El jefe de Geriatría del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, Pedro Gil, bromea al empezar a hablar de su especialidad: "La edad no es importante salvo que seas vino o queso". El médico, que vio escrita esta máxima en un bar en el extranjero, cree en ella a pies juntillas y, por eso, no le sorprende en exceso que Felipe de Edimburgo vaya a trabajar hasta los 96 años, la edad que tendrá en octubre cuando se retire de la vida pública, según ha hecho público la Casa Real británica este lunes, tras el revuelo causado por la filtración de que Buckingham Palace había reunido a todo su personal en la noche del miércoles para un anuncio no especificado hasta hoy.
Gil comenta que el envejecimiento activo -el que sin duda ha tenido el marido de Isabel II- es una prioridad para la investigación biomédica en Europa. "Tiene que serlo, porque no nos va a quedar otro remedio, simplemente por aspectos demográficos", explica a EL ESPAÑOL.
Para el especialista a la hora de hablar de jubilación es muy importante distinguir entre la edad biológica y la cronológica, que no siempre tienen que coincidir. Básicamente, esta última -si se mantiene más baja que la primera- es la más asociada a un envejecimiento saludable y varía enormemente entre unas personas y otras. "En la juventud hay más homogeneidad", señala.
Así, este médico apuesta por las jubilaciones individualizadas ya que, sostiene, "habrá personas que puedan tener actividad hasta una edad muy avanzada y otras que no". Pablo Picasso pintó su último cuadro, inacabado -Mujer acostada y cabeza- un día antes de morir, en 1973 a los 91 años.
Sin embargo, Gil apunta a lo obvio: que no todas las actividades son iguales y que algunas sí pueden verse afectadas por el deterioro asociado al envejecimiento. "Desde el punto de vista fisiológico se pierden fuerza y masa muscular y rapidez en el movimiento", señala. ¿Y desde el mental? "La capacidad de aprendizaje es menor y más lenta la velocidad de procesar información, pero se gana en experiencia", aclara el geriatra.
Así, Gil opina que las profesiones donde la experiencia se pueda utilizar para rendir e incluso mejorar en el trabajo no tienen por qué estar sujetas a una jubilación precoz. Y vuelve a recordar que, aunque poco frecuente, el estar activo a los 95 años -"y aún más"- no es una excepción.