La inteligencia de los perros es frecuente objeto de debate entre detractores y defensores de estos animales domésticos. Sus dueños casi no dudan en decir que merecen más el Nobel que Bob Dylan; aquellos a los que no les gustan los ladridos y muchos propietarios de gatos, que es un debate estéril y que los perros son tontos.
La ciencia ha explorado el asunto y, hasta ahora, había declarado una especie de empate. Los perros son más listos que un cefalópodo, pero tampoco es para echar cohetes. En concreto, se había concedido que tenían memoria, pero que ésta se asociaba a las expectativas. Es decir, el perro recuerda que el hecho de que su dueño coja la correa es bueno -y por eso mueve el rabo-, pero lo hace porque sabe que después de eso viene un paseo.
Pero lo que hasta ahora no se había demostrado en perros, ni en ningún otro animal, salvo los primates, es la llamada memoria episódica. Ésta se define como recuerdos vinculados a eventos personales y episodios específicos y se asocia a la autopercepción. La falta de este tipo de recuerdos es una demostración de que los perros viven el presente y no van más allá.
Ahora, un equipo de investigadores ha demostrado que los canes son poseedores de esa memoria episódica y lo han hecho con un complejo experimento ya que, afirman, diseñar procedimientos para aseverar la propia conciencia no es nada fácil. En otras palabras, a un perro no se le puede preguntar de qué se acuerda, por listo que le parezca a su dueño.
Lo que utilizaron los investigadores del Grupo de Investigación en Etología Comparada MTA-ELTE de Budapest fue una versión modificada del método de entrenamiento Do as I do -desarrollado por ellos mismos- que consiste en enseñarle al perro la Regla de Imitación, es decir, a copiar la acción que hayamos demostrado al animal utilizando solo la palabra Do it (hazlo).
La forma tradicional de enseñar a los perros es hacerlo tras una orden, pero usando alguna recompensa para premiar su aprendizaje. Cada vez que hacíamos eso, estábamos desarrollando en su cerebro conexiones que permanecerán en el tiempo, lo que se llama la memoria procedimental.
Con este nuevo método, se pretende superar esa forma de adiestrar y enseñar al perro a hacer lo que ve realizar a su dueño. Es decir, el amo salta, le dice a su mascota Do it y ésta se eleva también.
Lo que han demostrado los investigadores húngaros es no sólo la utilidad del mismo -que ya se conocía- sino que lo aprendido se mantiene en el tiempo. Es decir, que el perro reconoce la orden sin que esté esperando ninguna recompensa, e incluso cuando se le ha enseñado sin ésta.
Así, los autores de la investigación -publicada en Current Biology- utilizaron a 17 perros, incluyendo al de la autora principal, Claudia Fugazza -en el vídeo- para ver si una hora después del aprendizaje y sin ninguna recompensa en el horizonte, los animales respondían al Do it como cuando estaban siendo entrenados.
La respuesta fue positiva y, según ellos, es la prueba de que los recuerdos permanecen en el tiempo. Es decir, que los perros sí tienen memoria episódica. Más aún, los investigadores creen que este experimento demuestra que este tipo de recuerdos pueden ser también frecuentes en otras especies.
Así, si es usted propietario de un perro y quiere regañarle por algo que ha hecho mucho después pero ha leído en los manuales que no sirve para nada, quizás este estudio le haga cambiar de opinión.