Se consideran 'parafilias' aquellas prácticas por las que determinadas personas encuentran placer a través de experiencias que no están específicamente relacionadas con la cópula o el acto sexual convencional.
El diccionario de la RAE las define directamente como 'desviación sexual', pero la inmensa mayoría de expertos en sexología prefieren referirse a ellas como comportamiento sexual alternativo. Defienden que, en la mayoría de ocasiones, no comportan riesgos serios para la salud física o mental de quienes las llevan a cabo, catalogándolas dentro del apartado de fetiches y fantasías sexuales que todo ser humano puede tener en algún momento de su vida.
Alrededor de las parafilias hay infinidad de prácticas que, a ojos de quienes no las conocen o realizan, pueden parecer extrañas e incluso escatológicas. A continuación podrás conocer media docena de las más curiosas y bizarras que existen.
En cualquier diccionario de parafilias el primer término con el que nos encontraremos es abasiofilia, el cual consiste en la atracción sexual que experimentan ciertos individuos hacia personas con algún tipo de minusvalía física, como puede ser una cojera o la amputación de algún miembro.
También hay quien siente una gran fogosidad y llegan incluso al clímax a través de la flatofilia, término utilizado para definir al disfrute sexual por percibir el olor de una ventosidad, ya sea propia, de la pareja e incluso de una persona desconocida, pudiendo incluso llegar al orgasmo tan solo con aspirarlos. Esta curiosa conducta también recibe el nombre de eproctofilia o pedorastia.
Y sin irnos demasiado lejos de lo escatológico nos encontramos con la misofilia, una conducta que está a medio camino entre la parafilia y el fetichismo y que consiste en sentir una gran excitación al oler o entrar en contacto con alguna prenda sucia. En especial si se trata de una pieza de ropa interior (braguitas, tanga, calzoncillos…). Eso sí, entre las personas misofílicas hay una preferencia clara: que la suciedad de esas prendas íntimas sea por algún fluido corporal como flujo, sangre menstrual, orina, semen, rastros de excremento…
Posiblemente te habrás quedado de piedra tras haber leído las anteriores parafilias, pero ten cuidado si es así, no vaya a ser que se excite al verte alguna persona agalmatofílica. Y es que esta parafilia consiste en sentir una irrefrenable atracción sexual por las estatuas, maniquíes, muñecas o cualquier otro objeto inanimado que tenga forma humana. Esta conducta también es conocida con los términos monumentofilia, galateísmo o pigmalionismo.
Si has visto la fenomenal película Lost in Translation (Sofia Coppola, 2004) seguro que recuerdas la escena en la que el personaje interpretado por Bill Murray se encuentra en la habitación de su hotel con una escort que le pide que le rompa las medias. Esta fogosidad sexual se conoce como clastomanía y consiste en excitarse mientras se va arrancando la ropa a la pareja sexual de forma agresiva. A pesar de lo aparentemente brusco que pueda parecer esta práctica, en la mayoría de ocasiones no interviene la violencia ni el dolor físico. No solo proporciona placer al clastomaníaco el ir rompiendo la ropa a su pareja sino también el ver cómo le arrancan y destrozan la suya.
Y para finalizar lo haré con un popular dicho que reza "Donde hay pelo hay alegría" y es que quienes disfrutan de la hirsutofilia lo saben bien. Esta parafilia consiste en sentir atracción por las personas velludas o, dicho de otro modo, con una inusual cantidad de vello corporal. Hombres peludos que parecen ositos o mujeres con las piernas y axilas sin depilar son objeto de deseo de los hisurtofílicos quienes se excitan ante la visión (y evidentemente contacto) de zonas bien peludas.