Después de haber mostrado su reticencia a apoyar el uso generalizado de mascarillas, una medida que muchos gobiernos, incluida España, están considerando como medida para combatir la COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha dado un paso atrás publicando unas recomendaciones para las sociedades que quieran implementarlas por la población, advirtiendo sin embargo sobre el riesgo de que provoque escasez de este material en hospitales y centros médicos.

"El uso extendido de las mascarillas por parte de personas sanas dentro de una misma comunidad no está avalado por la evidencia científica actual", reza el documento con las recomendaciones sanitarias. Para los gobiernos que quieran implementar el uso generalizado, recuerdan que debe realizarse siempre con un propósito claro -control si estamos contagiados o prevención si no lo estamos- y solo cuando haya razones para temer un contagio a nivel local, especialmente en casos de sanitarios y personas que trabajan de cara al público.

Otras razones para considerar, añade la OMS, son la vulnerabilidad de población a los síntomas de la COVID-19, en función de la proporción de personas de la tercera edad y enfermos crónicos. También, la densidad de población, la capacidad física para implementar la distancia social, y el riesgo de propagación rápida en el contagio (como puede ocurrir, por ejemplo, en los poblados de infraviviendas). Que el suministro de material sanitario haga "factible" la medida, como sugería el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en el caso de España, sería el factor determinante final.

"Las potenciales ventajas del uso de la mascarilla por parte de la población sana en el contexto comunitario incluyen una reducción de la exposición de una personas en el periodo presintomático", reconoce la OMS. Además, argumentan que podría reducir la "estigmatización" de las personas que ya las llevan por motivos de control. No obstante, repiten un argumento sobre el que insisten también los profesionales sanitarios en España: las mascarillas pueden dar una falsa sensación de seguridad, y no sustituyen al resto de medidas de higiene y prevención.

Así, entre los posibles errores al que puede inducir el uso generalizado de las mascarillas, se incluye la auto-contaminación que se pueda producir al manipularla; potenciales problemas respiratorios en función del tipo que se use; y los dos factores antes mencionados, la reducción de la vigilancia y el riesgo de desabastecimiento

"Sea cual sea el enfoque que se emprenda, es importante que se desarrolle una robusta estrategia de comunicación para explicar a la población las circunstancias, los criterios y las razones detrás de las decisiones. Los ciudadanos deberían recibir instrucciones claras sobre qué mascarillas hay que usar, cuando y como, y sobre la importancia de mantener estrictamente todas las demás medidas de higiene, distancia social y demás", concluye el documento.

Cambio de criterio

Horas antes, la OMS mantenía una postura menos proclive. "Se debe dar prioridad al uso de mascarillas por parte de trabajadores sanitarios, que están en la línea de frente" para combatir la pandemia, subrayaba su director general Tedros Adhanom Ghebreyesus, en respuesta al creciente uso de este material de protección en países afectados por el coronavirus.



Tedros subrayaba que hay escasez global de mascarillas y que "podría empeorar para la gente que más las necesita por su uso masivo por parte de la población general". En algunos países, insistía, "los trabajadores sanitarios están corriendo peligro real".

El director general de la OMS insistió en que el organismo sigue recomendando el uso de estas mascarillas solo para el personal sanitario, junto a otro equipamiento de protección, mientras que en la comunidad general únicamente es aconsejable en personas enfermas y aquellas que cuiden a enfermos en su domicilio.



Tedros admitió, sin embargo, que "no hay respuestas definitivas", por lo que la OMS continuaba evaluando un uso más amplio de mascarillas, especialmente en países donde otras medidas de prevención son menos accesibles, como lugares donde el suministro de agua es escaso y ello impide el frecuente lavado de manos.



"Animamos a los países que consideren el uso de las mascarillas para toda la población que estudien la eficacia de la medida, para que todos podamos aprender", indicó el médico etíope.



"Con máscara o sin ella, hay otras cosas que han demostrado que nos pueden proteger: mantener distancia con otros, lavarse las manos, toser o estornudar en el hueco del codo y evitar tocarse la cara", concluyó.

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