No se lo van a creer, pero en la marketiniana industria de la alimentación hay productos envasados que son realmente saludables. Ahora, distinguirlos de aquellos que realmente no lo son es desde hace tiempo una tarea más que complicada. Los fabricantes juegan con reclamos como "natural", "casero", "artesano", "integral", "bajo en", "0%", "bio" o "eco" para hacernos creer que estamos ante productos más saludables de lo que realmente son muchos de ellos.
Es cierto que algunos de estos reclamos están regulados por ley, como en el caso del pan integral. Sin embargo, hay algunos alimentos ultraprocesados como las galletas integrales o los zumos, que nos venden como naturales, que también pueden incluirlos, y que sin embargo están muy lejos de ser alimentos recomendables. Más bien, todo lo contrario. De hecho, un estudio publicado hace sólo unas semanas en el que se analizaron más de 13.000 productos de supermercado concluyó que más de dos tercios de los alimentos a los que tenemos acceso son ultraprocesados y, por ende, perjudiciales para nuestro organismo.
La triste realidad es que sólo podemos fiarnos del listado de ingredientes que encontramos en la parte posterior de los envases. Y descifrarlo no es precisamente fácil. La conocida divulgadora y nutricionista Marián García (aka Boticaria García) señala en su último libro, El jamón de York no existe, que las etiquetas de los productos que encontramos en el supermercado son auténticos "jeroglíficos" y que, realmente, "lo único que sabemos es que hay cosas que nos suenan bien y otras que nos suenan mal, pero quizá sin mucho criterio porque nadie nos ha enseñado a leer etiquetas".
En un contexto como éste, en el que la quimiofobia campa a sus anchas, ¿cómo podemos distinguir realmente si un alimento es sano o insano? ¿Cómo podemos saber si un gazpacho, un tarro de guacamole, o unas tortitas de arroz, productos a priori saludables, son realmente adecuados para nuestra dieta? El truco está en el número de ingredientes. Por lo general, si acudes a la etiqueta de un producto que, a priori, debería ser sano y cuenta con más de cinco ingredientes, sospecha, porque lo más probable es que no sea sano. De hecho, lo más probable es que se trate de un ultraprocesado.
No más de cinco ingredientes
El realfooding, el movimiento creado por el dietista-nutricionista Carlos Ríos, que aboga por "un estilo de vida basado en comer comida real y evitar los ultraprocesados", basa parte de su filosofía en esta norma. Así, los alimentos que los realfooders llaman comida real (frutas, verduras o frutos secos crudos, por ejemplo) o buenos procesados (el queso fresco, la verdura en conserva o el caldo de pollo, entre otros) suelen ser productos que cumplen esta norma. Los primeros, de hecho, sólo tienen un ingrediente o directamente carecen de etiqueta.
"El buen procesado suele estar envasado y lleva una etiqueta nutricional donde figuran de uno a cinco ingredientes, entre los cuales no se encuentran cantidades significativas (menor o igual al 5-10% del total) de azúcar añadido, harina refinada o aceite vegetal refinado", se puede leer en el libro Come comida real. Una guía para transformar tu alimentación y tu salud (Paidós, 2019), publicado hace sólo unos meses por el nutricionista. "Estos productos deben ocupar un papel complementario en nuestro alimentación, y podemos incluirlos siempre que no desplacen el consumo de alimentos frescos", añade.
El caso del guacamole que podemos encontrar en el supermercado puede ser un buen ejemplo. En teoría, esta receta tradicional mexicana debe llevar aguacate como principal ingrediente, un poquito de cebolla, jalapeños y cilantro. Así, si acudimos a la etiqueta de esta marca, por ejemplo, podemos ver que el principal ingrediente (el que aparece siempre el primero de la lista) es aguacate, que conforma el 95% del producto. Incluye también cebolla y ajo deshidratado, jalapeño, cilantro, azúcar y sal (además de algunos conservantes).
No ocurre lo mismo con el guacamole de esta otra marca, cuyo principal ingrediente es el agua, después le sigue la cebolla, aceites vegetales varios, y cuya cantidad de aguacate en polvo (ni siquiera lo incluye en su forma natural), ya que no llega ni al 1%. En este caso, estaríamos ante un alimento ultraprocesado, que conviene evitar a toda costa. Así lo señala el propio Ríos en su libro: "Evita los ultraprocesados (más de cinco ingredientes en la etiqueta, entre ellos azúcares, harinas y aceites vegetales refinados, aditivos y sal). El consumo debe ser ocasional, como alguna vez al mes. La recomendación es que cuanto menos, mejor".
Así lo recomiedna