Las peluquerías vintage representan una nueva concepción de la estética masculina que ha llegado pisando fuerte, plagando cada ciudad española de un gran número de estos coloridos centros; en los que, si bien suelen poder peinarse tanto hombres como mujeres, son los clientes masculinos los que más a menudo recurren a sus servicios, por su alta especialidad en el cuidado de las barbas.
Esto, junto al auge de la cultura hipster, ha llevado a que muchos opten por realizarse sus propios cuidados al estilo vintage en casa, con el uso de artilugios como las brochas de afeitar de pelo de animal, que tan frecuentes eran en las viejas barberías de las primeras décadas del siglo XX.
Sin embargo, si éstas son tan vintage como para haber sido fabricadas antes de 1930 y distribuidos en Inglaterra o Estados Unidos podrían esconder una desagradable sorpresa, según un reciente informe del Centro para el Control y la prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés).
Ántrax y afeitado vintage
También conocido como carbunco, el ántrax es una enfermedad infecciosa muy grave, causada por las esporas de Bacillus anthracis, una bacteria que se suele encontrar en el suelo.
Afecta a todos los animales homeotermos, entre los que se encuentran los propios seres humanos, y puede causar una variante de la enfermedad cutánea, de mortalidad normalmente baja, y otra pulmonar, cuya letalidad ha llevado a que se plantee su uso como arma biológica, con algunos ataques en los Estados Unidos en 2.001.
Pero aquellos famosos sobres mortales no son la única forma de contagio que existe, pues a menudo puede encontrarse en animales, cuyo pelo se utiliza en la elaboración de objetos para uso humano, como cepillos o brochas de afeitar.
Aunque hoy en día se suele recurrir al pelo sintético y en caso de usarse pelo natural éste pasa por un gran número de controles de calidad, antiguamente era frecuente que portaran bacterias causantes de enfermedades como el propio ántrax, por lo que la CDC ha analizado las cifras de infección de las brochas de afeitar vintage que tan de moda están en la actualidad.
De este modo han descubierto que durante la Primera Guerra Mundial tuvo un gran auge la importación a Inglaterra y Estados Unidos de artículos de aseo masculino confeccionados con pelo de crin, todos ellos sin haber pasado por ningún proceso de desinfección.
Como resultado, el 10% de los casos de ántrax acaecidos entre 1919 y 1924 se debieron al uso de estas brochas, representando más concretamente casi la mitad de los que tuvieron lugar en Nueva York.
Además, el 78% de las brochas que fueron vendidas en estos países por vendedores callejeros en 1921 estaban infectadas por Bacilluis anthracis, dando lugar a un peligro que podría haber sido mayor de no ser por la inmunidad más o menos buena que presenta el ser humano frente a esta bacteria.
Todo esto es una anécdota interesante sobre el inmenso cambio que ha experimentado el control de calidad de los productos de higiene en las últimas décadas, pero también es un factor a tener en cuenta por aquellos que han decidido unirse al afeitado vintage; aunque, como afirman los propios investigadores de la CDC, la probabilidad de adquirir hoy en día una brocha infectada es muy baja, sobre todo porque a partir de 1.930 mejoraron las técnicas de desinfección. De todos modos, puestos a adquirir uno de estos productos, no está de más asegurarse de su procedencia y su año de fabricación. Por si las moscas. O por si las esporas.