era de esperar, pero no por ello menos dramático. Como apunta Granda, que una superficie de agua tan grande presente estas anomalías es una señal más de la emergencia climática en la que estamos sumidos.
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El Cambio Climático parece tener bastante que decir respecto a este fenómeno. No hay que olvidar que los océanos son el mayor sumidero de carbono del planeta: el agua se encarga de absorber el exceso de calor y energía liberados por las emisiones de gases invernadero. Tal y como calcula el Plan de acción contra el Cambio Climático de la ONU, el océano ha embebido alrededor del 90% del calor generado por las emisiones al alza.
"La subida de las temperaturas, tanto en el aire como en los océanos y los mares, tiene una relación directa con el Cambio Climático, pero el hecho de que marque máximos depende de otros muchos factores", matiza Granda.
Un fenómeno multifactorial
En esta línea, el experto habla de un posible efecto inesperado de la regulación de los niveles de azufre en el combustible empleado por los barcos. Se cree, tal y como teorizó un artículo publicado en la revista Science, que el dióxido de azufre liberado por los barcos podría estar detrás de la creación de nubes con capacidad para impedir que la luz del Sol alcance el agua y eleve su temperatura. Sin esas emisiones, menos nubes. A menos nubes, mayor temperatura del agua.
"No hay estudios que lo confirmen, pero se sospecha que esto es algo que puede tener relación", prosigue el meteorólogo. La erupción del volcán submarino Hunga Tonga, producida en 2022, y la llegada de El Niño, son otros de los factores que coinciden con estos tiempos de anomalías, aunque no hay nada demostrado. Como incide Granda, hacen falta investigaciones sólidas que examinen el fenómeno.
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De momento, un trabajo publicado en Frontiers in Marine Science en 2023 confirmó que las aguas del Atlántico Norte son más cálidas y más ácidas que hace 40 años. El texto constata que desde 1983 se ha observado un aumento de 0,24ºC por década, lo que se traduce en un océano 1ºC más cálido desde que se tienen registros. Además, durante dicho periodo, la salinidad había aumentado +0,136 y la pérdida de oxígeno había sido de un 6%.
En este estudio en concreto, realizado a unos 80 kilómetros al suroeste de las islas Bermudas, los investigadores achacan el fenómeno a la absorción de CO2 antropogénico de la atmósfera, principalmente.
Un futuro incierto
"De momento, no hay nada que indique que la situación no se pueda revertir, pero los datos ya señalan que 2024 ha empezado peor que el año anterior", avisa Granda. "Estamos en la época de mínimos de temperatura y, a partir de ahora, debería empezar a subir", prosigue.
Las consecuencias inmediatas de que esto esté sucediendo son cambios en la vida marina y en la propia especie humana. De hecho, en el pasado junio aparecieron en las costas gallegas miles de ejemplares de longueirón y coquina muertos. La Xunta lo atribuyó a la elevada temperatura de las aguas.
Granda añade que un océano más caliente también supone que haya más energía disponible para procesos atmosféricos como tormentas, ciclones y huracanes. "El año pasado tuvimos en la Península una borrasca que tenía características más propias de latitudes tropicales que de la nuestra", recuerda.
De momento, nadie tiene una bola de cristal para saber qué ocurrirá en años venideros. Los expertos ponen el aviso en el hoy y en el ahora, pero como advierte Granda, si las peores predicciones se cumplen, en el futuro "podemos tener una cascada de fenómenos que puede tener consecuencias a largo plazo impredecibles y que ahora mismo no podemos concebir".