Las sustancias perfluoroalquiladas o PFAS son compuestos ampliamente utilizados en aplicaciones domésticas e industriales: desde revestir tejidos con el objetivo de hacerlos resistentes a las manchas y el agua, hasta sintetizar espumas antiincendios, sustancias abrillantadoras o incluso envases de comida rápida.
Su uso es amplio, pero sus potenciales efectos a largo plazo sobre la salud humana no se conocen totalmente. De hecho, durante los últimos años es cuando más estudios se han realizado acerca de estos compuestos, llegando a sugerir que pueden impedir la pérdida de peso o ser peligrosos para la salud humana.
Ahora, un nuevo trabajo publicado en la revista Environmental Health Perspective ha querido analizar la forma mediante la cual se puede reducir la exposición a estos PFAS. Y la respuesta es extremadamente simple: comer más en casa.
Las comidas caseras tienen muchos beneficios, siendo los más conocidos el uso de ingredientes saludables, menor cantidad de grasas y sal, y mayor control sobre las cantidades de comida consumidas, además de poder evitar conscientemente el consumo de alimentos procesados.
Ahora, además, las comidas caseras pueden anotarse un nuevo tanto: ayudar a reducir la exposición a los PFAS, sustancias químicas comunes en los revestimientos de los paquetes de comida rápida y comidas para llevar.
Así lo asegura una nueva investigación a cargo del Instituto Silent Spring, tras analizar datos de 10.106 participantes de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Estados Unidos (NHANES en sus siglas inglesas), realizada a cargo de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC). En dicha encuesta, los participantes respondieron a preguntas detalladas sobre su dieta, como qué comieron en las últimas 24 horas, los últimos 7 días, los últimos 30 días e incluso los últimos 12 meses. Además, también proporcionaron muestras sanguíneas mediante las cuales podían analizarse diferentes tipos de PFAS.
Según los resultados del estudio, aquellos individuos que comían más en casa tenían niveles de PFAS significativamente más bajos. La mayoría de dichas comidas, acercándose al 90% de las ocasiones, consistían en productos comprados en tiendas de comestibles. Sin embargo, por su parte, aquellos individuos que consumían más comida rápida o comidas preparadas en restaurantes, como las pizzerías, tenían niveles más altos de PFAS en su organismo. Para los investigadores, estos hallazgos sugerirían que las comidas rápidas y las comidas preparadas en restaurantes tienen una mayor probabilidad de estar contaminadas con PFAS, probablemente por tener un mayor contacto con envases que contienen dichas sustancias.
Como recuerda Laurel Schaider, PhD, coautora del estudio y especializada en química ambiental en el Instituto Silent Spring, este sería el primer trabajo que demostraría una relación entre determinados alimentos y los PFAS, sugiriendo además que existe una contaminación alimentaria importante dependiendo del tipo de envase utilizado. Pero, aún así, cabe destacar que este trabajo no analizó directamente los envases alimentarios ni los alimentos posiblemente contaminados, aunque los resultados son consistentes con investigaciones anteriores del mismo tipo.
Se sabe que existen multitud de fuentes de PFAS, desde los mencionados revestimientos de tejidos y envases, hasta sueltos y aguas contaminadas que exponen al ganado a los mismos PFAS. En estudios anteriores ya se sugirió que los individuos que consumen más palomitas de maíz de microondas tenían niveles más altos de PFAS, probablemente por la filtración de químicos desde las mismas bolsas hacia las palomitas. En esta ocasión sí se detectaron los mismos tipos de PFAS en las muestras sanguíneas que en los revestimientos de las bolsas de palomitas.
Para finalizar, cabe destacar que el nuevo trabajo no carece de algunas limitaciones: los datos fueron recopilados entre los años 2003 y 2014, y solo se incluyen resultados para PFAS de cadena larga; sin embargo, durante los últimos años, los fabricantes estadounidenses han ido reemplazando los PFAS de cadena larga por otras variedades más nuevas, pero con efectos adversos similares sobre la salud humana. Además, los envases no solo contienen PFAS, sino que pueden haber otras sustancias químicas sugestivas de afectar a la salud humana, como los BPA o los ftalatos, por lo que será necesaria más investigación al respecto.