La moda de las dietas bajas en carbohidratos están muy presentes hoy. El pan (como todos los productos elaborados con harinas refinadas) es señalado como uno de los grandes enemigos de una dieta sana, a pesar de la gran variedad que existe en cualquier panadería o supermercado: de trigo, de harina refinada, integral, con semillas, de centeno... Una aparente variedad en la que, en muchos casos, las diferencias entre unos y otros no son muy grandes.
El elemento fundamental en este tipo de alimentos son los carbohidratos, un nutriente que, a pesar de su mala fama, resulta de especial importancia. "Su principal función es la energética. Aportan la energía de más fácil utilización (cada gramo aporta 4 kcal). La glucosa es la única fuente de energía para el cerebro, que consume alrededor de 100 gramos al día. Los carbohidratos son almacén y reserva de energía en forma de glucógeno que se moviliza rápidamente para generar glucosa cuando se necesita", afirman desde la Fundación Española del Corazón. Estos están presentes en muchos alimentos, con una mayor presencia en algunos de ellos, como el pan, la pasta, otros cereales y las verduras con almidón.
Teniendo esto en cuenta, podemos estar seguros de que dejar de comer pan, salvo algunas variedades muy concretas, puede generar algunos efectos en nuestro organismo que serán perceptibles en muy poco tiempo. Algunos muy positivos, pero otros no tanto.
Pérdida de peso
¿Cuántas veces hemos escuchado que para adelgazar hay que dejar el pan? Todos, sin duda, muchas veces. En realidad, esta creencia viene por el hecho de que al reducir la ingesta de carbohidratos, es cierto que se pierde peso, pero no por la grasa, sino agua. Esto se debe a que los carbohidratos se almacenan en el cuerpo en forma de glucógeno, y por cada gramo se puede acumular hasta tres a cuatro gramos de agua. Por tanto, si se reducen los carbohidratos y el cuerpo comienza a consumir sus reservas de glucógeno, es lógico perder una parte importante de agua que, a su vez, hará perder peso.
Mantener el nivel de azúcar en la sangre
Los carbohidratos refinados son famosos por enviar sus niveles de azúcar en la sangre por las nubes, solo para que vuelvan a caer. Y una investigación publicada en el American Journal of Clinical Nutrition sugiere que estos cambios activan los centros de adicción en el cerebro, lo que lleva a los antojos posteriores. Sin embargo, optar por cereales integrales ricos en fibra puede evitar que los niveles de azúcar en la sangre caigan en picado para prevenir los antojos.
Menores riesgos de enfermedad cardiaca
Un estudio de 2014 publicado en PLOS ONE encontró que los carbohidratos refinados aumentan los niveles corporales de un ácido graso, el ácido palmitoleico, lo que significa un mayor riesgo de enfermedad cardíaca y diabetes tipo 2. En cambio, según la Asociación Estadounidense del Corazón, los cereales integrales pueden mejorar los niveles de colesterol en sangre y reducir el riesgo de sufrir esas enfermedades. De esta forma, podemos afirmar que dejar el pan elaborado con harinas refinadas puede mejorar estos indicadores, pero que aquellos realmente elaborados con harinas integrales pueden ser muy beneficiosos en este sentido.
Gripe cetogénica
Si eliminamos el pan, junto con los otros alimentos que nos proporcionan carbohidratos, podemos sentir los efectos de la llamada gripe cetogénica. Este fenómeno se refiere a un conjunto de síntomas debidos a la adaptación del cuerpo a una dieta muy baja en carbohidratos. En estos casos, cuando el cuerpo agota la glucosa almacenada, recurre a la grasa almacenada para obtener energía, lo que desencadena un estado de cetosis, cuando el hígado comienza a descomponer la grasa en ácidos llamados cetonas. Para la mayoría de las personas, puede durar unos días, quizás un par de semanas, pero no resulta grave ni peligroso. Sin embargo, las personas con diabetes que requieren insulina o con enfermedad renal o antecedentes de cálculos renales, los efectos pueden ser menos deseables.
Caída en los niveles de serotonina
Los carbohidratos, con independencia de su naturaleza, con independencia de su origen, aumentan los niveles cerebrales del neurotransmisor serotonina para sentirse bien. Por tanto, dejar de comer pan puede facilitar que esto ocurra en tu cuerpo. Sin embargo, es un efecto que se puede evitar sustituyéndolo por otros alimentos que contengan carbohidratos de mejor calidad, como los que se encuentran en los granos enteros o en determinadas frutas y verduras, como manzanas, plátanos, aguacates, espinacas o zanahorias.
Menos energía
Los carbohidratos son la fuente de combustible preferida del cuerpo, por lo que quitarse el pan hace que el trabajo de las células se ralentice, a menos que se sustituya por otros carbohidratos. Esto puede generar una sensación de cansancio y somnolencia, y hacernos menos productivos o con menos ganas de hacer ejercicio. Además, el pan que proviene de granos integrales son una excelente fuente de hierro, magnesio y vitaminas B, todos los cuales son críticos para mantener los niveles de energía. Por eso, dejar el pan en su totalidad, y, es especial, el pan integral, puede generar esta sensación de cansancio, a menos que se busquen alternativas para contrarrestarlo.