Pantagruélicas comidas y cenas por Navidad, torrijas y dulces por Semana Santa, y cervecita y chiringuito en verano: la relajación de los patrones dietéticos y el dejarnos llevar por las comidas apetecibles durante las vacaciones tienen un precio. Para los españoles, supone unos tres kilos más de media entre junio y septiembre, según la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición. Es un problema que no se resuelve emplazándolo a la próxima 'operación bikini', porque con frecuencia no se llega a recuperar el peso previo y el engorde se vuelve acumulativo con los años.
No existen milagros: mantenerse en forma pasa inevitablemente por seguir unos hábitos nutricionales equilibrados -con comidas en las que no falten las proteínas vegetales y otros nutrientes como la fibra, al tiempo que controlan las calorías y el azúcar- y una práctica sostenido del ejercicio físico. Ambos factores suelen descuidarse durante los días de asueto, pero investigadores de la Universidad de Georgia (UGA) de EEUU acaban de describir una estrategia a tiempo para el verano que pone freno a la ganancia de peso de forma sencilla e intuitiva. Sus conclusiones ha sido publicadas en la revista Obesity.
"Las vacaciones de Navidad y verano son probablemente las dos ocasiones del año en las que la gente es más susceptible de ganar peso en un corto periodo de tiempo", afirma Jamie Cooper, profesora del Departamento de Nutrición y Dietética del Colegio de Ciencias del Consumo y la Familia de la UGA, y autora principal del estudio. "Las vacaciones pueden, de hecho, tener un fuerte impacto sobre la salud a largo plazo de una persona". Para comprobar sus hipótesis, se diseñó una prueba con 111 voluntarios entre los 18 y los 65 años, de ambos sexos y en buen estado de salud, y que duró 14 semanas con un periodo festivo entre medias.
Antes del comienzo del estudio, se pesó a cada participante para establecer el punto de partida. Tras ello, se dividieron en dos grupos. Uno de ellos sería el grupo de control, y no recibió más instrucciones que las de comportarse como lo haría normalmente en vacaciones. Al segundo grupo, el de intervención, se le pidió en cambio que tratase de no engordar durante ese período. La manera de conseguirlo quedaba enteramente en sus manos: los investigadores de la UGA proporcionarían información sobre las fluctuaciones de su peso tan a menudo como ellos lo solicitasen.
Lo que observaron al término del proceso es que algunos participantes habían logrado no solo no ganar peso sino que en algunos casos lo habían perdido, mientras que en el grupo de control habían engordado de forma homogénea. Los que se mantuvieron o adelgazaron habían llevado a cabo una práctica controvertida, que ya ha dado muestras de ser efectiva en entornos controlados para la pérdida de peso pero que los Dietistas-Nutricionistas tienden a desaconsejar por ser fuente de frustración y confusión para los pacientes. Se trata de la costumbre de pesarse todos los días.
Según los autores, la decisión de controlar su peso cada día y de visibilizar su progreso ayudó a los participantes a tomar decisiones informadas, algo especialmente determinante en las personas con sobrepeso -que suelen coger más peso en términos cuantitativos en vacaciones- y las deportistas, que tienen a perder durante el asueto el factor protector que tiene el entrenamiento el resto del año. "A lo mejor decidían hacer un poco más de ejercicio o comer un poco menos al día siguiente", explica Cooper. "Los sujetos seleccionaron cómo modificar su comportamiento, y eso puede ser efectivo, porque las intervenciones no funcionan igual de bien para todo el mundo".
La estrategia de pesarse cada día serviría por lo tanto como toque de atención para un periodo concreto, las vacaciones, en el que somos menos vigilantes y más indulgentes a los excesos. "La gente reacciona de manera muy intensa cuando percibe las discrepancias o diferencias entre su estado actual y su estándar o su objetivo", explica la segunda autora, la prof. Michelle vanDellen. "Ver esa discrepancia tiende a desencadenar un cambio de actitud. Y pesarse cada día termina teniendo ese efecto sobre las personas de una forma muy clara".
Una limitación para el estudio, no obstante, es que los participantes tuvieron acceso a herramientas gráficas que mostraban la curva de su ganancia de peso de manera precisa. Tales despliegues de tecnología no se encuentran en las básculas tradicionales, por lo que concluyen que hay que investigar más sobre si conocer el mero dato de peso diario tiene un efecto igual de potente.