Cuando en 2012 Oscar Pistorius se convirtió en el primer doble amputado que participaba en la prueba de atletismo de unos Juegos Olímpicos, muchos aplaudieron la gesta del atleta sudafricano, pero otros observaron el logro con desconfianza. Apenas unos años antes, el propio Pistorius había iniciado el debate sobre si los deportistas paralímpicos, hasta entonces relegados a un segundo plano, podían tener una ventaja competitiva con respecto a los demás.
En estos años el debate ha pasado de los medios de comunicación a las publicaciones científicas, donde ingenieros, expertos en biomecánica e incluso filósofos, han tratado de encontrar respuestas. Sin embargo, "hasta ahora no es posible dar una respuesta definitiva, ya que la mayoría de los estudios que se han realizado se han centrado en un pequeño número de atletas, como Pistorius", explica a EL ESPAÑOL Bryce Dyer, jefe del departamento de diseño e ingeniería de la Universidad de Bournemouth (Reino Unido).
No es la primera vez que el uso de la tecnología en el mundo del deporte ha creado controversia. Sin embargo, "históricamente se ha prestado muy poca atención a la regulación de la tecnología utilizada en las prótesis de los deportistas con amputaciones", asegura Dyer. Este investigador acaba de publicar un estudio en la revista Cogent Engineering en el que ha tratado de determinar un método para analizar el uso de prótesis en competiciones deportivas. Según Dyer, "para encontrar una solución aceptable es necesario una combinación pruebas científicas sólidas, junto a una discusión filosófica".
Para ello, Dyer ha planteado su investigación en tres fases. En primer lugar se realizó un análisis histórico de la evolución de las marcas en la prueba de los 100 metros lisos. El estudio incluyó los registros de todos los Juegos Paralímpicos y Olímpicos entre 1976 y 2012. Los resultados mostraron que la progresión de los atletas paralímpicos era mayor que la de los olímpicos y que hubo un salto importante en 1988, momento en el que se introdujeron las prótesis de diseño similar a las actuales.
En segundo lugar, Dyer realizó una serie de encuestas para determinar cuál debe ser el objetivo de las prótesis. Para ello contó con la opinión de espectadores de deportes para discapacitados, diseñadores de prótesis, académicos y los propios atletas. El consenso general es que el objetivo de las prótesis en el ámbito deportivo debe ser el de restaurar la funcionalidad, no mejorarla. "En caso de amputados de una sola pierna, se debe conseguir que la prótesis tenga un rendimiento similar a la de la extremidad biológica", explica Dyer, quien reconoce que "para dobles amputados la respuesta no está clara".
Por último, planteó un método para determinar el rendimiento de dichas prótesis. La prueba consistiría en hacer saltar a los atletas desde una plataforma a poca altura y que al llegar al suelo salten verticalmente, un método conocido como drop jump y que es comúnmente utilizado para evaluar la capacidad de sprint de los corredores. "Esta prueba reduce al mínimo la posibilidad de engaño por parte de los atletas, ya que el efecto de la gravedad no puede ser manipulado", explica Dyer.
El caso Pistorius
El estudio de este investigador intenta poner luz sobre un debate que surgió en el año 2008, cuando la Federación Internacional de Atletismo (IAAF, por sus siglas en inglés) negó a Pistorius la posibilidad de correr en los Juegos en base a los resultados de un informe realizado por el investigador Gert-Peter Brüggemann.
Sin embargo, las limitaciones del estudio, reconocidas por el propio Brüggemann, fueron criticadas por parte de la comunidad científica. El estudio no evaluó las dificultades que tienen los amputados a la hora de afrontar las curvas y solo se valoró su rendimiento en una línea recta. "Teniendo en cuenta que la mejor prueba de Pistorius era la de los 400 metros lisos, el estudio era claramente incompleto", afirma Dyer.
Esta fue una de las bases que permitieron a Pistorius recurrir y ganar el caso ante el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS, por sus siglas en francés). En su defensa actuó la investigadora del laboratorio de biomecánica aplicada de la Universidad de Colorado, Alena Grabowski, quien ha asegurado a EL ESPAÑOL que "todas las investigaciones que hemos realizado desde entonces indican que las prótesis reducen el rendimiento del deportista, lo que incluye estudios sobre el rendimiento en los tacos de salida y a la hora de tomar las curvas".
Precisamente sobre este último aspecto, Grabowski publicó en enero un estudio en el que cuantifica la pérdida que supone para los atletas dar una curva sobre una pierna con prótesis, determinando que son hasta un 4% más lentos.
Un nuevo debate para Río
Investigaciones como las de Dyer o Grabowski pueden ser de vital importancia para otros casos como el del saltador de longitud Markus Rehm, que ha reabierto el debate público a menos de 100 días del inicio de los Juegos Olímpicos de Rio. Algo que critica Dyer, quien asegura que "estamos ante un gran debate que es urgente resolver y que no solamente se debería discutir en el período previo a una competición deportiva importante".
El joven atleta alemán, que salta con una prótesis de carbono en su pierna de batida, voló el año pasado hasta los 8 metros y 40 centímetros, una marca que, además de suponer un nuevo récord del mundo de su categoría, le habría valido para ganar el oro olímpico en los pasados juegos de Londres.
Pero las instituciones deportivas no parecen estar del lado de este deportista de 27 años. En 2014 la Federación Alemana de Atletismo dejó a Rehm fuera del equipo para los europeos de ese año que se disputaron en Zúrich, pese a que éste se había proclamado campeón nacional pocos días antes.
Tampoco la IAAF parece que vaya a permitir la participación del saltador alemán en los juegos de Río, ya que han eliminado su marca personal de la temporada (8 metros y 24 centímetros), la quinta mejor en lo que va de año, etiquetándola como "pierna protésica no autorizada".
Esta misma institución anunció el pasado 7 de abril la creación de una comisión específica para analizar el caso, pero, sorprendentemente, en dicha comisión no figura ningún experto en biomecánica. Grabowski considera "lamentable que la IAAF no incluya a científicos en el grupo de trabajo" y ha asegurado que no cree "que estén preparados para tomar una decisión definitiva sobre este asunto".
No es cuestión de ventaja o desventaja sino de rendimiento
La regulación de este tipo de casos viene dada por el artículo 144.3 (d) del reglamento de la IAAF, que prohíbe "el uso de cualquier ayuda mecánica, salvo que el atleta pueda establecer la probabilidad razonable de que el uso de la ayuda no le proporcionaría una ventaja competitiva general respecto de otro atleta que no esté usando esa ayuda".
Grabowski considera que la redacción de este artículo es inadecuada, ya que "ventaja y desventaja son palabras difíciles de definir en estos casos" y considera que habría que hablar de rendimiento. Un idea similar a la defendida por Dyer, quien ha asegurado que "no es tanto una cuestión de ventaja o desventaja, sino simplemente de reconocer que el uso de las prótesis es una forma completamente diferente de locomoción, tanto funcional, como mecánicamente".
Quizás, en el fondo el debate encierre el miedo a que llegue el día en el que aquellos que han sido ignorados puedan superar las marcas de los grandes del atletismo. "Hay quien podría argumentar que ya hemos llegado a ese supuesto", afirma Dyer. Para Grabowski, sin embargo, la respuesta está más clara: "espero que llegue el día en que las prótesis puedan mejorar el rendimiento de los seres humanos, pero ese día, aún no ha llegado".