El concepto de ganglio centinela revolucionó el abordaje del cáncer de mama. La cirugía para este frecuente tumor -del que se detectan 26.000 casos cada año- cambió como de la noche al día cuando se dejó de hacer lo que se hacía por sistema: vaciar la cadena de ganglios linfáticos de la axila más próxima al tumor. No es que los cirujanos fueran unos sádicos que quisieran aplicar la máxima de cuanto más mejor; lo que pretendían era reducir al máximo el riesgo de que el cáncer se diseminara por el organismo y evitar así la temida aparición de la metástasis, que convierte la enfermedad en incurable

Pero el descubrimiento del ganglio centinela lo cambió todo. Lo que los expertos descubrieron era que el ganglio de esa cadena de componentes del sistema linfático más próximo al tumor era un claro indicador de las posibilidades que tenía el cáncer de avanzar hacia el resto del organismo. Si estaba afectado, merecía la pena retirarlos todos. Si no, no tenía sentido. De esta forma, se evitaba una cirugía más compleja, innecesaria y, sobre todo, que dejaba a las mujeres con muchas secuelas; la principal, la casi pérdida total de movilidad en el brazo afectado. 

Ahora, un equipo de investigadores del Instituto de Investigación Sanitaria La Fe (IIISLAFE) liderado por Víctor Lago Leal pretenden trasladar el mismo avance a otro tipo de tumor ginecológico, menos frecuente pero también mucho más letal: el cáncer de ovario

Así se pretende luchar contra las secuelas del cáncer de ovario.

"El cáncer de ovario es el que peor pronóstico tiene entre los tumores ginecológicos. Su tratamiento comprende cirugía y quimioterapia, siendo la intervención compleja y con potenciales secuelas para las pacientes", explican los investigadores, que han lanzado un crowfunding a través de la plataforma pública Precipita .

Con el dinero obtenido, los científicos quieren llevar a cabo una investigación para estudiar la técnica del ganglio centinela en el cáncer de ovario. "Se trata de validarla y operar a las pacientes con una técnica de mínima invasión, reduciendo las consecuencias derivadas de la intervención", explican los autores.

"En los últimos 20 años el ganglio centinela ha sido introducido en el manejo quirúrgico de tumores ginecológicos (cáncer de cérvix, endometrio) con buenos resultados y en tumores de mama y vulva forma parte del tratamiento. Sin embargo, en el cáncer de ovario no y este es el primer ensayo clínico realizado con este objetivo", añaden.

La práctica clínica actual añade a la extirpación del tumor un procedimiento llamado linfadenectomía, que consiste en la retirada de los ganglios de la pelvis y de la aorta, todo para ver si el tumor se ha extendido. Pero la hipótesis de los investigadores es que hasta un 80% de las pacientes de cáncer de ovarios podrían evitar la linfadenectomía al no presentar metástasis en la zona. 

El problema es saber qué enfermas podrían librarse de esta dura cirugía, que se asocia además a un tiempo más largo de postoperatorio. Y ahí es donde entra en juego el ganglio centinela, el primero al que drena el tumor, que los científicos del centro valenciano creen que se podría localizar con un isótopo durante la propia cirugía de extirpación del tumor. 

"Sólo con tu colaboración podremos comprar los reactivos necesarios para llevar a cabo el proyecto", explica Lago Leal en el vídeo que acompaña a la petición. Ahora, estamos a un ensayo clínico de distancia de que el abordaje del cáncer de ovario se puede simplificar para muchísimas mujeres. 

Noticias relacionadas