Los hay de todos los tipos y colores -nunca mejor dicho-: de hielo, de vainilla, de yogur, en barra, con pepitas de chocolate, en bolsita de plástico, en tarrina, en cucurucho y en modo sandwich. Los helados son un ‘must’ del verano. De hecho, un verano sin helado es mucho menos verano. Sin embargo, la triste realidad es que los helados (y mucho menos aquellos que se elaboran de forma industrial) deben consumirse en contadas ocasiones. Así lo advertía Blanca García-Orea hace unas semanas en un artículo en EL ESPAÑOL: "Ningún [helado] se salva. Ni los sin gluten ni los sin nada".
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha analizado el perfil nutricional de 106 helados distintos que podemos encontrar en los supermercados españoles. Tal y como explicaba la propia organización, los helados son un alimento que, por su naturaleza, contienen una gran cantidad de materia grasa y azúcares y, por ende, de kilocalorías. Sin embargo, no es lo mismo un helado de agua (90 kilocalorías/100 gramos) que un helado de crema (230 kilocalorías/100 gramos) o un sorbete (83 kilocalorías/100 gramos).
En cualquier caso, conviene tener claro que, desde el punto de vista nutricional, no existe ningún helado bueno. Sí podríamos hablar de los helados menos malos.