La Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan) ha emitido una alerta sobre la comercialización de gominolas de la marca blanca en la cadena Bonpreu y fabricadas en España por la presencia de proteína láctea, un alérgeno no declarado en el etiquetado.
Según ha informado a través de su red de alertas, la Aesan tuvo conocimiento a través del Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (Sciri), de una notificación de alerta trasladada por las autoridades sanitarias de Cataluña, relativa a la presencia de proteína láctea no declarada en el etiquetado de varios tipos de gominolas producidas en España.
La empresa ha activado su procedimiento de gestión de alertas retirando los productos de la venta, tras la detección, en análisis de autocontrol, de la presencia de proteínas de leche en "algunos" lotes de productos.
Bonpreu ha decidido bloquear la venta y retirar, de forma preventiva, además de los lotes y productos afectados, todos los lotes de las Llaminadures Assortides Brillants de 200 gramos; Llaminadures Assortides Acides, del mismo peso; Llaminadures Ossets Sucre, de 150 gramos; Llaminadures Mores, de 150 gramos; Llaminadures Assortides Ensucrades, de 150 gramos; Llaminadures Assortides Ossets, de 200 gramos; Caramels Goma Ensucrats, de 135 gramos de peso; Xiclets melons, de 180 gramos y Llaminadures Fruites, de 150 gramos.
Estos productos sólo se han distribuido en Cataluña en tiendas propias de la empresa Bonpreu y, como medida de precaución, la Aesan recomienda a aquellos consumidores con alergia a la proteína láctea que pudieran tener estos productos en sus hogares que se "abstengan" de consumirlo aunque ha precisado que su consumo no comporta ningún riesgo para el resto de consumidores.
Además, ha informado de estos hechos a las autoridades competentes de las comunidades autónomas a través del Sistema Coordinado de Intercambio Rápido de Información (Sciri).
Diferencia entre alergia e intolerancia
La alerta afecta específicamente a las personas con alergia a las proteínas de la leche, pero esta afección es mucho menos común la intolerancia a la lactosa, una reacción digestiva totalmente diferente con la que se la confunde.
En la intolerancia a la lactosa, este "azúcar" (un disacárido) no es correctamente digerido por el intestino grueso, liberando sustancias de desecho como metano y algunos ácidos, que darán lugar en consecuencia a los típicos síntomas de dolor abdominal, hinchazón, espasmos, náuseas, vómitos y sobre todo diarrea.
Actualmente se especula que hasta un 70% de la población podría sufrir dicha intolerancia, sobre todo en los casos de adultos de origen asiático, africano o nativos americanos, ya que la mutación genética que permitió que los seres humanos se acostumbrasen a alimentarse de leche de vaca durante el neolítico se extendió principalmente por pueblos de Europa y Oriente Medio.
Para diagnosticar una intolerancia a la lactosa, es posible realizar una prueba denominada test de hidrógeno en el aliento, el cual cuantifica la presencia de hidrógeno, uno de los desechos de la lactosa. Sin embargo, es más común intentar retirar los productos con lactosa de la dieta y probar la tolerancia a los mismos sin realizar prueba alguna.
En el caso de la alergia a la leche, se produce una alergia a las proteínas de la leche de vaca (PLV), y no a la lactosa como tal. Los síntomas suelen iniciarse en los tres primeros años de vida y pueden llegar a desaparecer a los cuatro años. Los síntomas son similares a una intolerancia a la lactosa, pero con el factor añadido de la posible anafilaxia tras consumir leche.