A todos se nos pone una sonrisilla en la cara cuando pensamos en llevarnos a la boca ese dulce que tanto nos gusta, ya sea un pedazo de tarta, un helado de chocolate o una napolitana rellena de crema. Sin embargo, consentirnos más de la cuenta ese capricho puede provocar que, a largo plazo, esa sonrisa acabe torciéndose y torne en llanto.
Al menos, eso es lo que afirma un nuevo estudio publicado en Scientific Reports, que apunta que los hombres que consumen altos niveles de azúcares a través de dulces o bebidas azucaradas tiene más posibilidades de desarrollar trastornos mentales tan comunes como la depresión o la ansiedad.
El consumo excesivo de azúcar se ha relacionado tradicionalmente con otra serie de problemas tales como la diabetes o la obesidad. De hecho, la Organización Mundial de la Salud recomienda reducir su consumo por debajo del 5% del total de energía que ingerimos a diario (unos 25 gramos). Ahora, un equipo del Instituto de Epidemiología y Salud del University College de Londres, dirigido por la epidemióloga Anika Knüppel, sostiene que el azúcar es el responsable de la depresión y ansiedad que desarrollan algunos varones.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores estudiaron los datos de más de 8.000 sujetos (unos 5.000 hombres y alrededor de 2.000 mujeres) del Reino Unido que respondieron de forma periódica a cuestionarios sobre su estilo de vida y salud desde 1983 hasta 2013. Los participantes también fueron sometidos a encuestas de salud mental y a revisiones médicas en las que se controló su peso y altura.
Los resultados son claros: los hombres que consumen altos niveles de azúcar (esto es: más de 67 gramos a diario) tienen un 23% más de posibilidades de desarrollar trastornos mentales cinco años más tarde que los que consumen menos de 40 gramos. Para ponerlo en perspectiva, un refresco de cola de 500 cl, si no es light, ya contiene 53 gramos de azúcar; una bebida energética, 60.
Tradicionalmente siempre se ha pensado que la depresión o la ansiedad conducía a la ingesta de todo tipo de dulces. Este estudio demuestra que lo que ocurre es precisamente lo contrario. "No encontramos evidencia de un posible efecto inverso: los participantes no cambiaron su ingesta de azúcar después de sufrir trastornos del estado de ánimo", apunta Knüppel en The Conversation.
A priori, el resultado de este trabajo rompe con la creencia popular -impulsada por la televisión o el cine a través de películas como Bridget Jones, por ejemplo- de que son las mujeres las que ingieren grandes cantidades de dulces y helados cuando pasan por alguna crisis. Eso sí, lo hace con algunos matices, ya que los propios investigadores sugieren que "el menor número de mujeres participantes [un tercio de la muestra] podría haber perjudicado el resultado del análisis en este grupo".
Knüppel asegura que, pese a las conclusiones obtenidas, aún quedan algunos enigmas por resolver. "A pesar de nuestros hallazgos, sigue habiendo una serie de preguntas sobre si el azúcar nos entristece, si afecta a los hombres más que a las mujeres, o si es la dulzura, en lugar del azúcar, lo que explica los resultados", sostiene la epidemióloga. "Sin embargo, lo cierto es que el azúcar está asociado a una serie de problemas de salud, como la caries dental, la diabetes y la obesidad. Así que reducir sus niveles en nuestro organismo probablemente sea una buena idea, independientemente del estado de ánimo o no", finaliza.