Cada vez es más habitual que se hagan públicos resultados de medicamentos oncológicos que no actúan contra un tipo de cáncer, sino contra varios. Y no es que pase lo que ocurría antes, que primero se demuestra la eficacia frente a un tumor y después se va probando -y aprobando- para otros, sino que directamente se estudian y se aplican directamente a varios tipos de cáncer.
De hecho, en 2017 EEUU aprobó el primer medicamento para varios tipos de cáncer, un anticuerpo monoclonal que puede ser aplicado a todos los tumores sólidos con un biomarcador determinado, sin importar en qué órgano estén localizados. No ha sido el único, y a finales de 2018, se aprobaba larotrectinib, otro medicamento de precisión para tumores con fusiones de los genes NTRK, de nuevo con independencia de su localización.
La última arma terapéutica contra varios tipos de cáncer a la vez sería un anticuerpo tóxico, cuyo funcionamiento recuerda a la leyenda del caballo de Troya, aunque aún no ha podido ser probado en una amplia variedad de pacientes.
El fármaco, denominado tisotumab vedotin o TV, está compuesto por un anticuerpo monoclonal y un componente tóxico capaz de dañar a las células cancerosas. Según los investigadores del Instituto de Investigación del Cáncer de Londres, y la Fundación Royal Marsden, el fármaco habría tenido éxito en un pequeño ensayo clínico con 147 pacientes. Sus resultados se han publicado recientemente en The Lancet Oncology.
El fármaco que llama a la puerta
En este caso, el anticuerpo sería el caballo de Troya, dado que busca señales en las membranas celulares y "pide entrar". Estas señales, los factores tisulares, se encuentran en todas las células sanas, pero se sabe que muchos tipos de cáncer los explotan para crecer de forma descontrolada, algo que puede paliarse gracias a la sustancia citotóxica combinada con este anticuerpo.
Dicha sustancia sería el monometril auristatina E, una molécula que impide que las células se reproduzcan, y en este caso podría hacerlo desde dentro de las células cancerosas al penetrar junto al anticuerpo.
Entre los cánceres tratados estarían el cáncer de cervix o de cuello de útero, cáncer de vejiga, cáncer de ovarios, cáncer de endometrio, cáncer de esófago y cáncer de pulmón. Entre ellos, destacaría el cáncer de vejiga, pues durante el estudio hasta el 27% de los voluntarios con dicha enfermedad pudieron estabilizarse. En el otro extremo, el cáncer de endometrio solo pudo mejorarse en un 7% de las mujeres estudiadas.
Por el momento, los resultados han sido lentos: los ensayos clínicos de fase I empezaron en 2013 y en solo 27 pacientes, evaluando la seguridad del fármaco. Año y medio después, algunos pacientes experimentaron problemas graves, como diabetes tipo 2, inflamación de la mucosa o fiebre. Cuando se disminuyó la dosis, los efectos secundarios fueron disminuyendo, pero persistían algunos más leves como sangrados nasales, náuseas o fatiga.
Durante la fase II se demostró que el TV podría ser un tratamiento factible en algunos tipos de cáncer con pocas posibilidades terapéuticas, a pesar de los efectos secundarios, sobre todo en casos de cáncer avanzado que ya habían recibido otros tratamientos.
El siguiente paso, según los investigadores, es expandir la fase II incluyendo otros tumores malignos como el cáncer de intestino y páncreas. En unos años, se espera iniciar la fase III para evaluar la eficacia y seguridad del fármaco en comparación a tratamientos similares, aunque dicha fase requerirá más tiempo e inversión económica.
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