Si todo lo que sube, baja, también casi todo lo que adelgaza suele volver a engordar. Para quienes alguna vez se han sometido a una dieta de adelgazamiento, es frustrante ver cómo los kilos van volviendo a su sitio poco a poco una vez que se ha puesto fin al régimen. El experto en alimentación Kelly Brownell, actualmente en la Universidad de Duke (EEUU), acuñó para este molesto fenómeno un término hoy muy popular: "efecto yoyó". En algunos casos este rebote llega incluso a hacer ganar más peso del que se había perdido. Y aunque algunas dietas milagrosas y sus patrocinadores prometan evitarlo, lo cierto es que no existe una fórmula mágica.
Hasta ahora, los expertos han justificado el efecto yoyó con explicaciones variadas y razonables, pero no demostradas; por ejemplo, suele decirse que quien termina su régimen de pérdida de peso regresa después a su alimentación habitual como si no hubiera un mañana, hartándose a comer todo aquello que la dieta le prohibía. Tal vez esto ocurra en algunos casos. Pero dado que hasta un 80% de quienes se someten a una dieta adelgazante sufren después el efecto yoyó, no parece sensato culpar a una mayoría tan abultada de incapacidad para controlar su relación con la comida.
Un equipo de investigadores israelíes cree haber hallado una posible causa consistente del efecto yoyó. Y la clave no está tanto en los alimentos sino en el microbioma, esa comunidad particular de microbios que nos acompaña a cada uno. Cada vez se está demostrando una mayor implicación de los diminutos habitantes de la flora intestinal en nuestra salud, hasta tal punto que en la opinión actual de muchos científicos no hay un cuerpo sano sin un microbioma sano.
Obesidad de ida y vuelta
Investigadores del Instituto Weizmann de Ciencia y de las Universidades Hebrea y de Tel Aviv han descubierto que la obesidad produce alteraciones en la flora intestinal de los ratones. Esta anomalía persiste aunque se ponga a los animales a dieta, y es responsable de la recuperación del peso cuando ésta termina.
Los ratones eran primero sometidos a una dieta rica en grasas que les provocaba obesidad, para después pasar a un régimen de adelgazamiento. Según explicó en una rueda de prensa telefónica el inmunólogo del Instituto Weizmann Eran Elinav, codirector del estudio publicado en Nature, los experimentos muestran que “después de una dieta exitosa todos los parámetros metabólicos y fisiológicos vuelven a sus valores normales, excepto la composición, función y metabolismo del microbioma, que permanecen gravemente alterados durante períodos muy largos, de hasta cinco veces mayores que la duración de la dieta”.
Aunque la anomalía es reversible, deben transcurrir más de seis meses desde el fin de la dieta para que el microbioma regrese a su estado normal. Teniendo en cuenta que un ratón vive unos dos años, esto supone la cuarta parte de su existencia. Pero curiosamente, una vez que la flora vuelve a la normalidad, los ratones pierden esa tendencia a ganar peso.
La relación de causa y efecto entre el microbioma alterado y la obesidad queda demostrada por el hecho de que la transferencia de estos microbios a otros ratones es capaz de contagiarles esa tendencia a la obesidad. En palabras de Elinav, este microbioma forma una especie de “memoria de episodios de obesidad”. A partir de sus resultados, los investigadores han diseñado un algoritmo informático que emplea los datos sobre la composición del microbioma para predecir con bastante exactitud cuánto peso ganará un ratón después de terminar la dieta.
Los científicos han comprobado además que los ratones con esta obesidad insidiosa muestran una reducción en su contenido intestinal de flavonoides, compuestos procedentes de las plantas que se ingieren con los alimentos y que hoy se investigan por sus posibles efectos favorables para la salud. Este bajo nivel de flavonoides en los ratones se corresponde con una disminución del gasto energético, lo que cuadra con la recuperación de peso.
Trasplante fecal
La buena noticia es que estas alteraciones en el microbioma pueden también revertirse mediante un tratamiento sin tener que esperar casi un cuarto de vida. Procedimientos como el trasplante de microbiota fecal, consistente en repoblar un intestino enfermo con una comunidad microbiana procedente de las heces de un individuo sano, se están probando con éxito en pacientes humanos para tratar infecciones intestinales resistentes. Elinav y sus colaboradores lograron curar a los ratones de su obesidad trasplantándoles microbios intestinales de otros animales sanos. "Conseguimos revertir completamente la tendencia a desarrollar obesidad exagerada", dijo Elinav.
Los autores del estudio confían en que sus resultados sean también aplicables a los humanos. Según Elinav, los ratones que vuelven al estado de obesidad desarrollan síntomas como diabetes e hipercolesterolemia, "muy similares a lo que se observa en la obesidad recurrente en humanos". El codirector del estudio Eran Segal, también del Instituto Weizmann, dijo en la rueda de prensa que probablemente "habría una similar implicación del microbioma en humanos, aunque esto deberá comprobarse". Y de hecho, según confirmaron los dos investigadores, ya están en marcha los primeros estudios destinados a evaluar si los hallazgos podrían ser válidos para los pacientes obesos.