El filósofo francés François de La Rochefoucauld aseguraba que había tres clases de ignorancia: "no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe y saber lo que no debiera saberse". No debe ser fácil encontrar a alguien que cumpla con todas ellas, pero si hay alguien que es capaz de conseguirlo, es el presidente de EEUU, Donald Trump.
A principios de este mismo mes, Trump hacía enfadar a los historiadores norteamericanos por no saberse la historia de su propio país. El magnate no sabía algo que debiera saberse. Apenas dos semanas después, hace tan solo unos días, se supo que reveló información altamente clasificada al ministro ruso de Exteriores. Un ejemplo claro de que Trump conoce información que, probablemente, no debería conocer.
Por último, en la categoría de saber mal lo que se sabe, está una de las muestras más surrealistas de ignorancia que ha mostrado Trump a lo largo de su carrera como presidente, y es que considera que el ejercicio físico es algo innecesario e incluso dañino.
En un artículo publicado la pasada semana en la revista The New Yorker, el periodista Evan Osnos recordaba que a Trump no le gusta hacer ejercicio porque cree que el cuerpo humano es una batería que tiene una capacidad finita y que haciendo ejercicio lo único que se hace es agotar esa energía.
El cuerpo humano no es una pila
La afirmación de Trump recuerda a una famosa frase atribuida erróneamente al astronauta Neil Armstrong que decía así: "Creo que cada ser humano tiene un número finito de latidos y no tengo intención de desperdiciar ninguno de los míos haciendo ejercicio".
Pero lo cierto es que ninguna de estas afirmaciones es cierta. "El efecto del ejercicio sobre el corazón hace que tengamos una frecuencia cardiaca más baja en reposo, lo que compensaría los latidos extra durante el ejercicio, incluso si este supuesto fuera cierto", explica a EL ESPAÑOL Carlos de Teresa, profesor del Departamento de Fisiología en la Universidad de Granada y miembro de la Sociedad Española de Medicina del Deporte.
También es posible que Trump haya oído que el ejercicio es una actividad que oxida nuestro cuerpo y como el envejecimiento está relacionado precisamente con los procesos oxidativos, puede que haya concluido que lo mejor sería no hacer ejercicio.
Sin embargo, "si bien es cierto que con el ejercicio se produce oxidación, también estamos produciendo una mayor estimulación de los mecanismos antioxidantes", explica de Teresa. Según este especialista en medicina deportiva, gracias a la estimulación que provoca la actividad física, el balance neto final para nuestro cuerpo es positivo, porque hemos estimulado más "los procesos antioxidantes que la propia oxidación que provoca el ejercicio".
En general, podría decirse que el ejercicio físico altera todos nuestros sistemas, tanto el cardiovascular, como el respiratorio, el nervioso o la termoregulación, pero esto lo que provoca es que los mecanismos que nos devuelven a la normalidad estén más entrenados. Así, afirma de Teresa: "Cuanto mayor sea nuestra capacidad para reequilibrarnos, mejor será nuestra salud".
En resumen, aunque el ejercicio supone una exigencia para el cuerpo, éste es capaz de adaptarse a ese esfuerzo y de mejorar sus capacidades y, por tanto, se puede concluir que es mucho más versátil que una simple pila. "En realidad el cuerpo es más bien como una dinamo, pero que además es capaz de ganar más capacidad y volverse más eficiente cada vez que se utiliza", explica a EL ESPAÑOL Jorge García, profesor de la Universidad Internacional de la Rioja y especialista en preparación física.
Estar de pie no es hacer ejercicio
Pero la comparación del cuerpo humano con una batería solo es una parte de la posición de Trump con respecto al ejercicio. Esta anécdota también aparecía en un biografía del magnate (Trump Revealed) escrita por los periodistas del Washington Post, Mike Kranisch y Marc Fisher, y en la que se explicaba de forma algo más extensa la posición del mandatario.
Según Kranisch y Fisher, tras su época universitaria Trump abandonó la práctica deportiva, al considerar que el ejercicio físico era una pérdida de tiempo y que incluso podía ser perjudicial. De hecho, en una anécdota relatada en el propio libro, los periodistas aseguran que Trump llegó reprender a uno de sus ejecutivos cuando se enteró de que estaba entrenando para un triatlón y le dijo que "iba a morir joven por ello".
Tampoco era la primera vez que Trump opinaba en contra de la actividad física diaria, una idea sobre la que ya había incidido en 2015, según señala otro artículo del New York Times. En aquella ocasión el magnate aseguraba que todos sus amigos que hacían ejercicio físico diario "necesitan prótesis de cadera y son un desastre" y que mantenerse de pie durante una hora frente a la audiencia era ejercicio suficiente para él.
"Estar de pie es un estímulo muscular y neurológico importante, porque en nuestros músculos hay fibras que se están contrayendo y relajando todo el tiempo para mantener el equilibrio", explica de Teresa. Sin embargo, "está claro que no es un estímulo suficiente para combatir los factores de riesgo cardiovascular, ni si quiera lo es moverse durante cortos periodos tiempo", concluye este especialista.
Tampoco la Organización Mundial de la Salud (OMS) parece darle la razón a Trump cuando critica a sus amigos por hacer ejercicio todos los días, ya que esta institución recomienda hacer entre 150 y 300 minutos de ejercicio a la semana, lo que implica hacer ejercicio prácticamente a diario, incluso para aquellas personas con edades superiores a los 65 años.
Para García, si bien es cierto que un entrenamiento mal llevado puede llevar a lesiones o al desgaste de algunas articulaciones, "no se pueden ignorar las ventajas de la actividad física, ni los problemas que puede acarrear una vida sedentaria".
La falta de actividad física es perjudicial
De hecho, en contra de la opinión de Trump, la ciencia ha demostrado que el ejercicio físico no solo no es malo para nuestra salud, sino que la ausencia de actividad física puede tener graves consecuencias para nuestro organismo, algo que sabemos desde que en 1953 la revista The Lancet publicó el primer estudio que confirmaba la correlación entre la baja actividad física y las enfermedades cardíacas.
Desde entonces, muchos otros estudios científicos han confirmado esta relación y así lo reconoce la OMS, que asegura que "la inactividad física es el cuarto factor de riesgo en lo que respecta a la mortalidad mundial", con el "6% de las muertes registradas en todo el mundo". Incluso estudios más recientes confirman que el simple hecho de vaguear durante dos semanas puede tener efectos perjudiciales.
Por último, tal y como señala García, otra de las ventajas del ejercicio aeróbico es que "hace que se genere mayor cantidad de una proteína llamada BDNF, que tiene efectos beneficiosos en el cerebro humano y que puede mejorar la función cognitiva". Quién sabe, quizás sea la falta de ejercicio lo que explique las últimas algaradas del magnate norteamericano.