Cuando hablamos de copoazú, nos referimos a un árbol frutal que se encuentra muy presente en las selvas tropicales, y, en especial, en Brasil, a lo largo de la cuenca del río Amazonas y en Bahía. Estos árboles alcanzan una altura de entre 5 y 20 metros y están poblados por unas anchas hojas de color verde brillante.
La característica por la cual resultan tan atractivos es que ofrecen unos frutos, aproximadamente del tamaño de un melón y una cáscara similar a la cáscara del coco, que resultan deliciosos. En su interior se encuentra una pulpa blanca cremosa alrededor de semillas grandes, que es la que le da un toque especial: la pulpa de la fruta cupuaçu que tanto se busca.
Al tratarse de una especie emparentada con el cacao (de hecho también se le conoce como cacao blanco), su sabor tiene cierta similitud con el de este fruto, aunque con un peculiar toque que lo hace un poco similar a la piña.
El fruto del copoazú es muy popular en las regiones donde se cultivan, pero también lo está siendo cada vez más en otros mercados. La fruta y la mantequilla que se puede elaborar con ella son apreciadas por su versatilidad tanto en productos alimenticios como de belleza. En ambos casos, con interesantes propiedades y beneficios para nuestra salud.
Piel sana. La mantequilla de cupuaçu es rica en grasas saludables y sirve como un excelente emoliente que puede ayudar a restaurar la barrera de humedad natural de la piel. Debido a su bajo punto de fusión, la mantequilla de copoazú se ablanda cuando se aplica a la piel, lo que permite una rápida absorción. De esta forma, es una buena aliada para rehidratar la piel, aumentar la flexibilidad y disminuir los signos de envejecimiento, como líneas finas y arrugas.
Un cabello suave y saludable. Al igual que para la piel, el copoazú también se puede usar como un ingrediente hidratante para el cabello. Su alto contenido en ácidos grasos saturados y monoinsaturados penetran en el tallo del cabello y ayudan a rehidratarlo. En consecuencia, se reducen daños debidos a la deshidratación, que puede provocar que se vuelva cabello dañado, opaco o encrespado.
Propiedades antiinflamatorias. Como ingrediente alimentario, la fruta del copoazú se caracteriza por aportar numerosos antioxidantes y nutrientes que pueden beneficiar su salud. Se ha demostrado que los antioxidantes flavonoides son efectivos para combatir el estrés oxidativo, cuyos altos niveles están relacionados con la inflamación, la obesidad y muchas otras afecciones crónicas. Por tanto, si tenemos la oportunidad de incluirla en nuestra dieta, lograremos reducir el riesgo de inflamación y enfermedades crónicas como enfermedades cardíacas y diabetes.
Otra ventaja es que se trata de un alimento rico en fibra. Esto es una buena noticia para la salud intestinal, al tiempo que aumenta la sensación de saciedad y ayuda a controlar el azúcar en la sangre.
¿Cómo podemos utilizarlo?
El copoazú está disponible en muchas formas y se puede utilizar en productos de diversos modos. Estos son algunos de los más comunes:
Como alternativa al chocolate. Por su cercanía con la especie del cacao, posee algunas características que pueden convertirlo en una alternativa. De hecho, a veces se agrega a las barritas energéticas, bebidas y otros refrigerios. Además, gracias a su alto contenido de grasa natural y a su leve dulzura, puede procesarse en barras como el chocolate negro .
Como fruta fresca. La textura de esta fruta cruda tiene un sabor ligeramente ácido y una textura masticable. Sin embargo, es cierto que en esta forma todavía puede ser difícil de encontrar en lugares muy lejanos de sus regiones de origen, aunque algunos comercios especializados pueden tenerlo. Si se consigue, se puede usar para postres, batidos y zumos.
Mantequilla. Otro modo de usarla es en forma de mantequilla, como grasa para cocinar. Debido a su alto contenido de ácido oleico, tiene una textura suave y un punto de fusión similar al de la mantequilla.
Productos cosméticos. Como hemos visto antes, sus propiedades y beneficios para la piel y el cabello son múltiples. Por ello, no es extraño encontrarlo en productos cosméticos, tales como lociones para la piel, jabones, champús, acondicionadores o mascarillas para el cabello.