El kéfir, popularizado recientemente en España, es un hongo de aspecto similar al de la coliflor, originario de la zona del Cáucaso. A través de sus bacterias probióticas (Lactobacillus acidophilus) y su levaduras produce una fermentación que, al mezclarlas con leche, da lugar a un producto derivado, similar al yogur líquido.
Los gránulos de kéfir son organismos vivos, por lo que van creciendo según van "comiéndose" la leche en el proceso de fabricación de la leche kefirada.
Éste yogur contiene minerales (como el calcio o el fósforo), vitaminas del grupo B (B1, B5, B9 y B12, biotina) y K y proteínas de fácil digestión, y además, contiene menos lactosa, por lo que es especialmente recomendable para intolerantes.
Más allá de su contenido en probióticos, Carlos Río, nutricionista y autor del libro Come comida real (Paidós, 2019), destaca los beneficios del kéfir en el tratamiento del la bacteria Helicobacter Pylori y su efecto antiinflamatorio.