Como se dice en España, acudiendo al viejo refranero, las prisas no son buenas consejeras, tampoco para las pandemias. Lo vimos en junio con la famosa desescalada: según advirtieron muchos expertos, ésta se hizo demasiado rápido y lo comprobamos cada día o a menudo en nuestra vida personal.Tampoco en materia de nutrición ni las prisas ni la velocidad son demasiado buenas.
Como todo en la vida, depende del objetivo que se quiera conseguir. Si queremos llegar primeros a la meta, la mejor opción probablemente sea ir lo más rápido posible. Pero si además queremos mantenernos por mucho tiempo en ese puesto, quizá lo mejor sea ir más despacio pero firme, asentando bien cada logro. Lo mismo pasa con el peso, si queremos adelgazar.
"Perder peso demasiado rápido no es lo adecuado si lo que queremos es mantener esa pérdida de peso en el tiempo", tal y como afirma a EL ESPAÑOL la doctora en alimentación y nutrición, Laura Arranz, farmacéutica y dietista- nutricionista, además de profesora de la Universidad de Barcelona.
Resistencia del cuerpo
El motivo principal -explica Arranz- es que el organismo de forma natural se "resiste" a la pérdida de peso por una pura cuestión de supervivencia. "La naturaleza nos ha diseñado para que el cuerpo pueda detectar fácilmente la disminución de peso y poner remedio a ello, ya que en teoría eso puede ser peligroso para nuestra capacidad de sobrevivir a momentos de escasez de comida".
Es cierto que esto no sucede en la actualidad. Es decir, "no nos falta comida sino al contrario. Pero el cuerpo sigue funcionando así, de manera que, ante una pérdida de peso rápida, el cuerpo lo detecta y genera todas las señales posibles de hambre para recuperar lo perdido", añade la experta.
Por otro lado, otro factor clave es el hambre que podemos pasar mientras hacemos una dieta, algo que puede, sin duda, jugarnos malas pasadas. "A veces con las estrategias que se utilizan para perder peso rápido, o bien pasamos hambre o bien seguimos muchas restricciones que activan, también, las señales de ansiedad o de deseo por la comida, lo que hace que en ocasiones podamos descontrolarnos comiendo alimentos muy calóricos, grasos y azucarados", explica Arranz.
Y es que uno de los principales errores que cometemos cuando hacemos dieta es pensar que por ello, tenemos que pasar hambre.
Más allá del rebote
La consecuencia principal o el riesgo más importante de adelgazar demasiado deprisa es "el riesgo del efecto rebote, que sucederá en la mayoría de los casos", explica la especialista. Esto es, volver a recuperar y muy rápido el peso perdido. Como hemos comentado antes, no somos capaces de mantener en el tiempo ese peso al que hemos conseguido bajar.
Por eso además suelen fallar las dietas muy bajas en calorías, porque no somos capaces de mantenerlas en el tiempo, porque, "no es sostenible a nivel fisiológico pasar hambre".
Pero también hay otras consecuencias para la salud de perder peso demasiado rápido, que también debemos tener en cuenta, si queremos perder peso. Por ejemplo, y según enumera Arranz, algunas de estas consecuencias serían "la pérdida de masa muscular o el aumento de la flacidez en determinadas zonas, al no dar tiempo a que el cuerpo se vaya adaptando (a esa pérdida de peso)".
Pueden aparecer igualmente consecuencias graves para la salud, derivadas de una mala nutrición. Es decir, "esa pérdida de peso rápida suele conseguirse con dietas muy bajas en calorías pero pobres en nutrientes, sobre todo en algunas vitaminas y minerales, con lo que podemos sufrir desde debilidad capilar hasta otros problemas más graves consecuencia, de una mala nutrición", aclara Arranz. Por ello, es importante tener en cuenta que las dietas milagro ni existen ni sirven para absolutamente nada bueno.
No más de medio kilo
Como orientación, podemos decir que "un ritmo adecuado y eficaz de pérdida de peso sería algo así como medio kilo por semana. No más. Si lo hacemos así, despacio, siempre será mejor y más seguro", indica Arranz. Debemos desconfiar de las dietas en las que se pierde más de un kilo por semana.
Por ello, para perder peso y además mantenerlo en el tiempo, "debemos hacerlo mediante un cambio de hábitos, es decir, no haciendo dieta sino aprendiendo a disfrutar de comer saludable para instaurarlo para toda la vida. Así, nuestro peso se regulará y lo mantendremos en valores adecuados", expone Arranz.
Es importante atender a algo que quizá pueda pasar desapercibido: el hecho de disfrutarlo, para evitar que se dispare la ansiedad o el deseo descontrolado por comer. "Comer bien no es controlar sino disfrutar. La pauta que sigamos para perder los kilos de más no debe ser demasiado restrictiva, de hecho, debe ser muy rica y muy variada, con alimentos frescos, de temporada y evitando los excesos de alimentos que no son saludables", indica. No se trata de prohibir nada sino de reducir el consumo de esos productos que no son saludables, es decir, "comerlos de forma ocasional, muy de vez en cuando", finaliza.