Si subes al Everest como Kilian Jornet, lo normal es que te mueras
El edema agudo de pulmón o el edema cerebral son los principales problemas de salud asociados a una subida a gran altura sin oxígeno, como la de alpinista catalán.
23 mayo, 2017 18:18Noticias relacionadas
Si estuviéramos volando en un vuelo comercial cualquiera y, de repente, la cabina del avión se despresurizara o se evaporaran las paredes que forman la cobertura del aparato, estaríamos a una altura parecida a la que el alpinista catalán Kilian Jornet alcanzó este martes, y en las mismas circunstancias. Es decir, sin oxígeno de apoyo. Más allá de los problemas que podríamos tener con la temperatura, el principal obstáculo al que se enfrentaría nuestro cuerpo sería la presión reducida del oxígeno.
La ascensión al Monte Everest por parte de Jornet es, sin duda, histórica, pero también tiene algo de temeridad. Sin duda, se trata de algo no recomendable y menos para personas sin preparación, como explica el jefe de Neurocirugía del Hospital MAZ de Zaragoza, Ricardo Arregui.
Él mismo ascendió al Everest hace 25 años, pero con una diferencia principal -más allá del tiempo de ascenso- con respecto a Jornet: llevaba oxígeno. Aunque el médico confiesa que previamente lo intentó sin oxígeno -algo que han logrado muy pocos escaladores españoles-, aclara también que llevar este complemento -aunque no se pretenda usar en un principio- es una de las dos únicas formas de solucionar los principales problemas de salud que se pueden producir por respirar a baja presión. Si no se administra oxígeno, la otra opción sería el descenso de altura a la mayor velocidad posible.
Según Arregui, lo que sucede es que el organismo tiene que aclimatarse a esta presión parcial de oxígeno y, para ello, lo que hace es producir glóbulos rojos. Como la presión es tan baja a los glóbulos rojos les cuesta llevar el oxígeno al resto de células y, para compensarlo, se fabrican más. Esto hace que la sangre sea más viscosa y puede tener dos consecuencias nefastas para la salud: el edema agudo de pulmón y el edema cerebral.
Esto ocurre a partir de los 5.000 o 6.000 metros de altura y los síntomas son difusos. Con respecto al edema cerebral, se nota en que el cerebro va "más lento" y la capacidad de pensar es "más reducida", pero eso es algo que ocurre también si no se sufre el edema y se está a esas alturas sin oxígeno.
Otros signos de que se está produciendo esta afección es el dolor de cabeza, que también es frecuente en personas sanas, aunque en esta ocasión sería "muy intenso", seguido por una especie de obnubilación y un enlentecimiento generalizado. "Al final el sujeto podría quedarse totalmente parado", explica el médico.
Respecto al edema agudo de pulmón, serían los síntomas respiratorios los que nos indicarían que algo no anda bien. A esta dificultad para respirar se le sumaría un posterior ahogamiento que podría causar también problemas cardiológicos, señala el experto.
Curiosamente, esa producción extra de glóbulos rojos a la que recurre el organismo para sobrevivir en las alturas se utiliza también como dopaje en deportes como el ciclismo. "Se hace que el cuerpo tenga más transportadores y se rinde más", subraya Aguirre.
Pero, ¿qué sucede cuando esa adaptación no se produce y el organismo empieza a fallar? "Tiene que perder altura o enchufarse al oxígeno", resume el experto, que apunta a que esta es la razón por la que no es una buena idea hacer un ascenso de este tipo en soledad, como hizo Jornet en los últimos mil metros de ascenso.
Para Arregui, es obvio que una aventura de este tipo sin preparación y sin oxígeno es una auténtica locura y que un hito como el del alpinista catalán sólo lo consiguen atletas excepcionales. "Lo normal si te dejan a esa altura sin oxígeno es morirse", concluye.