El humo de segunda mano es un mal sobradamente conocido. Se trata del humo del tabaco consumido por otra persona, pero que se inhala involuntariamente al estar cerca de la misma por parte de un individuo no fumador. Dicho humo, a pesar de no tratarse de un consumo directo de tabaco, sí ha demostrado diversos perjuicios para la salud.
Existe otro problema de salud pública menos conocido, pero con daños sanitarios y económicos perfectamente cuantificables: la "bebida de segunda mano" o "alcohol de segunda mano". Esto no significa que se consuma alcohol de otros, o que dicho alcohol acabe de alguna forma en el sistema sanguíneo de un individuo diferente al consumidor inicial. Se trata de algo mucho más indirecto, pero que con el paso de los años ha ido ganándose un lugar como problema de salud pública.
De hecho, un reciente estudio realizado en los Estados Unidos ha sugerido que los efectos del alcohol de segunda mano podrían equipararse a los del tabaquismo de segunda mano. El trabajo, publicado en el Journal of Studies on Alcohol and Drugs, usó datos de dos encuestas nacionales de salud del país norteamericano realizada durante el pasado año 2015, donde participaron 8.750 adultos.
Según sus hallazgos, anualmente, uno de cada cinco adultos de los Estados Unidos (alrededor de 53 millones de personas) experimenta algún tipo de daño indirecto causado por el consumo de alcohol por parte de otro individuo. Dichos daños implicarían situaciones como amenazas o acoso, agresiones físicas, conducción ebria (y accidentes de tráfico secundarios), e incluso problemas financieros o familiares.
Por otro lado, los autores sugieren que la carga del consumo de alcohol de segunda mano no se experimenta por igual. Por ejemplo, los jóvenes menores de 25 años serían los que más sufrirían los efectos del alcohol de segunda mano. Así mismo, en cuanto a diferencias por género, el 21% de las mujeres y el 23% de los hombres afirmaban haber experimentado daños secundarios al consumo de alcohol por parte de otras personas.
En el caso de los hombres, los daños experimentados se producían a cargo de desconocidos, sufriendo daños en propiedades, vandalismo o agresiones físicas. En el caso de las mujeres, por su parte, el individuo bebedor solía ser algún miembro de su familia, y los daños serían principalmente financieros o bien problemas en el hogar.
Esta no sería la primera vez que se estudian las consecuencias del alcohol de forma indirecta. De hecho, en investigaciones anteriores ya se habría sugerido precisamente esta diferenciación entre sexos, donde las mujeres sufren las consecuencias del alcoholismo familiar, mientras que los hombres sufren las consecuencias del alcoholismo ajeno.
Además, el estudio también sugiere que los individuos que bebían, pero no en exceso, tenían el doble de riesgo de sufrir acoso, amenazas o daños relacionados con la conducción por el consumo de alcohol de otra persona.
El alcohol, una droga muy problemática
El alcohol suele ser una droga de abuso problemática, aunque sea de consumo legal. Se conocen sobradamente los problemas asociados a su consumo, incluso en cantidades mínimas. Sin embargo, como destaca el médico Sven Andréasson en su comentario sobre el nuevo estudio, los problemas de salud vinculados al consumo de alcohol solo son una parte del impacto total del mismo.
El alcohol por sí solo destaca como la sustancia que produce más daños, respecto a otras drogas de abuso. Si además se combinan estos daños directos, con los daños indirectos a otros usuarios no consumidores, el alcohol vuelve a ser la droga de abuso más problemática. Incluso por delante del tabaco, heroína, cocaína y otras sustancias.