Se llama C57BL/6-Tg(Camk2-mutPolg)1Bsi, pero no es un un personaje de la nueva película de La guerra de las galaxias. Es un ratón, es japonés y está deprimido. Lo está a pesar de que esta patología, el trastorno mental más común en humanos, no ha sido nunca descrita en animales de su especie.
Pero un equipo de investigadores del Instituto de Ciencias del Cerebro RIKEN (Japón) ha conseguido por primera vez crear un ratón con esta enfermedad mental; se dispone así, de forma pionera, de un modelo animal de los episodios depresivos espontáneos que sufren millones de personas en el mundo y cuyas causas distan de estar aclaradas.
Uno de los padres del ratón -el primero de una camada-, Tadafumi Kato, explica a EL ESPAÑOL por qué decidieron crearlo. Cita a la Organización Mundial de la Salud (OMS), que define la enfermedad como uno de los problemas de salud más difíciles de abordar en la actualidad y predice que se convertirá en la principal causa de morbilidad en 2030. "Esto es así porque el actual tratamiento de la depresión dista mucho de ser el óptimo. Se requiere de innovación para desarrollar medicamentos más eficaces y el cuello de botella que nos ha impedido conseguirlo es la falta de modelos animales de la enfermedad adecuados", señala el científico nipón.
Un reto científico
Pero crear un ratón deprimido cuando la enfermedad no existe en su especie no era tarea fácil. Al contrario que otras dolencias, la depresión no cuenta con marcadores biológicos claros, que se puedan replicar en un laboratorio. Así, al igual que a un animal se le puede, por ejemplo, causar un infarto o una enfermedad genética, hasta ahora no se había logrado imitar esta tristeza patológica.
¿Cómo lo han hecho los japoneses? A través de la observación. Como explican en la revista Molecular Psychiatry, ciertos estudios habían demostrado que las enfermedades mitocondriales, asociadas a problemas en el ADN mitocondrial (una parte específica de la célula), se asociaban con la depresión.
Así, crearon un ratón con una mutación en el gen Polg1, involucrado en la replicación de este tipo de ADN. Es decir, ante la incapacidad de imitar la depresión, mimetizaron una dolencia asociada a este trastorno psiquiátrico.
"Un modelo bastante bueno"
Para el director de Investigación del Parc Sanitari Sant Joan de Déu, Josep María Haro, es evidente que no se trata de un "modelo perfecto" pero sí "bastante bueno". "No puede cumplir todos los síntomas de la depresión humana, pero se ve que tiene características que coinciden, como la falta de energía y el hecho de sufrir episodios cíclicos de depresión", comenta tras analizar los resultados del experimento.
Kato señala que los criterios habituales de diagnóstico de la depresión los fija el manual estadounidense DSM-V. Ellos han sido capaces "de forma no verbal" de comprobar en su ratón seis de los nueve puntos que indican la enfermedad en humanos. "Por ejemplo, analizamos la velocidad a la que el animal se movía en su rueda para demostrar la lentitud de movimientos, que en psiquiatría se define como retraso psicomotor, y un electroencefalograma para probar que el ratón sufría insomnio o exceso de somnolencia", comenta el científico.
Una vez demostrada la depresión ratonil, el modelo demostró su utilidad. Al analizar el tálamo paraventricular -una parte del cerebro que nunca hasta ahora se había asociado a la depresión- detectaron que presentaba un radio elevado del ADN mitocondrial suprimido en otras células.
Futura utilidad
No será el único descubrimiento que se espera de esta nueva familia de roedores. Para Kato, una línea importante de investigación será la de descubrir qué porcentaje de pacientes con depresión recurrente muestran cambios neurológicos en esa zona del cerebro.
"Al contrario que con el cáncer, del que podemos analizar una porción, uno no puede extraer un trozo de cerebro a un paciente deprimido", señala Haro, que resalta así la utilidad del nuevo modelo animal. "A largo plazo, nos ayudará a buscar nuevas dianas terapéuticas, receptores donde poder dirigir fármacos innovadores", apunta el experto.
Sus colegas japoneses ya están trabajando en este campo. "Queremos verificar los efectos de fármacos que ya sabemos que actúan contra determinadas dianas pero también encontrar algunas nuevas que permitan desarrollar nuevos medicamentos", explica Kato.
Haro por su parte destaca que este modelo puede servir para solventar un problema muy real: aproximadamente el 30% de los pacientes con depresión no responde a los tratamientos existentes frente a la enfermedad. "Parte de ellos se acaba recuperando de forma espontánea por el curso cíclico de la depresión, pero tardan muchos meses", concluye el investigador del centro catalán.