Toses, dolor de cabeza, malestar general y pañuelo permanentemente en mano mientras, en muchos casos, se continúa con la rutina. Tener un resfriado no es plato de gusto para nadie, pero, por si no fuera suficiente padecimiento, para las personas que se sienten solas podría ser aún peor. Según un nuevo estudio, aquellos que no tienen fuertes conexiones sociales sufren síntomas más agudos que aquellos que cuentan con un círculo social del que reciben cariño cuando cogen un catarro. Es decir, que tener amigos o familia cercanos haría que los molestos resfriados fueran menos malos.
"Investigaciones previas han mostrado que la soledad pone a la gente en riesgo de una posible muerte prematura y de otras enfermedades físicas", explica Angie LeRoy, investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad de Boston y una de las autoras del estudio. "Pero no se había hecho ningún trabajo para comprobar una enfermedad aguda pero temporal a la que todos somos vulnerables: el resfriado común", añade.
Por ello, los investigadores del trabajo publicado en la revista Health Psychology decidieron estudiar si la soledad y el aislamiento social jugaban algún papel a la hora del contagio y si afectaban a los síntomas y a la percepción de los mismos que tienen los pacientes con un constipado, algo especialmente importante para poder asegurar una atención correcta a los enfermos. ¿La conclusión? Que sentirse solo tiene un efecto potente sobre la forma en la que se sufre la enfermedad.
Medición de la soledad
El estudio se realizó sobre una muestra final de 159 personas con edades comprendidas entre los 18 y los 55 años. Casi un 60 % eran hombres y a todos se les hicieron pruebas para comprobar su salud física y mental.
Para valorar la mental, los investigadores emplearon la Escala para la Evaluación de la Soledad Social y Emocional en adultos y el Índice de Redes Sociales (Social Network Index), que computa la suma de personas con la que un individuo tiene contacto al menos una vez cada dos semanas y también el número de contactos sociales cercanos (una pareja, un padre, un amigo) con el que el sujeto interactúa al menos una vez durante ese mismo plazo de tiempo.
Hecho esto, los investigadores les dieron unas gotas nasales para inducirles un constipado, los pusieron en cuarentena durante cinco días en habitaciones de hotel y monitorizaron sus síntomas. Con este seguimiento pudieron determinar, debido a las características de contagiados y no contagiados, que el sentirse solo no hacía que se tuviera más propensión a resfriarse. En cambio, dentro del 75 % de la muestra que se constipó, aquellos con un tejido social más débil manifestaron peores síntomas.
Es necesario remarcar, sin embargo, que la soledad de los participantes no estaba determinada por el tamaño de sus redes sociales, sino por la calidad de sus vínculos. "Examinamos la cualidad de las relaciones de las personas, no la cantidad", remarca LeRoy. "Puedes estar en un cuarto lleno de gente y sentirte solo. La percepción es lo que parece importante en lo que se refiere a los síntomas del constipado", añade.
La soledad como factor
Según explica LeRoy, investigaciones previas han mostrado que distintos factores psicosociales como sentirse rechazado o apartado o no tener vínculos fuertes con otras personas pueden hacer que la gente se sienta peor mental y emocionalmente en distintas situaciones. En este caso fueron los constipados, pero el efecto puede ser el mismo en otros casos de estrés.
Tal y como apunta Christopher Fagundes, investigador de la universidad de Rice y otro de los autores del estudio, cualquier predisposición, sea física o mental —en el caso del estudio la soledad—, puede ser exagerada por un factor estresante. "Podría ser la pérdida de un ser querido o tener cáncer de mama, que son materias que también estudiamos", añade. Así, y según su teoría, todas estas experiencias serían vividas de forma más aguda en los casos en que las personas se sintieran solas. Por ello, Fagundes cree que los doctores deberían tener en cuenta los factores psicológicos de forma habitual.
LeRoy, por su parte, cree que el estudio es especialmente importante por la carga económica asociada al resfriado común. "Millones de personas pierden días de trabajo por un resfriado común", apunta la investigadora. "Y tiene que ver con cómo se sienten y no necesariamente con el número de veces que se suenan la nariz".
La experta también considera que el estudio debería ser un incentivo para que la gente fuera más activa. "Si construyes redes, si trabajas en ellas y en tus relaciones, cuando estés malo puede que no te sientas tan mal", concluye.