El demonio está en los carbohidratos o al menos desde que se dejó de demonizar a las grasas para ampliar el rango de los culpables de la epidemia de obesidad que asola al planeta. Pero se sabe que existen carbohidratos mejores o peores para el organismo y que alimentos muy saludables como las frutas y las verduras son ricas en este nutriente. Entonces, ¿cómo saber qué comer para alejar los malos de nuestra dieta?
La ciencia ha dado una respuesta que se ha convertido en el último concepto de moda en el mundo de la nutrición. El índice glucémico (o glicémico, ambos términos son correctos) es la cifra definitiva, el numero en el que debemos fijarnos para conocer las bondades de un alimento.
Según explica a EL ESPAÑOL la secretaria de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), Susana Monereo, el índice glucémico (IG) mide la capacidad de un alimento de subir la glucosa en sangre, que depende sobre todo del azúcar que contenga el producto y de cómo está éste en el alimento.
"No quiere decir que tengan más o menos calorías", subraya pero sí "está ya muy estudiado" y se ha convertido en "recomendación importante" reducir el consumo de alimentos con un IG elevado, es decir, a partir de 70.
La razón principal es que este parámetro se acompaña de una mayor producción de insulina que, al no poder ser utilizada por las células, se convierte en grasa. "Si se estimula mucho la insulina, se acumula grasa", señala la experta.
Sorpresas en la lista
Pero al echar un vistazo al IG de los distintos alimentos y fijarnos en los que lo tienen más elevado, llama la atención la variedad. Por ejemplo, no sólo hay snacks o bollería industrial -a la que se le presupone esta característica-, sino también vegetales y legumbres.
Además, llama la atención cómo puede variar el IG de un mismo producto según esté cocinado, algo que también comenta Monereo. "Es más alto cuanto más se cocina", apunta. La endocrinóloga comenta que también influye cómo se consume el alimento, si solo o acompañado de otros. "Se sabe por ejemplo que el azúcar sube más deprisa si te tomas un helado solo que si lo haces de postre, después de una comida rica en proteínas".
Sin embargo, y aunque la médica tiene claro que es un buen parámetro en el que fijarse a la hora de optar por uno u otro alimento, no cree que sea el único. "También hay que fijarse en la densidad calórica del mismo, en su contenido en fibra o en si tiene agua", comenta.
Como ejemplo de esto último, el melón, una de las frutas con un IG más alto -80- que, sin embargo, tiene muchísima agua. "Si eres muy purista con esto, no tomarías nada de fruta, porque todas tienen un IG medio, ninguna bajo", concluye.
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