Actualmente las técnicas médicas que usan el diagnóstico por imagen se cuentan por cientos, aunque dependiendo del país y el hospital en cuestión pueden ser más o menos cómodas a nivel de acceso, y a nivel económico. Entre dichas pruebas, una de las más extendidas es la resonancia magnética, un tipo de prueba de imagen que no usa radiación -como sí lo hacen las radiografías, o la tomografía axial computerizada (TAC)-, pero que en contraposición tiene una importante contraindicación: no se puede utilizar con objetos metálicos cerca.
En tal caso, el uso de la resonancia magnética puede ser letal en determinadas condiciones, como fue el caso del ciudadano indio Rajesh Maru, el cual perdió la vida a causa del potente imán de una máquina de resonancia magnética en el Hospital de Mumbai, según ha publicado la AFP.
Qué peligros tiene una resonancia magnética
Cabe destacar, para empezar, que en unas condiciones normales una resonancia magnética no tiene ningún peligro para el organismo humano -siempre que se eviten los metales-. El caso de Maru fue particular, ya que portaba consigo una botella de oxígeno portatil cuando se encontraba cerca de la máquina de resonancia magnética cuando acompañaba a una familiar de avanzada edad.
Según la AFP, a pesar de que a Maru se le informó de que la máquina estaba apagada, resultó que el potente imán de la misma seguía encendido, llegando a arrastrar su botella metálica de oxígeno líquido. La hipótesis actual es que este hombre falleció al inhalar el oxígeno líquido que se dispersó fuera de la botella dañada. El caso ha provocado incluso la detención de dos miembros del personal hospitalario con cargos de homicidio por negligencia.
Cómo funciona una máquina de resonancia magnética
Actualmente la resonancia magnética es la prueba de referencia en la búsqueda de determinadas enfermedades, como aquellas que afectan al sistema nervioso, o al sistema muscular y articular. Su funcionamiento es bastante seguro en el organismo humano, siempre que se eviten los mencionados objetos metálicos.
La particularidad de la resonancia magnética es que funciona mediante el uso de potentes imanes capaces de crear campos magnéticos con una fuerza 1.000 veces superior a la de un imán de un refrigerador estándar. Estos campos magnéticos se alinean con los protones o partículas positivas de los núcleos de los átomos de hidrógeno de los tejidos blandos del cuerpo humano. Dado que hay una enorme cantidad de átomos de hidrógeno en los tejidos blandos -mayormente compuestos por agua o H2O, siendo la piel un 64% agua y los pulmones un 83% agua-, la efectividad de esta prueba es superior a otras, como aquellas que usan radiación, al menos en cuanto a tejidos blandos se refiere.
Por otro lado, además de alinearse con los protones de los tejidos blandos humanos, las máquinas de resonancia magnética también usan ondas de radio capaces de hacer variar el campo magnético, y pudiendo así forzar a los protones para que se alineen como respuesta. Cuando el campo magnético cesa, los protones vuelven a su orientación normal, algo que produce señales de radio medibles mediante la máquina de resonancias. Dependiendo del tejido analizado, la velocidad a la cual vuelven los protones a la normalidad es diferente, por lo que las señales de radio producidas también serán diferentes; por ello los músculos y órganos son reconocidos por parte de la resonancia, gracias a estas ondas de radio tras la vuelta a la normalidad.
Otros casos de accidentes con máquinas de resonancia magnética
Precisamente debido a los potentes campos magnéticos creados por estas máquinas es muy peligroso portar metales cerca. Actualmente muchas prótesis humanas se hacen de materiales que sí pueden introducirse en estas máquinas, como el titanio, el cobalto o el cobre. Si se introduce metal, los potentes imanes lo arrancaran el organismo antes de haber finalizado la prueba -como sucedería en el caso de entrar con un marcapasos cardíaco dentro de una resonancia, por ejemplo-.
Existen algunos casos publicados sobre accidentes de este tipo.
Por ejemplo, en el año 2014, también en otro hospital de Mumbai un técnico pasó cuatro horas dentro de una máquina de resonancia magnética tras quedar atrapado a causa de una botella de oxígeno. Sufrió graves daños orgánicos y hemorragias internas, según el periódico indio Mumbai Mirror. Recibió 157.000 dólares como indemnización.
Por otro lado, durante el pasado año 2001, un niño de 6 años murió en Nueva York también por culpa de una botella de oxígeno, la cual fue arrastrada por una máquina de resonancia magnética y acabó golpeando su cráneo. Su familia fue indemnizada con 2,9 millones de dólares según el New York Post.
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