Cuando se trata de hablar de lo que es bueno y malo para nuestro cuerpo, los mitos hacen acto de presencia. Y muchas de estas falsas creencias hacen referencia directa al ejercicio físico. Pensar que solo las mañanas son el momento ideal para entrenar o que cuanto más nos machaquemos en el gimnasio, mejores resultados conseguiremos, son algunas de estas erróneas ideas que llevamos tiempo creyéndonos y, por tanto, poniendo en práctica de forma que en nada nos beneficia.
Por suerte, ahora varios estudios destierran los mitos más extendidos en torno al fitness y nos explican en qué nos equivocamos cuando afirmamos cosas como que la grasa se vuelve músculo o que si no sudas de nada te servirá ir al de gimnasio.
Por qué la grasa no se hace músculo
Principalmente, porque se trata de dos tejidos diferentes. Por un lado, contamos con el tejido adiposo (grasa) que se encuentra bajo la piel, intercalado entre músculos y alrededor de los órganos internos. Por otro, está el tejido muscular, que se divide en tres tipos (cardíaco, liso y esquelético) y se distribuye por todo el cuerpo.
Así que, en ningún caso, la grasa se transformará en músculo. Lo que ocurre en realidad es que cuando hacemos ejercicio consumimos grasa y nuestros músculos (que estaban debajo de la capa de grasa) afloran. Además, si consumimos proteínas y otros carbohidratos, como legumbres, fruta y verdura, conseguiremos que aumente el tamaño de las fibras musculares y así los veamos más tonificamos.
De igual modo, tampoco el músculo puede acabar siendo grasa. Cuando perdemos la forma física, solo se debe a que los músculos han reducido su masa y la grasa ha tomado un mayor espacio y será más visible.
Sudar no lo es todo
Habrás escuchado mil veces que sin sudor no hay resultados en el gimnasio. Nada más lejos de la realidad. Practicar deporte no solo mejora tu salud sino que también disminuye el riesgo de muerte por múltiples factores. Así que cualquier ejercicio (aunque no sudes) merece la pena: desde una intensa clase de spinning hasta ir andando durante media hora a tu trabajo.
Así lo demuestra una investigación publicada en Journal of the American Heart Association que, tras cruzar datos de actividad física y tasas de mortalidad de más de 4.800 adultos, comprobaron que había grandes diferencias entre quienes hacían algún tipo de ejercicio, por poco que fuera y los que llevaban una vida totalmente sedentaria.
El propósito del sudor, cuando hacemos ejercicio, no es otro que proteger nuestro cuerpo y devolverle el equilibrio. El agua que expulsamos tiene la función de enfriar el cuerpo y regular así la temperatura interna.
No solo los abdominales para lucir tableta
Es común creer que solo si te machacas a abdominales conseguirás abdominales más definidos. Y no es así. Como explican desde la publicación Harvard Health, los músculos abdominales no solo incluyen los visibles cuadraditos (también conocidos por los anglosajones como six-pack). También forman parte de ellos los oblicuos en la zona frontal y lateral del abdomen y los transversales en su parte inferior, que, además, "proporcionan estabilidad alrededor de la columna vertebral", como detalla Lorna Brown, fisioterapeuta especializada de Harvard .
De este modo un solo ejercicio no hará que todos ellos se fortalezcan. Así que para trabajarlos puedes hacer entrenamientos abdominales, contrayendo todos estos músculos, de muchas formas: desde hacer el puente a estiramientos tumbados en el suelo y llevando tus rodillas al pecho, pasando por contraer los abdominales mientras caminas.
Correr no acabará con tus rodillas
Así lo probaron investigadores de la Universidad de Stanford en 2008. En un estudio examinaron las rodillas de 1000 perfiles diferentes entre los que se encontraban personas que corrían mucho, poco o nada y comprobaron que la salud de sus articulaciones no difería en función de las horas que pasaran haciendo deporte. "Tenemos corredores que promedian 321 kilómetros por año y otros que promedian 3.218 kilómetros al año. Sus articulaciones son las mismas", aseguraba el profesor James Fries, líder del grupo de investigación.
Además ese mismo estudio demostró que los corredores más experimentados padecían menos discapacidades físicas y su tasa de mortalidad era un 39% menor que la de los no corredores.
Machacarte sin descanso no compensa
Según los expertos, alternar días de entrenamiento con jornadas de descanso es crucial para que tus músculos se recuperen. Así que de nada servirá que hagas un entrenamiento intensivo si no dejas que tu cuerpo mejore y asimile los logros. Con ello solo conseguirás cansarte hasta la extenuación y, en el peor de los casos, acabar lesionado.
Además, para evitar males mayores, será clave hacer tablas de ejercicios variados. Así lo recomiendan entrenadores personales como Valerie Waters, asistente de la actriz Jennifer Garner, quien asegura que "hacer el mismo patrón de entrenamiento puede provocar lesiones".
Ahora bien, sobre los tiempos recomendados para conseguir un cuerpo tonificado la ciencia también tiene algo que decir. Según un reciente estudio publicado en la revista Circulation de la American Heart Association, los principiantes deberán entrenar entre cuatro y cinco veces por semana para obtener buenos resultados y mantener la salud cardíaca.
Ejercicio físico también para la mente
"El ejercicio aeróbico es la clave para su cabeza, al igual que lo es para su corazón", aseguran desde la Facultad de Medicina de Harvard. Sin embargo, sus beneficios pueden ir mucho más allá para nuestro cerebro, siendo incluso mejor que cualquier entrenamiento mental que se precie.
Un reciente estudio de investigadores australianos demostró que el ejercicio físico prevenía y retrasaba el deterioro cognitivo en personas de 50 años o más. Según este análisis publicado en el British Journal of Sports Medicine, para notar estos beneficios bastaría con realizar algún tipo de ejercicio aeróbico durante 45 o 60 minutos por sesión y con una intensidad moderada. Entres estas actividades se incluye caminar a paso ligero, correr, nadar o montar en bicicleta.
Aunque no es el único estudio que muestra evidencias clara sobre la salud mental. Otra publicación recogida en el Journal of Physical Therapy Science asegura que también ayuda a reducir los niveles de estrés y desde el Instituto Black Dog, de Australia, reconocen sus beneficios contra la depresión.
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