Sin duda, las imágenes de la ingesta en directo de un veneno por determinar por parte del criminal de guerra Slodoban Praljak quedarán grabadas en la retina de los presentes en la sala del Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), donde se ratificó la condena a 20 años dictada contra él en 2013 por crímenes en la Guerra de Bosnia (1992-1995). También en la de los telespectadores que seguían la transmisión del juicio en directo -la mayoría musulmanes de la ciudad bosnia de Mostar- y de todos los que han visto el impactante video en los medios de comunicación.
Sin embargo, el caso de Praljak no ha sido el primero, ni probablemente el último, en el que un acusado se suicida con veneno tras escuchar su sentencia o estar a punto de hacerlo. En la memoria de todos, el nazi Hermann Wilhelm Goering, que ingirió cianuro antes de que se ejecutara su sentencia a muerte por ahorcamiento dictada en los juicios de Nuremberg.
Más allá de las dudas sobre cómo se adquieren estas sustancias y cómo los acusados -normalmente en prisión- tienen acceso a ellas, la realidad es que existen numerosos venenos que pueden acabar con la vida de una persona en apenas unos minutos -voluntaria o involuntariamente-, desde la histórica cicuta -utilizada habitualmente en la antigua Grecia para ejecutar las sentencias de muerte, como hizo el filósofo Sócrates- hasta la tetrodotoxina, la neurotoxina que lleva en sus entrañas el pez globo, la delicia de la gastronomía japonesa que, si no se cocina correctamente, puede matar rápidamente a un comensal.
Según explica a EL ESPAÑOL la catedrática de Química Orgánica de la Universidad de Navarra Carmen Sanmartín, es muy difícil averiguar qué tipo de veneno ha podido utilizar el criminal serbio para acabar con su vida, pero está claro que opciones no le faltan. "Por lo que se ha visto en televisión, me podría inclinar más por algo tipo arsénico o cianuro, que por algo más sofisticado como un isótopo radiactivo como el polonio", comenta.
Cicuta
La cicuta es una planta sumamente tóxica cuyo nombre científico es Conium maculatum y que está presente en numerosas zonas de España. En sus raíces se encuentra la cicutoxina, un líquido amarillento que es un alcohol insaturado que puede causar la muerte a una persona. Los primeros síntomas de intoxicación por cicutoxina incluyen salivación excesiva, espuma en la boca, nerviosismo y falta de coordinación. Estos síntomas pueden convertirse en temblores, debilidad muscular, convulsiones y fallo respiratorio.
Tetrodotoxina
Esta neurotoxina presente no sólo en el pez globo, sino también en algunos pulpos y sapos, puede matar a una persona en minutos, pero en medio de mucho sufrimiento, ya que provoca una parálisis respiratoria por lo que el que que lo ingiere es consciente de lo que le está ocurriendo. Es un veneno diez veces más potente que el arsénico, para el que no existe antídoto conocido y los científicos pueden adquirirlo. De hecho, en 2011 un investigador de Chicago fue detenido por comprar cantidades insólitas de la sustancia. Tras hacer su quinto pedido de 98 miligramos, el laboratorio proveedor alertó a las autoridades. Fue condenado a ocho años en prisión y contó en el juicio con el apoyo de su mujer, la persona a la que pensaba asesinar con el veneno del pez globo.
Arsénico
En la película Arsénico por compasión (Frank Capra, 1944), unas encantadoras viejecitas ponían esta sustancia en las tazas de té de los ancianos que ellas consideraban solitarios, para matarlos y dejar que su hermano -un loco que se cree el presidente Roosevelt - las enterrara como víctimas de la fiebre amarilla en el sótano que él cree el Canal de Panamá. El fallecimiento por arsénico en forma de óxido dista de ser -si alguno lo es- agradable. En dosis elevadas, la muerte sigue a las convulsiones y al coma previo a un fallo circulatorio. "Puede ser muy rápido", comenta Sanmartín.
Cianuro
El cianuro es una sal resultante de la combinación del ácido cianhídrico (HCN) con diversos compuestos. Se trata de un químico muy reactivo, líquido, volátil, incoloro y con olor a almendras amargas. Este veneno provoca muy rápido la inconsciencia y puede matar en un período que puede variar entre uno y 15 minutos, siempre que las dosis sean suficientemente altas. A pesar de ser un veneno muy utilizado en la Inglaterra victoriana, se sigue utilizando en la actualidad porque, entre otras cosas, es fácil de adquirir. "Lo que hace es impedir que la hemoglobina lleve el oxígeno a la sangre, lo que provoca una muerte celular; es, además, fácilmente soluble en medios acuosos", señala la experta de la Universidad de Navarra.
Polonio
Todos recordamos el asesinato del exespía ruso Alexander Litvinenko en 2006, que fue envenenado en un hotel de pleno centro de Londres con polonio radiactivo 210, presuntamente administrado en una taza de té. Más de mes y medio después fallecía en un hospital sin que los médicos pudieran hacer nada por salvarle, a pesar de que estuvo tres semanas bajo sus cuidados. El polonio es un material radioactivo que se produce de forma natural en muy bajas concentraciones en la corteza terrestre y fue el primer elemento descubierto por los científicos Marie y Pierre Curie a finales del siglo XIX y recibe su nombre del país natal de Marie Curie, Polonia. Para matar a una persona, se requieren grandes cantidades, nada fáciles de adquirir. Sanmartín cree que es difícil que ésta haya sido la sustancia elegida por el criminal de guerra, porque suele tardar más en provocar la muerte.
Toxina botulímica
Sí, la sustancia que se encuentra detrás del conocido botox es, en realidad, una potente neurotoxina que puede provocar la muerte por parálisis respiratoria. Un adulto de 70 kilos de peso muere si es inyectado con sólo 0,15 picogramos de la toxina -cada picogramo equivale a apenas la billonésima parte de un gramo- y por ser considerada un arma de destrucción masiva está prohibida por la Convención de Ginebra y la Convención sobre Armas Químicas. "Provoca una parálisis muscular muy rápida", comenta Sanmartín.