El virus del Zika ha protagonizado una de las últimas crisis sanitarias mundiales. En 2016, su amenaza generó un nivel de alarma que a algunos recordó a la gripe A de 2010. Aunque finalmente no fue para tanto, muchísimas mujeres han dado a luz a niños con malformaciones en países donde el aborto está prohibido y, aunque científicos de todo el mundo siguen trabajando en el desarrollo de una vacuna contra el patógeno, ésta aún no ha pasado de fases experimentales.
Pero el microorganismo pesadilla para la comunidad científica y las autoridades sanitarias de medio mundo puede convertirse ahora en una esperanza para los afectados por uno de los tipos de cáncer con peor pronóstico: un tipo de tumor cerebral llamado glioblastoma.
Todo gracias a un estudio que se publica en la última edición de la revista The Journal of Experimental Medicine, que apunta a que el virus del Zika tiene una especial predilección por unas células especialmente resistentes a la quimioterapia y la radiación: las células madre del glioblastoma que, por si fuera poco, son también invisibles para el sistema inmunológico.
Toda esta combinación hace de este tumor un auténtico desafío para los investigadores y una malísima noticia para sus pacientes, algo que podría cambiar si se confirman los hallazgos de los científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington.
La hipótesis de los autores vino precisamente de observar los letales efectos del virus sobre los fetos en desarrollo. ¿Por qué afectaba tanto? Su teoría, que se dirigían a las células progenitoras y madre neuronales. así, y sabiendo que los efectos del Zika en el cerebro adulto son mucho menos graves, decidieron estudiar en el laboratorio qué pasaría si se juntara en una probeta al virus y a las células madre adultas pero de un tejido enfermo, en concreto, de un glioblastoma.
El problema, como suele ocurrir en este tipo de investigaciones, es que de momento sólo se ha demostrado en ratones. Pero en estos animales, modelos habituales de cáncer humano, se ha demostrado una herramienta muy prometedora. Los animales con una forma agresiva del tumor inyectados con una cepa del virus adaptada a estos roedores experimentaron un crecimiento más lento de su tumor y una mayor esperanza de vida.
"Nuestro estudio es un primer paso hacia el desarrollo de cepas seguras y eficaces del virus del Zika que pueden convertirse en importantes herramientas en neurooncología y en el tratamiento del glioblastoma", concluyó uno de los autores, Michael Diamond.