Un estudio pionero con catorce adultos que sufrían los problemas cognitivos asociados a las primeras fases del alzhéimer indica que una alimentación rica en grasas y baja en carbohidratos, las características de la 'dieta cetogénica' o 'keto', puede incidir en la mejora de las funciones cerebrales y en la memoria. Así lo indican investigadores del Centro Médico Johns Hopkins en un artículo publicado en Journal of Alzheimer's Disease.
La principal dificultad para el trabajo, señala, fue encontrar a participantes que estuvieran dispuestos a alimentarse de una forma restrictiva durante tres meses -o, según el caso, que tuvieran parejas dispuestas a controlar su dieta. Pero aquellos que lograron seguir una versión de la 'dieta Atkins', de tipo cetogénico, preparada ex profeso para el ensayo, demostraron "pequeñas pero significativas mejoras" en los tests de memoria en comparación con quienes comieron bajo en grasas.
"Si pudiésemos confirmar estos resultados preliminares, emplear cambios dietarios para mitigar la pérdida cognitiva en los estadios preliminares de la demencia lo cambiaría todo", afirma Jason Brandt, profesor de Psiquiatría, Neurología y Ciencias del Comportamiento de la Escuela de Medicina de la Johns Hopkins y uno de los autores del estudio. "Sería algo que más de 400 ensayos con fármacos experimentales no han conseguido lograr en los ensayos clínicos".
Según explica Brandt, el combustible primario para el cerebro es la glucosa, un azúcar producido al metabolizar los carbohidratos. Estudios previos indican que, en la fase temprana de la Enfermedad de Alzheimer, el paciente pierde la capacidad de usar esta fuente de energía. Pero, a partir del estudio de la actividad cerebral en base a escáneres neuronales, los investigadores observaron que las cetonas, procedentes de la grasa dietaria, pueden usarse como fuente alternativa de energía cuando el deterioro neurológico no está avanzado.
Una prueba de disciplina
Una dieta cetogénica, rica en grasas y pobre en azúcares y almidones, puede incentivarlo. Para comprobarlo, los investigadores reclutaron a 27 personas para un estudio dietético de doce semanas, con una edad de 71 años de media. Sin embargo, solo 14, de ambos sexos, consiguieron llegar hasta el final. Todos ellos, además, contaron con un controlador, que frecuentemente se trató del cónyuge. Esa persona fue la responsable de llevar los diarios de comidas y de asegurarse de que se entregaban las muestras de orina requeridas para el seguimiento del nivel de cetonas.
Nueve de los participantes siguieron la dieta Atkins modificada para restringir los carbohidratos a 20 gramos diarios o menos, frente a los 200-300 que se consumen de media en una dieta occidental. Los otros cinco se alimentaron con una variante de la dieta Mediterránea preparada por el Instituto Nacional del Envejecimiento y que no restringía los hidratos de carbono, al tiempo que incentivaba el consumo de fruta, verdura, leche desnatada, grano entero y proteínas magras como las que contienen el marisco o el pollo.
Los que se alimentaban de forma cetogénica lograron la mayor restricción de carbohidratos a las seis semanas, con 38,5 gramos diarios. Después, se dejaron llevar y para la semana 12 habían subido a 53 g. Los participantes del otro grupo, en cambio, superaron los 100 g de forma continuada. En paralelo, se les sometió a diversas pruebas cognitivas, entre ellas el Test de Evaluación Cognitiva de Montreal, el mismo que se empleó para determinar si Donald Trump estaba capacitado para ejercer la presidencia de los EEUU.
Los mejores resultados se obtuvieron en el grupo Atkins, pero no solo eso: ocurrió a las seis semanas, cuando estaban consumiendo menos hidratos de carbono y su concentración de cetonas en la orina era mayor. La mejora se observó notablemente en los resultados para la memoria a corto plazo. Sin embargo, el abandono progresivo de la dieta cetogénica que muestran los resultados a 12 semanas es el aspecto más pesimista para los investigadores porque sugiere que, a la larga, cansa a los pacientes.
"A menudo, la gente mayor nos dice que comer lo que les gusta es uno de los pocos placeres que les queda en la vida, y que no están dispuestos a renunciar a ello. Muchos de ellos dicen que prefieren tomar una píldora por muchos efectos secundarios que les produzca antes que cambiar su dieta", lamenta Brandt. Sin embargo, dado que las mejoras se dieron incluso en los menos disciplinados, los investigadores abordan ahora la posibilidad de una dieta 'keto' menos estricta suplementada con bebidas enriquecidas con cetonas.
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