El doctor Josep Maria Gil-Vernet Vila ha muerto esta mañana a la edad de 97 años en Barcelona. El especialista fue el primer médico que llevó a cabo satisfactoriamente el primer trasplante de órgano del Estado, de riñón.
Hijo de Salvador Gil i Vernet nació el 9 de diciembre de 1922 y se licenció en medicina en la Universidad de Barcelona en 1946. Seguidor de la línea de investigación de su padre en la especialidad urológica, hizo numerosos viajes al extranjero y llevó a Cataluña las técnicas de urología más modernas. Fue pionero en la utilización de colon sigmoide en las enterocistoplastias.
Pero Gil i Vernet también es conocido por haber sido durante muchos años el médico del rey Juan Carlos I. En 1985, y tras operarle de una fibrosis pélvica, fue el encargado de desmentir que el monarca sufriera cáncer, un rumor que circulaba con fuerza por aquel entonces.
Desde entonces y hasta septiembre del 2002, Gil-Vernet fue el responsable de las revisiones anuales a las que se sometía Juan Carlos en Barcelona.Fue precisamente esta relación profesional la que le llevó a pasar por los juzgados, tras denunciar la desaparición de su despacho del historial original del Rey. La desaparición de los documentos se produjo en el marco de un conflicto laboral con los trabajadores de la Clínica Sant Josep de Barcelona donde tenía consulta el urólogo. En su declaración ante la jueza, el médico enmarcó la desaparición en este conflicto laboral.
El 19 de julio de 1985, la Casa del Rey comunicó que durante “una revisión médica periódica” realizada en Barcelona se le había descubierto al rey Juan Carlos I "una fibrosis" (inflamación de una zona muscular), secuela del traumatismo de pelvis sufrido por el monarca en enero de 1983 mientras practicaba el esquí en Gstaad (Suiza)”.
El entonces jefe de Prensa de la Zarzuela, Fernando Gutiérrez, informó de que “la realización de la intervención se decidió sobre la marcha” después de conocer el resultado de la exploración y se realizó en la Clínica Sant Josep de la Ciudad Condal. La intervención fue realizada por el urólogo Josep María Gil-Vernet y apenas duró “unos 12 minutos” con un resultado “plenamente satisfactorio”. Hasta aquí llegaron las explicaciones oficiales de lo que ocurrió entonces. Nunca se llegó a emitir un parte médico oficial y sí, únicamente, un informe detallado de la exploración para conocimiento del enfermo y custodia del doctor que realizó la operación.
Pero las secuelas, como ha quedado señalado, aparecieron dos años y medio después del accidente: concretamente en julio de 1985 y en forma de fibrosis. Esta circunstancia, aunque no frecuente, ocurre en ocasiones en los traumatismos pélvicos. Sucede que, aunque entonces no se informó de ello, la ruptura ósea del rey Juan Carlos, además del tremendo traumatismo, vino complicada con un derrame sanguíneo que finalmente provocó la mencionada fibrosis que hizo necesaria la intervención quirúrgica.
Y de aquellos polvos de la nieve de Gstaad, con la parada intermedia en la intervención quirúrgica del doctor Gil-Vernet, se llegó finalmente al gran lodo informativo de febrero de 1986. Fue exactamente el miércoles 5 de febrero de 1986 cuando el diario El País publicó en sus páginas interiores la publicidad de una desconocida revista: SENS (The Spanish Economic New Service). Dicho inserto publicitario reproducía la portada de lo que parecía ser el número 2.062 de la citada publicación, que se presentaba a sí misma como un “Confidencial” que se editaba en “castellano, inglés y francés” y se vendía “exclusivamente por suscripción con periodicidad semanal”. Dicha revista presumía de promocionar “información para líderes” y de llevar “40 años informando con rigor”.
Finalmente, tanto el monarca como el ahora fallecido Gil-Vernet desmintieron una información que se había "ido de madre" y que sugería que el rey padecía cáncer de testículos.