La mentira del ayuno: por qué comer menos no significa siempre vivir más
Diversas investigaciones han sugerido durante mucho tiempo que comer menos mejora la calidad de vida, pero no siempre este es el resultado.
6 junio, 2020 02:24Noticias relacionadas
Durante los últimos años, no han sido pocos los estudios que han sugerido e incluso afirmado que comer menos es vivir más o, en otras palabras, que la restricción dietética o las dietas hipocalóricas eran la clave para lograr vivir más años, además de tener una mejor calidad de vida. Sin embargo, no siempre este es el resultado.
Así lo sugiere un reciente estudio realizado con 160 cepas de moscas de la fruta, genéticamente modificadas, el cual podría dar algunas pistas sobre lo que podría ocurrir en el ser humano tras aplicar una restricción dietética con el objetivo de vivir más y mejor.
Diversas investigaciones han sugerido durante mucho tiempo que comer menos, ya sea de forma natural o mediante el uso de fármacos, retrasaría el envejecimiento a la vez que mejoraría la salud y la calidad de vida. Si bien es cierto que este método sí parece alargar la esperanza de vida útil y retrasar la aparición de diversas enfermedades asociadas al envejecimiento, este nuevo estudio, publicado en la revista Current Biology, sugiere que alargar la vida no significa siempre tener una buena calidad de vida. Al menos no en el caso de las moscas de la fruta (Drosophila melanogaster).
En el caso de las 160 cepas de la mosca de la fruta analizadas, sí se pudo objetivar que su vida media útil se extendió y su salud mejoró. Sin embargo, los investigadores del Laboratorio Kapahi del Instituto Buck hacen hincapié en los detalles: en el 97% de las cepas estudiadas se objetivó cierta extensión de la esperanza de vida, o mejoras en la salud; sin embargo, solo en el 50% de los casos se pudo objetivar una respuesta significativa para ambos factores tras aplicar una restricción dietética.
De hecho, dentro del 50% restante que no poseía mejoras en ambos factores estudiados, el 13% de las moscas de la fruta disfrutaron de una mejor salud, pero redujeron su esperanza de vida tras la restricción dietética; por su parte, el 5% mejoró significativamente su esperanza de vida, pero su salud fue peor. Así mismo, el 32% restante no mostró ni beneficios ni perjuicios para la esperanza de vida o la salud tras aplicar una restricción dietética.
Por ello, según Pankaj Kapahi, profesor de Buck y autor principal del estudio, si bien es cierto que se podría afirmar que la restricción dietética tiene beneficios y realmente funciona, no debería venderse como la panacea para cualquier tipo de individuo: no siempre se alarga la vida o se mejora la salud, y mucho menos se consiguen ambos objetivos de forma simultánea. Y, sugiere, esto también podría ocurrir en los humanos, dado que no todos somos iguales, ni respondemos de la misma forma a un mismo estímulo.
El genoma es la clave
Según estos mismos investigadores, hubo determinados genes de la Drosophila que tuvieron una influencia clave tanto en la esperanza de vida como en la salud de las moscas. Hubo un gen en especial, Décima, nombrado así en honor a una de las tres Parcas de la mitología romana, encargada del destino de las personas. La inhibición o inactivación de este gen aumentaba la esperanza de vida de las moscas al reducir la producción de moléculas similares a la insulina; sin embargo, dicha inhibición no mejoraba la salud de las moscas respecto a su envejecimiento.
Por su parte, otro gen, Dédalo, el personaje de la mitología griega que escapó con su hijo Ícaro de una prisión gracias a la creación de unas alas artificiales. En este caso, al inhibir a Dédalo, se mejoraba la salud de las moscas, pero apenas mejoraba su esperanza de vida.
En total se estudiaron 50.000 moscas durante todo el estudio, aunque quedan muchas preguntas por responder. Sin embargo, los investigadores si tienen una conclusión clara: la esperanza de vida no debe ser siempre el objetivo final, dado que disfrutar de una buena salud a la par que aumentan los años vividos también sería clave; un objetivo sin el otro, simultáneos, carecerían de sentido. Y la genética tiene mucho que decir al respecto.
Según los investigadores, la mayoría de las personas suelen elegir una mayor esperanza de vida acompañada de una mejor calidad de vida; vivir más pero peor no es un objetivo atractivo para la mayoría.