En las teorías de la conspiración, lo que mejor funciona es mezclar conceptos reales y falsos. Es lo que ha sucedido en torno a la súbita muerte del fiscal José Manuel Maza, fallecido en Buenos Aires este sábado víctima de una infección renal.
La web Red Adler soliviantó a la clase jurídica española difundiendo este rumor: Maza murió "envenenado" por quienes le "inocularon la toxina Shiga" sin que él se diera cuenta.
Según explica a este diario un médico con acreditada experiencia en el tratamiento de infecciones, "la toxina Shiga puede generar una deficiencia renal similar a la que mató a Maza". Del mismo modo, también es cierto que existen unas bacterias denominadas Escherichia coli productora de toxina Shiga (STEC, de sus siglas en inglés), pero no hay constancia de una versión de este patógeno que se produzca en el laboratorio y pueda ser más letal. Ni pies ni cabeza.
La literatura científica en torno a las STEC es abundante. Los Centros para el Control y Prevención de las Enfermedades (CDC) de EE.UU les dedican un apartado en su página web, donde se definen como un patógeno peligroso, cuya principal fuente es el ganado, ya que viven en su estómago sin causar enfermedad al animal, pero sí al hombre que lo ingiere.
Otro especialista consultado, que prefiere mantener su anonimato para no extender teorías conspiratorias, confirma que ese tipo de bacteria -sin haber sido objeto de manipulación en laboratorio- sí podría estar detrás de la muerte del Fiscal General del Estado, José Manuel Maza, pero "como tantas otras".
"Será clave el resultado de los hemocultivos"
Las STEC han generado distintos brotes de intoxicaciones alimentarias producidas en todo el mundo. Uno de los más recordados es el registrado en Alemania en 2011, que afectó a casi 4.000 personas, de las que 853 desarrollaron un síndrome urémico hemolítico, que desencadenó un fallo mortal en el riñón a 32 personas.
Un doctor con más de treinta años de trayectoria hospitalaria apunta que este tipo de síndromes no conviene tratarlos con antibióticos porque así podrían romperse las bacterias y trasladar las toxinas al resto de la sangre. Confirma que esta información probablemente la tuvieran los inspiradores del bulo, a sabiendas de que Maza precisamente no reaccionó a los antibióticos que se le suministraron.
En este sentido, "es clave el resultado de los hemocultivos" para comprobar si la toxina Shiga ha sido la causante de la infección renal de Maza. "Otro problema que podría darse sería la inestabilidad de la toxina, hay algunas que desaparecen pronto".
El bulo del "asesinato" de Maza roza el esperpento, teniendo en cuenta que se vincula su muerte a agentes relacionados con el Mossad.