En lo que a estética e higiene femenina se refiere, es muy típico asumir como desagradables fenómenos totalmente naturales, del vello corporal a la celulitis. Un claro ejemplo es el del flujo vaginal. Su apariencia y su olor pueden no resultar es una sustancia esencial para la salud sexual de las mujeres, tanto como lubricante como para prevenir infecciones.
Es por eso que los especialistas en ginecología como de la Universidad de Sídney advierten que excederse con la higiene vaginal a veces puede ser contraproducente. Esto es lo que ocurre con v-steam, un artilugio pseudocientífico que limpia la zona de una forma tan curiosa como peligrosa. Se trata de una especie de sillón sobre el que se sienta la usuaria y "lava su vagina y su útero" con "la ayuda de vapores de artemisa" que además "devuelven el equilibrio a sus niveles hormonales".
Esta descripción corresponde a Goop, el magazine de la actriz Gwyneth Paltrow responsable de popularizar esta moda. La publicación retiró el artículo elogiando el v-steam tras una avalancha de críticas desde el mundo médico. Entre ellas, la de obviar que no hay ninguna evidencia científica de sus beneficios, la imposibilidad anatómica de que el vapor alcance al útero, los peligros de resecar las paredes de la vagina y la posibilidad de ocasionar quemaduras.
Con todo, la idea de la guerra contra el flujo cundió. Mientras spas y clínicas alternativas de todo el mundo siguen ofertando los controvertidos lavados vaginales con vapor, se han popularizado toda clase de productos como desodorantes íntimos, salvaslips perfumados o prácticas caseras como lavativas a base de pepino. Tienen algo en común: dañar el mecanismo por el que la vagina cuida de sí misma, el microbioma.
"Perfumes" que en realidad dañan
A pesar de las connotaciones negativas que se le atribuye al término, no todos los microbios son peligrosos. De hecho, en el interior del organismo de los seres humanos conviven un gran número de microbios beneficiosos que mantienen a raya a los perjudiciales y contribuyen al correcto funcionamiento de nuestro cuerpo.
En el caso de las mujeres, el microbioma vaginal lo componen un gran número de lactobacilos, un tipo de bacterias que producen ácido láctico con el fin de reducir el pH. Se trata de una barrera indispensable a la hora de prevenir las enfermedades de transmisión sexual.
Estas bacterias, junto al líquido de las paredes de la vagina y la mucosa del cuello uterino forman el flujo vaginal, que a su vez muestra variaciones en su aspecto en las diferentes etapas del ciclo menstrual. Tiene una característica típica, que es su olor desagradable, que se incrementa notablemente entre las mujeres con muchas glándulas sudoríparas en la zona.
Cualquier objeto que se introduzca en la vagina durante el sexo, de condones y juguetes sexuales hasta el pene o el propio dedo, pueden desestabilizar esta flora bacteriana. El desequilibrio se restablece rápidamente y de forma natural tras la relación sexual, pero si el microbioma se encuentra debilitado, no siempre es así.
Por ejemplo, los productos de higiene femenina utilizados para lavar la vagina en ocasiones contienen antisépticos y químicos para "perfumar" que afectan a la flora de forma mucho más duradera, llegando a debilitar al organismo frente a la entrada de agentes infecciosos. Las recetas de lavativas caseras, por su parte, contienen agua y vinagre, que son irritantes.
Si bien es recomendable lavar la parte externa de los genitales y la zona a diario, los productos de higiene íntima deben ser siempre específicos y aprobados sanitariamente para cuidar los niveles de Ph. No obstante, un olor o viscosidad inusualmente desagradables del flujo pueden indicar una infección como la candidiasis o la vaginosis bacterial.
Puestos a evitar dejarnos llevar por modas extremas, la depilación a cero tampoco sería recomendable. Otros estudios han arrojado que la eliminación del vello púbico se asocia a la posibilidad de contraer infecciones urinarias y enfermedades de transmisión sexual. Esto posiblemente se deba a que el vello supone una barrera natural de protección frente a la entrada de patógenos, por lo que su eliminación podría facilitarles el trabajo a estos microorganismos.
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