Si existe una fruta característica de la primavera en España, ésa es la fresa. Se comen de un bocado y son frescas, algunas más dulces y otras más ácidas. Son un producto muy deseado, pero que, por desgracia, dura muy poco en las estanterías de los supermercados. La temporada de fresa termina justo antes de comenzar el verano, pero también es posible encontrar algunas a mitad de la estación.
Otra de las desventajas que encontramos al comprar fresas en el súper es que se echan a perder antes de lo que nos gustaría. De hecho, muchas de las veces que compramos una caja de fresas observamos que algunas de ellas ya vienen con mal aspecto. En este artículo de EL ESPAÑOL puedes consultar algunos trucos para conseguir que tus fresas se mantengan en buen estado durante más tiempo.
Al final, siempre que compramos fresas debemos darnos prisa en consumirlas. Eso sí, las fresas son un vegetal que puede utilizarse en un montón de elaboraciones gracias a su buen sabor y aroma: para hacer repostería o batidos o, simplemente, para tomar como postre o entre horas. Antes de consumirlas debemos llevar a cabo dos pasos: lavarlas con un chorro de agua y cortar los tallos y las hojas.
Lavar y cortar
Pero, ¿en qué orden realizas estas dos acciones? Aunque puede parecer una tontería, es un detalle muy importante que puede cambiar la textura de la fresa, pero también hacer que duren menos en buen estado. Por esta razón, debemos mantener el tallo y las hojas de las fresas hasta el momento en el que las vamos a comer. Es más, cuando las lavamos, debemos hacerlo con esta parte todavía unida a la fresa.
Si cortamos el tallo y las hojas de las fresas facilitaremos una entrada al interior de la fresa para el agua y esto provoca que su sabor y su textura empeoren: básicamente, la fresa se vuelve más acuosa. Pero cortar el tallo y dejar una entrada abierta al interior de esta fruta también hace que se eche a perder de una manera más rápida. Por eso, lo mejor es los tallos se mantengan hasta el mismo momento en el que hinquemos el diente a la fresa.
Lavar las fresas antes de comerlas es imprescindible porque siempre las comemos crudas y, tal y como explica la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aecosan), "en el medio ambiente (suelo, polvo, agua de riego…) puede haber microorganismos patógenos y elementos químicos que en ocasiones pueden contaminar las frutas y las verduras". La solución a este problema es sencilla: deben lavarse con agua.
Un chorro de agua
En el mercado existen algunos productos específicos para limpiar frutas y verduras que contienen lejía. No se tratan de productos indispensables para el lavado de vegetales, pero si queremos utilizarlos debemos acordarnos muy bien de aclarar con agua los alimentos en los que los hemos usado. Si no, el remedio podría ser peor que la enfermedad. Para limpiar nuestras frutas y verduras no necesitamos más que el grifo de agua.
Simplemente debemos colocar la fruta debajo del chorro y procurar que se mojen por todos lados. Esto es especialmente importante con las fresas, ya que se comen sin pelar. Sin embargo, en este artículo de EL ESPAÑOL se explica que incluso las frutas que se pelan deben lavarse: "La razón es que la contaminación existente en la piel puede trasladarse al cubierto y de ahí, al interior del alimento".
De hecho, la sandía y el melón son alimentos que no suelen lavarse antes de consumir porque tienen una cáscara tan dura que nadie la consume. Sin embargo, la Aesan sí que recomienda lavar este tipo de frutas tan típicas del verano: para ello, además de agua se pueden utilizar cepillos porque la estructura de su piel es capaz de resistir esta limpieza.