La verdad detrás del falso polen blanco del que escapamos en primavera
Los árboles del género 'Populus' diseminan sus semillas al mismo tiempo que las gramíneas liberan su polen, en mayo y junio.
28 mayo, 2019 02:11"Parece que está nevando", dicen algunos, buscándole el lado estético al asunto. Sin embargo, las pelusas blancas que flotan por el aire en estos días pueden causar muchos problemas, desde la suciedad en las calles al aumento del riesgo de incendios, puesto que esas bolitas que parecen de algodón son bastante inflamables.
Muchas personas añadirían la alergia a la lista de inconvenientes, pero en realidad no es así. Las pelusas que nos invaden en mayo y junio proceden de los chopos o álamos, de varias especies de árboles del género Populus, pero no se trata de polen, sino de semillas.
De hecho, estos árboles liberan su polen a finales de marzo y principios de abril, al inicio de la primavera. El viento hace que llegue hasta las flores femeninas, que son fecundadas y a partir de entonces comienza a formarse la semilla.
Lo ideal es que esa semilla también se pueda dispersar gracias al viento, de manera que estas especies puedan expandirse cada vez por más territorios –de hecho, son muy abundantes– y para conseguirlo forman a su alrededor lo que se denomina vilano, la famosa pelusa blanca que primero cubre las ramas y después se va volando. La dispersión de las semillas por el viento también se produce en otras especies vegetales, como el diente de león, un fenómeno que los botánicos conocen como anemocoria.
Una coincidencia temporal
Según explica en su blog el biólogo del CSIC Omar Flores, aunque mucha gente crea lo contrario, las típicas alergias de esta época no tienen nada que ver con las pelusas de los chopos, puesto que no se trata de polen. Lo que sucede es que se confunde porque coincide en el tiempo con el auge del polen que causa más estragos, el de las gramíneas.
En realidad, la reproducción de estas plantas es muy parecida a la de los chopos, pero su polen se dispersa casi dos meses más tarde. Por eso solemos asociar por error dos fenómenos que no tienen relación: vemos las pelusas, que en realidad no nos están provocando ninguna reacción; y sufrimos alergia, cuyo origen está en un enemigo invisible: el polen de las gramíneas. Sí, invisible porque los granos de polen tienen un tamaño microscópico, aunque a veces se acumulan millones de ellos y podemos percibir una especie de polvillo.
¿Aún crees que te dan alergia? Una posible explicación
A pesar de toda esta argumentación, es posible que más de un alérgico siga convencido de que los vilanos que transportan la semilla de los chopos le dan alergia y que incluso lo haya comprobado experimentalmente.
¿Qué ocurre? Precisamente, el hecho de que el tamaño de los granos de polen sea minúsculo hace muchas veces se peguen a las pelusas de los chopos. Hay gramíneas por doquier, sobre todo en el campo –trigo, arroz, maíz, pastos, etc.–, pero también en parques y jardines, así que no es raro que las pelusas de los chopos puedan ir cargadas con esta munición. Todo junto y revuelto. En cualquier caso, en sí mismas son completamente inofensivas para los alérgicos, según los expertos.
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